Suele decirse que a ciencia cierta, el dopaje está adelantado a los sistemas que buscan evitarlo. Como una lucha en donde la trampa va por delante del deporte limpio. Como en el juego del gato y el ratón, el sistema de dopaje siempre se las ingenió para burlar los controles. Y allí, los tramposos sienten que navegan en aguas serenas y calmas que, con el paso del tiempo, pueden convertirse en tórridas y turbulentas.

En este sentido y tras un pedido de justicia, luego de 40 años, se comprobó que Alemania Oriental fomentó un sistema de dopaje masivo para sus atletas en las décadas de 1970 y 1980. Por eso, varios deportistas manifestaron públicamente sus quejas. Raelene Boyle, doble medallista de plata en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, volvió a aparecer para dar su opinión y pidió nuevamente para que se redistribuyan las medallas. La atleta australiana especialista en pruebas de velocidad ganó tres medallas de plata entre los Juegos Olímpicos de México 1968 y Múnich 1972 y, cuatro décadas después continúa con su solicitud, en pos del deporte limpio (y justo, por supuesto).

Renate Stecher y Raelene Boyle, en Munich 1972 (Getty Images)

Con 17 años, Boyle participó de México 1968 . Cita olímpica a la que accedió con numerosos récords nacionales. Sin embargo, su Everest deportivo se dio cuatro años después, en Alemania, donde se colgó las medallas de plata en los 100 y 200 metros. Pero, en ambas pruebas quedó por detrás de la alemana oriental Renate Stecher , quien posteriormente fue acusada de ingerir sustancias prohibidas. Algo que Boyle nunca olvidó y, hoy, no lo perdona.

En sí, Setcher (ganó seis medallas olímpicas, tres de oro, entre Múnich 1972 y Montreal 1976) es una más de las deportistas que se sometieron al plan sistémico con el que Alemania Oriental ofrecía a sus atletas ventajas deportivas, con la garantía de que eso no iba a saltar a la luz. En ese momento, unos 10.000 deportistas aplicaron a este oscuro y espurio sistema por fuera de la ley y fueron inoculados con testosterona, ilegal en la actualidad pero lícita por ese entonces. En suma, la testosterona es una hormona producida de manera natural por el cuerpo, pero en ocasiones se utiliza como dopaje dado que aumenta la masa muscular, otorgando mayor fuerza y resistencia física a quien se la administra.

Renate Stecher y Raelene Boyle, en Múnich 1972

“Aunque no estaba prohibido en ese momento, esta sustancia en particular que tomaban las mujeres mejoraba el rendimiento y realmente es el COI el que nos ha defraudado” , se pronunció Boyle, de 70 años. “La gran frustración para mí es que está todo documentado. Y no creo que la mitad de estas personas supieran lo que les dieron”, manifestó. “Muchos atletas de todo el mundo fueron engañados y creo que el COI debería devolver las medallas” . Citando el reglamento, el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, explicó años atrás que “el plazo de prescripción de ocho años impedía la reparación de los atletas afectados” , algo que que la australiana tildó como “ridículo” y reclamó para que el evento sea tratado como algo histórico y extraordinario.

Este sistema ideado con la meticulosidad no afectó únicamente al atletismo sino que también a decenas de otras disciplinas también. Entre ellas, la natación y, por eso, el nuevo presidente de la Federación Internacional de Natación (FINA), Husain Al-Musallam, se manifestó a favor del pedido, según le dijo a News Corp: “La FINA comprende las preocupaciones de los atletas que han competido contra otros que posteriormente demostraron haber hecho trampa y debe hacer todo lo posible para corregir este error” . Por eso, desde la FINA se elevó una petición para que, al menos nueve nadadoras reciban sus medallas de manera retrospectiva. Entre ellos se destacan los casos de Michelle Ford (sumaría dos oros en los 400 metros libres y 200 mariposa en 1980) y Lisa Curry.