Tercero en el reciente Tour de Francia, la carrera más importante y emblemática del mundo. La Locomotora de Carchi no se detiene. Natural de El Carmelo, una pequeña parroquia ubicada en una zona rural perteneciente al Cantón Tulcán, en la Provincia del Carchi, nació el 29 de mayo de 1993.

Si bien surgió en un país con escasa tradición ciclística, la primera bicicleta que tuvo se la robaron. Sin embargo, en agosto de 2003 todo cambió. Por completo. Un hallazgo, una bicicleta BMX, en un cargamento de chatarra fue una premonición. Del robo a un encuentro fortuito. Como una mensaje con un halo de presentimiento, esa bicicleta enclenque se convirtió en el medio de locomoción con el que Richard se desplazaba a todas partes: al colegio, se encargaba de hacer las compras familiares y, también, salía a pasear. Todo, en las altas y frías montañas del norte ecuatoriano, a más de 3200 metros sobre el nivel del mar. Las duras pendientes y el frío moldearon al joven Richard.

De aquel juego, de aquellos kilómetros por los caminos montañosos y rutas empezó a forjar su historia con el ciclismo hasta que, los 15 años, el exciclista ecuatoriano Juan Carlos Rosero halló ese diamante al que esculpió con franciscana paciencia. Rosero, en rigor, salió a recorrer su país con la premisa de buscar jóvenes y promisorios talentos, en especial en las áreas rurales de las provincias de Carchi y Sucumbíos. Allí Rosero conoció a un incipiente y tenaz Carapaz que corría en el equipo amateur Panavial-Coraje Carchense (hoy Coraje Carchense). Con la ayuda de su primer entrenador y otras glorias del ciclismo de su país logró erigirse como uno de los mejores ciclistas juveniles y en 2013 ganó el Campeonato Panamericano en Ruta en la categoría sub-23, Vuelta a Guatemala y el ganador en el Campeonato Panamericano en Ruta sub-23.

Pero todos esos lauros cayeron en un saco roto cuando, en 2014, fue atropellado y estuvo seis meses fuera de las carreteras. Los médicos pronosticaron que era muy probable que no pudiera volver a caminar, y casi nadie creía que podría volverse a subir en una bicicleta.

Tenaz y persistente, Carapaz solo se limitó a creer en sí mismo y en su ferviente deseo de salir adelante al que se aferró. Volvió con más fuerza que antes pero tomó una decisión. Como el pago chico ya parecía quedarle chico, Carapaz emigró en 2015 a Colombia, donde permaneció un año para luego dar el gran salto a Europa, tras convertirse en el primer extranjero en ganar la Vuelta de la Juventud de Colombia, además de ganar una etapa en el tradicional Clásico RCN (carrera de ruta profesional por etapas que se disputa anualmente en Colombia y es organizada por la Federación Colombiana de Ciclismo).

En 2016 emigró rumbo a España para hacer una prueba de tres meses en el equipo Lizarte, de Juanjo Oroz y Manolo Azcona, uno de los mejores formadores de ciclistas a nivel español. Richard capitalizó cada instante y, cuando pudo, mostró sus cualidades. Su primer gran triunfo europeo fue en la Vuelta a Navarra, una de las pruebas más importantes de España. Así se convirtió en el primer ecuatoriano en subir al podio de la Vuelta a España, tras finalizar en segunda posición.

El ciclista pronto llamó la atención de los mejores equipos. Pasó por el Movistar Team, uno de los equipos históricos del ciclismo.

 

 

En 2017 se produjo una mancha que hoy Carapaz prefiere olvidar al ser expulsado de la Selección de su país, junto con dos ciclistas más, durante los Juegos Bolivarianos haberse embriagado el día de la inauguración del torneo. Tras una disculpa pública, en la que buscó enmendar su error, Carapaz continuó en Europa para recuperar su mejor versión.

En junio de 2019 se alzó con el Giro de Italia, convirtiéndose en el primer ecuatoriano, y segundo latinoamericano (detrás del colombiano Nairo Quintana), en obtener este título. Además, se convirtió en el latinoamericano con más días consecutivos (8) vistiendo la camiseta de líder. Al finalizar la temporada, pese a ser uno de los favoritos para llevarse la Vuelta a España 2019, sufrió una dura caída durante una competencia en Países Bajos, lo cual lo privó de disputar su segunda gran vuelta del año.

Llegó 2020 pasó al equipo Ineos, con quienes este año logró el tercer puesto en el todopoderoso Tour de Francia, la carrera más importante del mundo. “En cualquier oportunidad que tuve siempre probé y no me voy con nada guardado. Me voy contento porque he dado pelea. Este tercer lugar es la recompensa y pienso que es maravilloso”, contó tras bajar del podio, a días de intentar subirse a otro: el de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Carapaz hizo  dupla con su compañero de equipo en Ineos Grenadiers Jhonatan Narváez, y disputará la prueba olímpica de ciclismo de ruta en busca de la medalla de oro para Ecuador. Según el marchista Jefferson Pérez, único medallista olímpico ecuatoriano (oro en Atlanta 1996 y plata en Pekín 2008), Carapaz es el gran candidato ecuatoriano a acceder al Olimpo porque “es la persona que más herramientas tiene para lograr una medalla de oro”.

De aquella bicicleta que le robaron a la que él mismo encontró pasaron muchos años. Pero apenas cinco como profesional para el ciclista de 28 años al que nada lo detiene y accedió a esta justa deportiva como el mejor ciclista de ruta del mundo. ¿El resultado? La bandera y el himno de su país en lo más alto del deporte olímpico gracias a él: Richard Carapaz.