Es un hecho. El base australiano Ben Simmons no quiere saber nada con regresar a Philadelphia 76ers de cara a la próxima temporada de la National Basketball Association (NBA), y está dispuesto a llegar hasta el máximo extremo posible para cumplir con su palabra.

Es que no solo está decidido a no asistir al campo de entrenamiento oficial, que arranca el próximo 28 de septiembre, ejerciendo una presión grande hacia la directiva comandada por Daryl Morey para que lo traspase, sino que además está listo para asumir los costos que puede conllevar la situación.

Pasan las horas y el valor de mercado de Simmons sigue cayendo, aún así, desde los 76ers no quieren bajarse un ápice de sus pretensiones de un gran paquete de intercambio, que incluya jugadores All-Star y selecciones de primera ronda del Draft, lo que sigue generando conflictos entre las partes.

Simmons redobla la apuesta contra los 76ers
 

De hecho, el jugador sigue plantándose contra la franquicia de Pensilvania, y según revelo Brian Windhorst, de la cadena ESPN, mandó a decir con su agencia de representación, Klutch Sports, que "no es su problema recuperar su valor de traspaso".

Para colmo de males, Simmons recibirá en octubre próximo, de parte de los 76ers, el pago de $16.5 millones de dólares, es decir, el 50 por ciento de su salario para esta temporada de NBA, lo que le permitirá tener un colchón económico para afrontar las sanciones en su contra. La guerra está declarada.

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