Claudio Pérez, popularmente conocido como Chiqui, surgió de la última categoría del fútbol argentino. Debutó profesionalmente en Flandria y fue Ricardo Caruso Lombardi quien lo llevó a Primera. Pero, en 2011, tomó una decisión que le cambió la carrera: llegó al Belgrano que lograría el ascenso en el Monumental, provocando la pérdida de la categoría de River. Llegó a Boca, lo dirigió Carlos Bianchi, fue compañero de Juan Román Riquelme y el Vasco Arruabarrena lo echó después de prometerle la titularidad.
En diálogo exclusivo con BOLAVIP, Chiqui Pérez hizo un repaso detallado de toda su carrera. Reveló cómo vivió el famoso penal ante Leandro Caruso en la revancha de la Promoción, la mala experiencia que atravesó en Costa Rica y qué es de su presente, con el sueño de volver a Belgrano de Córdoba, pero en esta oportunidad en otro rol.
-¿Te considerás una gloria de Belgrano?
-No sé si una gloria. Yo vivo en Córdoba y mucha gente de Belgrano me hace sentir muy bien. Eso es lo más lindo que tiene el fútbol, el reconocimiento de los hinchas, eso es impagable porque quiere decir que les dimos alegrías. Yo solo sé que los defendí dentro de la cancha.
-¿Cómo nace tu amor por el fútbol?
-Prácticamente le dedicaba todo el día. Tenía una canchita en la esquina de la casa de mi mamá y era volver de la escuela e ir a jugar al fútbol hasta que mis papás me llamaban para cenar y después a dormir. Yo arranqué, como muchos chicos, en cancha de siete y era arquero, pero porque era el más alto, ja. En ese momento iba a escuela privada y me acuerdo que mi viejo me sacaba para ir a jugar al fútbol y eso a la directora no le gustaba mucho. Al final nos tuvimos que cambiar de escuela y nos pasamos a una pública porque era jodido para mi viejo poder pagarla.
-¿Cuándo empezaste a darte cuenta que podías llegar a ser profesional?
-A eso de los 13 años ya pasé a jugar en cancha de once, ahí en Defensores de Moreno, que representábamos en los torneos de AFA a Merlo o a Atlas y ahí un poco uno se va dando cuenta que puede llegar. No me olvido más que una vez jugamos contra Boca y solo perdimos 2 a 0 y no lo podíamos creer, porque solamente nos habían hecho dos goles nada más. Yo siempre jugué por amor al fútbol y no me daba tanto cuenta de lo que pasaba, pero después me llevaron a probarme a Chicago y a los cinco minutos ya me mandaron a entrenar con los de AFA. Me llamaron de vuelta, les gusté y en un momento le preguntaron a mi viejo si él tenía siete pesos, mirá de la época que te estoy hablando, para pagarme los pasajes del colectivo. Mi viejo les respondió que no tenía esa plata, entonces no se dio lo de Chicago.
Luego de jugar de manera amateur, Chiqui Pérez debutó de manera profesional en Flandria, elenco que por entonces militaba en la B Metropolitana.
-Ahí aparece Atlas primero y Flandria después, ¿no?
-Claro, de manera amateur yo debuto en Atlas, me acuerdo que fue contra mi hermano, que él estaba en Centro Español, pero no llegamos a compartir cancha porque a él lo sacaron antes, hubo un quilombo con el entrenador que… ya pasó. Ya en Flandria me acuerdo que estuve seis meses entrenando con la Cuarta porque el pase lo tenía recién para junio, pero el entrenador -Felipe De La Riva- me subía a las prácticas con la Primera. Ahí me di cuenta lo que había conseguido con la gente que iba a la B Metro.
-¿Cómo era la B Metro en tu época?
-De local era muy tranquilo la verdad, porque nosotros éramos locales en Jáuregui y no pasaba nada. Me acuerdo que una vez fuimos a jugar contra Tigre en la cancha de Armenio y nos dijeron que hubo problemas entre las hinchas. Los de Flandria eran tranquilos, pero los de Tigre eran tremendos nenes. Fue la primera vez que me acuerdo que se sintió fuerte la hinchada.
