Antes del inicio de la temporada regular, existía la duda sobre si los Golden State Warriors serían capaces de sobreponerse a la salida de Kevin Durant, la lesión de Klay Thompson, y la derrota en las Finales.

Y es que, a pesar de afrontar esta campaña con un roster sumamente distinto, existía la confianza plena en que Draymond Green, D'Angelo Russell y Stephen Curry pudieran cuidar el barco mientras Thompson regresaba.

Sin embargo, la realidad ha sido completamente distinta y las lesiones de sus estrellas han llevado al equipo de Steve Kerr a sumergirse en un abismo y quedar con el peor récord de la NBA.

Es por eso que la liga empezó a sacar los partidos del equipo de la bahía de la televisión nacional, dejándolos marginados exclusivamente a las transmisiones locales o los paquetes de NBA Pass.

Y es que, con una plantilla prácticamente llena de jugadores desconocidos, realmente no existe un atractivo real en ver a los Warriors noche a noche, a diferencia de lo que sucedió durante los últimos cinco años.

Se presume incluso que Stephen Curry podría perderse el resto de la campaña y que D'Angelo Russell podría ser traspasado, lo que respaldaría incluso más la decisión de dejarlos en el oscurantismo hasta nuevo aviso.