Desde su independencia en 2008, la tensión entre Kosovo y Serbia tiene intermitencias, pero nunca termina de apagarse. El territorio de la península balcánica es reconocido por más de la mitad de los miembros de las Naciones Unidas, pero no por los serbios.

En las últimas semanas, manifestaciones violentas se están dando en tierra kosovar, sobre todo en el norte. Este lunes, la ONU envió más de 500 mil militares turcos para intentar bajar la tensión de lo que podría continuar escalando hacia más agresiones.

En Kosovo, la mayoría de la población es de etnia albanesa y las elecciones de fines de abril para intendentes arrojaron ganadores de esa porción. Sin embargo, la minoría serbia intentó boicotearlas y ahora lideran las manifestaciones en principalmente cuatro localidades buscando las renuncias de los nuevos alcaldes.

En medio de este conflicto, Novak Djokovic estuvo en el ojo de la tormenta por su polémica acción en Roland Garros. “Kosovo es el corazón de Serbia. Paren la violencia“, escribió Nole en una de las cámaras tras haber obtenido la victoria y fue criticado por numerosos organismos.

EL FÚTBOL NO FRENÓ PESE A LA TENSIÓN

Aún con cada vez más militares en las calles y la acción de la ONU, el calendario futbolístico no sufrió modificaciones. Este lunes se disputó la final de la Copa Kosovo y hubo nuevo campeón en medio de este complicado contexto.

Con una victoria por 2-0, Prishtina se impuso ante Gjilani y levantó el trofeo de la competencia por octava vez en su historia. Curiosamente la ciudad del equipo que se consagró en esta jornada es una de las más afectadas por las manifestaciones que están ocurriendo por estos días.