Ricardo Caruso Lombardi lo llevó a Tigre y allí se estrenó jugando en Primera, pero de cara al 2011 pasó a Belgrano de Córdoba, que por entonces ni siquiera se imaginaba que seis meses más tarde iba a conseguir un histórico ascenso a la máxima categoría.
-Cuando llegaste a Belgrano en 2011, ¿para qué estaban?
-Yo llego desde Tigre, había estado en Primera con Caruso. Llegué sabiendo que Belgrano estaba último, pero en los números faltaba toda la segunda rueda, pero nos podíamos ilusionar. Mientras den los números, yo me ilusionaba. Arrancamos bien, después en medio del torneo tuvimos un bajón y todo el mundo pensaban que no llegábamos a ningún lado y en la recta final quedamos cuartos. Nadie daba dos pesos por nosotros.
-¿Qué les pasó cuando sabían que se tenían que enfrentar con River en la Promoción?
-Yo en lo personal pensaba que no iba a ser River, todo el mundo pensaba eso, pero una vez que tocó, pensábamos ´Bueno, hasta acá llegamos´. Era charlar con amigos, con la familia, con los compañeros y decir eso. Pero después, uno se pone a analizar muchas cosas y nosotros teníamos un equipo de hombres, de batallas bravas. Jugar contra River iba a ser algo normal, hubiese sido peor si nos tocaba Olimpo, porque éramos dos equipos duros y ellos tenían ventaja deportiva. No sé si contra Olimpo ascendíamos.
El partido de ida de la Promoción entre River y Belgrano se jugó en el Gigante de Alberdi el 22 de junio de 2011 y quedó en manos de los cordobeses por 2 a 0.
-¿Qué me podés decir de la ida en Córdoba? ¿Salían sabiendo que no tenían nada que perder?
-Salimos a ganar el partido, no teníamos nada que perder. Se notó desde el primer momento que queríamos ganar el partido y lo fuimos a buscar con nuestras armas. El técnico de River había hecho algunas variantes, como que se “confió” un poco y nosotros éramos un equipo que estábamos convencidos a lograr lo que queríamos. Ésta era una batalla más.
-¿Tuviste algún diálogo con algún jugador de River?
-No, yo estaba en lo mío. Además, a los chicos de River no los conocía, solamente los había enfrentado con Tigre el año anterior, pero no tenía relación con ninguno.
-¿Cómo afrontaron la revancha con un 2 a 0 a favor?
-Estábamos muy tranquilos nosotros, no le dimos la magnitud que tendría que tener ese partido. Nosotros, con Ricardo (Zielinski) a la cabeza, estábamos tranquilos. Él no nos metía más presión de la que teníamos. Así como lo ven, Ricardo es muy tranquilo, nunca se muestra que está nervioso. Me acuerdo que salimos de Córdoba el viernes a la noche con policía y llegamos el sábado a la mañana, también con custodia, no podíamos salir del hotel, fue raro eso. Ahí te dabas cuenta que ellos, más que nada los hinchas, tenían miedo de perder la categoría porque es un club grande.
El duelo de vuelta en el Monumental comenzó con un tanto de Mariano Pavone en el inicio. A los 25 minutos, Chiqui Pérez protagonizó la jugada más polémica de todas al cometerle un penal a Leandro Caruso, el cual Sergio Pezzotta no cobró.
-Pasaron 13 años, ¿fue penal a Caruso?
-Ya prescribió, ja. Fue penalazo. Hoy lo veo, con la tecnología que hay y no puedo creer como Pezzotta no lo cobró. Fue muy alevoso el penal, pero bueno.. hoy con las cámaras, pero ahí son milésimas de segundos.
-¿Cuándo estaban en el piso, qué se te pasó por la cabeza?
-Me levanté y vi que fue córner y me hice el boludo y le dije a Caruso que se levante. Después me quedó doliendo mucho la rodilla porque yo jugué con una distensión de ligamentos y estuve dos o tres minutos sin poder pisar, pero la adrenalina te lleva a seguir.
