No hay nada más aterrador en la historia de la NBA que la dinastía de Chicago Bulls en la década de 1990. Allí, Michael Jordan se estableció como el jugador más grande de todos los tiempos a base de campeonatos y premios individuales.

De 1991 a 1998, y con un retiro en el medio, Jordan creó un mito alrededor de su persona al ganar 6 Finales de la NBA en la misma cantidad de viajes a la serie. Además, se llevó el premio al MVP de dichas Finales en todas las ocasiones, dejando un aura de invencibilidad casi intachable.

Durante esos años, estuvo el famoso bache de 1994-1995 donde decidió retirarse momentáneamente parea perseguir una carrera de béisbol, pero ese sueño fue efímero y cuando regresó, fue como si nunca se hubiese ido. Scottie Pippen hizo lo mejor que pudo en su ausencia, pero no logró repetir el éxito, claro, faltaba el ingrediente clave en la fórmula.

El dato que hizo invencible a Michael Jordan y Chicago Bulls

Resulta que, desde diciembre de 1990, mientras que Jordan jugaba en los Bulls, hasta las Finales de 1998, sus últimos partidos en la franquicia, su equipo nunca perdió más de dos encuentros consecutivos mientras que el #23 jugase para los dirigidos por Phil Jackson. Es decir, no se cuenta la etapa de su retiro momentáneo.

Otra razón para considerar a Su Majestad como el mejor de la historia en la NBA. Claro que después volvió, nuevamente, para jugar en Washington Wizards. Pero se considera que los 90s fueron su pico de nivel y es allí donde fue literalmente imposible de vencer.

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