Marcelo Gallardo llegó al fútbol argentino para demostrar que los fichajes no determinan el éxito de una temporada para un equipo. Pueden incorporarse los nombres más fuertes del continente, pero sin un funcionamiento e idea de juego que se mantenga es imposible que se logren grandes cosas, como el River del Muñeco supo hacer en estos últimos años.
Además, la forma de trabajar del DT le dejó un rédito económico impresionante al club: no sólo por los premios adquiridos tras cada campeonato, sino porque durante sus ya más de seis años en Núñez vio cómo la dirigencia vendió por casi 200 millones de dólares, registrando algunas de las salidas más caras de la historia.
Teniendo en cuenta los jugadores que el Millonario fue sumando desde junio de 2014 hasta hoy, es un saldo positivo de un poco más de 80 millones de la moneda estadounidense el que le queda a la institución. La compra más cara fue por lejos la de Lucas Pratto, por el que abonaron unos 11 millones y medio de euros.
Si de las partidas hablamos, Lucas Alario llegó a la Bundesliga (Bayern Leverkusen) dejando unos 24 millones de euros, mientras que Sebastián Driussi se incorporó al Zenit por unos 20 millones de la misma moneda, estando todavía ambos jugando en dichos equipos. Además, Lucas Martínez Quarta se fue hace poco por 15 millones, siendo el defensor que más dinero dejó en el club al irse.
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Lo más sorprendente es, como mencionamos previamente, lo poco que afectó al entrenador que le vayan sacando en cada mercado de pases a sus principales figuras: ganó dos Copa Libertadores, una Sudamericana, tres Recopa, una Supercopa Argentina y tres Copa Argentina consecutivas.
Ahora, el desafío está más latente que nunca: luego de largos meses parado por la pandemia, su plantel quiere volver a llegar bien lejos en la competencia internacional intentando también de saldar la gran deuda que tiene Gallardo: conseguir un campeonato local, algo que casi consigue a comienzos de 2020 pero terminó siendo opacado su sueño por el Boca de Russo.