Alianza Lima hizo todo mal en el 2020. Desde las contrataciones y las gestiones de inicios de año hasta los reclamos y aspiraciones de permanencia en primera división, hicieron que un club grande parezca un club de amigos o de barrio. 

Una de esas muestras fue el fichaje de Beto da Silva. Los Íntimos le hicieron un contrato de tres años y le ofrecieron uno de los salarios más altos a un jugador que venía sin jugar, sin condición física y viviendo de un recuerdo de 5 años atrás. 

Tras el descenso, después de un año en el que Betoto pasó desapaercibido y fue más noticia por sus lesiones y sus saliditas en plena cuarentena con el mundo de la farándula, comenzaron los tramites para que se vaya del club, así sea prestado. 

Otra vez, el agente, que por lo visto es capaz de vender arena en el desierto, se comenzó a mover. Las opciones, obviamente, eran reducidas. Todos vieron como Alianza salió perdiendo con el atacante. 

Este lunes, sin embargo, se confirmó que Beto da Silva iba a ser cedido a la Universidad Cesar Vallejo. El atacante se pondrá bajo las órdenes de Chemo del Solar por el 2021 para el 2022 volver a la segunda división. 

Sin duda, su sueldo sobrepasa el presupuesto de la segunda división y seguramente no cumple con lo que busca Carlos Bustos en sus jugadores: compromiso y seriedad.