Real Madrid consiguió un nuevo Mundial de Clubes, el tercero de manera consecutiva y el cuarto en su historia, superando al Barcelona y quedando como el club más ganador del torneo.

Pero lo más destacado, para festejo de todos, no estuvo en los goles o las grandes jugadas, si no en el respeto entre ambos equipos.

Las estadísticas hablan por sí solas y son sorprendentes: una sola tarjeta amarilla, para Sergio Ramos, tuvo que sacar el árbitro en todo el encuentro.

Ninguna expulsión estuvo ni cerca de aparecer en la final del torneo internacional más importante a nivel clubes.

En los festejos, los Merengues demostraron no solo ser gigantes dentro del campo si no afuera: hubo pasillo para el segundo puesto ocupado por el Al Ain, con mucho aplausos y reconocimiento.

 

Además, ante la admiración del equipo árabe de tener a semejantes jugadores frente a frente, la respuesta de los del equipo español fue la mejor.

Sin duda, lo más importante estuvo presente en los Emiratos Árabes: el Fair Play.