-Ni se te pasaba por la cabeza salir, ¿no?
-No, en mi caso no. De salir de Atlas a jugar ese partido que iba a quedar en la historia del fútbol, la verdad que ni se me pasaba por la cabeza salir. El dolor pasaba.
-¿El ascenso lo festejaron con un plus por haber provocado el descenso de River?
-No, como grupo no estuvo presente eso. Inclusive yo tomé dimensión porque pasaban las semanas y mis amigos hinchas de River no me hablaban. Nosotros no tomamos dimensión de eso, jamás tocamos ese tema en el vestuario, nosotros queríamos festejar entre nosotros por todo lo que habíamos pasado. Disfrutamos nosotros, después la gente nos hizo dar cuenta.
-¿Hubo un llamado de Maradona?
-Estábamos adentro del micro ya por volver a Córdoba, porque estuvimos hasta altas horas de la madrugada festejando. Me acuerdo que salíamos del hotel y Campodonico lo llama a Guille Farré y le pasó el teléfono diciendo que estaba el Diego. No lo podíamos creer, nos pusimos todos a escuchar, solo queríamos escuchar la voz de Diego. Y ahí él lo felicitó por el gol y el ascenso y que tuvo el plus que era el descenso de River, fue cortito, pero nosotros estábamos re emocionados.
A comienzos de 2013, Boca contrató a Chiqui Pérez. Allí fue dirigido por Carlos Bianchi y compartió vestuario con glorias del club, como es el caso de Juan Román Riquelme.
-¿Cómo se da tu llegada a Boca?
-A mí me sorprendió que ascendimos y a los seis meses ya me preguntaban por un interés de Boca. Yo jugaba por Belgrano y porque me gusta el fútbol. Obvio que sabemos que si hacés bien las cosas, te empiezan a mirar clubes grandes. Me preguntaron varias veces, hasta que me dijeron que el interés era real y se dio que un viernes me llama Bianchi y yo no pude atender porque estaba ocupado. Lo llamo a mi representante y le cuento lo que pasó y me dicen: ´Si, pelotudo, ¿por qué no lo atendiste?´ y me puse nervioso. Si no lo atendía, pensé que podía llamar a otro, ja. Igual me dijo que me quede tranquilo, que al día siguiente se reunía con (Daniel) Angelici y se terminaba de cerrar todo. Así fue, a la tarde del sábado me llama Angelici y me dice ´Bienvenido a Boca´. Fue una emoción muy grande, pero con mucho miedo porque había que pasar muchas cosas en la revisión médica.
-¿Qué balance hacés de tu pase por Boca?
-En lo personal, como jugador no fue como esperaba. El primer año me lesioné mucho, era mucha la exigencia de jugar cada tres días. Ya en el segundo año, con el Vasco, agarré el envión anímico y terminé jugando. Empecé la pretemporada muy arriba, siendo titular indiscutido, pero de un día para el otro, el técnico me dijo ´andate´. Me lo dijo así de una y se me cayó el mundo abajo. Cuando yo estaba bien, me hicieron a un costado. Después lo disfrutás, el primer año no pude tanto por las lesiones, porque estábamos mal en el torneo. Pude jugar la Libertadores con Román, patear un penal y después de Román, una presión muy grande. Hay un montón de cosas que me gustaron, me acuerdo que Román me dio un penal contra Godoy Cruz y eso te pone más nervioso. Él sabía que yo pateaba y me lo dejó. De las cosas que más disfruté de Boca fue ser compañero de Riquelme, de Oscar Ustari, de Fernando Gago y ser dirigido por Bianchi.
-¿Qué fue lo que pasó con Arruabarrena?
