Juan Esteban Jiménez, ex arquero del Fútbol Colombiano que jugó con Daniel Muñoz y Jhon Durán, pasó de defender el arco y soñar con vivir del fútbol, a vender comida en la calle. “Pasó de jugar con Jhon Durán y Daniel Muñoz a vender comida en la calle por culpa de un vicio”.
Su historia empezó en Medellín, donde “empecé jugando de delantero y posteriormente descubrí la posición que me gustaba. ‘Nunca me gustó correr y en un entreno me vi corriendo mucho y vi a los arqueros sentados. Dije, soy grande, me voy a ser arquero, ellos trabajan más tranquilos, pensé yo en ese momento cuando realmente es el que más duro trabaja’”.
Gracias a su estatura y reflejos, llamó la atención en Arco Zaragoza, un club conocido por su aporte al Pony Fútbol, y más adelante fue convocado por la Selección Antioquia Infantil y Juvenil.

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En Envigado continuó su formación: “En Envigado, en el arco estaban Jimmy Smith, Víctor Soto, Santiago Londoño y Jefferson Martínez”. Allí compartió camerino con jugadores que después llegarían a la élite, como Alexis Zapata, Mateus Uribe y, precisamente, Jhon Durán. Aunque ingresó a la cantera siendo muy joven, le costó ganarse un puesto en el fútbol profesional.
“A los 17 años hice parte de la plantilla profesional, pero no se pudo consolidar y apenas sumó algunos minutos en la Copa Colombia”, contó en charla con Gol Caracol.
Buscó oportunidades fuera de Envigado. En 2019 fue cedido a Atlético FC del Torneo de Ascenso, donde llegó a ser titular y destacó en varios partidos. Luego regresó a Envigado con la esperanza de ser el segundo arquero, sobre todo porque Martínez se fue al Junior. Pero la situación se complicó: “Trajo a Ernesto Hernández. Me peleé con los directivos, me ‘borraron’ seis meses y me mandaron a entrenar con la Sub-20. Yo era rebelde, una vez había un partido con los juveniles en el Chocó y no quería ir. Me pusieron y dejaba pasar todo, ni me tiraba”.

En ese contexto de altibajos profesionales surgió también la ludopatía, que terminó siendo determinante. “Perdí todo el dinero, fueron unos 60 millones de pesos. Hasta vendí mi carro para apostar, me encantaba la ruleta. Cuando ya prácticamente no tenía nada, me quedé con 50.000 pesos y se los regalé al taxista que me llevó del casino a la casa”, contó Jiménez.
Abandonado el fútbol profesional, experimentó varios trabajos para salir adelante, vendía arepas, luego incursionó en artículos de oro laminado, hasta que encontró su camino con un emprendimiento muy diferente: alimento para perros. “Me recomendaron darle BARF (Alimento crudo biológicamente apropiado) a mi mascota. Me puse a investigar y me gustó el tema. Tenía dos millones y medio en una tarjeta de crédito, mi papá me prestó esa misma cantidad y me compré un molino que procesaba 500 kilos por hora”. Actualmente, con su empresa llamada Max Food, “venden a conocidos y amigos 60 kilos los fines de semana y ahora despachamos 10 toneladas de alimento para perros al mes y tengo 16 empleados”.
A sus 29 años dice estar en paz con su nueva realidad: “Lo entregué todo por el fútbol, pero la vida me tenía preparado para otras cosas”, afirma sin arrepentimientos, aunque reconoce que la pelota le dejó golpes fuertes.