-El Vasco me dijo que ya habían llegado los refuerzos que él quería. Me dijo que iba a ser el quinto defensor o sino ´andate´. A comienzos de pretemporada tenía la posibilidad de ir a Nacional o Peñarol y podía ganar más plata. El Vasco me dijo que el Cata estaba expulsado, a Burdisso le había dicho que se vaya, después que se quede. Fue todo raro, porque a mí me había dicho que iba a ser titular, pero cuando llegaron Rolín y Torsiglieri me dijo que me vaya, todo muy raro la verdad. Yo hablé en su momento con él, le dije todo en la cara y busqué un nuevo rumbo.
-¿Qué me decís de Bianchi?
-Yo tuve la suerte que él me llamó y yo no le atendí el teléfono, je. Cuando me tenía que decir las cosas, me las decía. Hemos tenido entredichos, pero nunca hubo terceros, siempre lo hablamos entre nosotros. Lo que hablaba con él, quedaba con él, tuvimos entredichos por cuestiones futbolísticas. Yo soy un agradecido porque él me llevó a Boca.
-¿Y de Román?
-Conmigo se portó muy bien y hasta el día de hoy, también se porta muy bien. Las veces que tuve algún entredicho, él era el primero en venir a hablar y calmarme, porque los dos somos de barrio. Siempre me aconsejaba, después cuando se fue a Argentinos Juniors un día que iba a ser titular y me decía que demuestre, que disfrute y que tenía para muchos años en Boca. Un hermoso mensaje con el objetivo que yo disfrute más ese partido.
-Hace poco lo viste en Córdoba, ¿no?
-Sí, cuando jugamos contra Estudiantes. Me comuniqué con él y charlamos un poco en el entretiempo. Él antes me había dejado dos camisetas, una para mí y una para mi hija y esos detalles son los que lo hacen cada vez más grande. Nos dimos un abrazo, charlamos un rato de todo y yo con nerviosismo todavía porque él habló con mi hija, la trató muy bien. Solamente tengo buenas palabras para él.
En 2015, Chiqui Pérez dejó Boca y en los años siguientes jugó en Belgrano, Banfield, Puebla y Flandria, hasta que en 2018 llegó al fútbol de Centroamérica para jugar en San Carlos de Costa Rica y en Cibao de República Dominicana.
-¿Cómo fue tu paso por el fútbol de Costa Rica y República Dominicana?
-En Costa Rica la pasé bien en lo futbolístico porque salimos campeones, jugué Concacaf, pateé penales para clasificar a la Concachampions, pero grupalmente la pasé mal. Todos los jugadores eran de Costa Rica y yo era el único extranjero y me hacían a un lado, yo lo sentí. Pasa que un jugador que va de un país a otro, pone sus condiciones y el club acepta o no. Sentí que ellos me hicieron el vacío por la plata que yo había arreglado, algo que nunca me había pasado en Argentina, nosotros no tenemos eso. En República Dominicana sí la pasé muy bien en todos los sentidos, a nivel grupal y también lo futbolístico porque salimos campeones, fue un lindo grupo.
Los últimos años como profesional fueron en Juventud Antoniana de Salta y en Atlas, club en el que se formó y había debutado de manera amateur casi veinte años atrás.
-¿Cómo afrontaste el tramo final de tu carrera?
-Voy a Atlas, el club de donde salí, para tratar de disfrutar algo, y además tenía cerca la casa de mi mamá, y pasaba mucho tiempo con ella. Estuve muchos años afuera y ese tiempo en Atlas me gustó porque compartí mucho con ella. La pasé bien, pero después tenía a mi familia en Córdoba, tengo dos hijas, mi señora trabaja y un montón de cosas que me hacían tener que estar acá. Tomé la decisión de volver a casa y ahí me dije a mi mismo ´ya estaría´. Además, me dolía mucho la rodilla que me había lesionado en Juventud Antoniana. Después me fui al fútbol amateur de Estados Unidos, fue una experiencia linda, pero volví a Córdoba, me desperté un día y tomé la decisión de largar. Me sentí muy bien conmigo mismo.
Tras su retiro del fútbol, Chiqui Pérez se decidió a la dirección técnica. En la actualidad vive en Córdoba con su familia y dirige a un club de la Liga Cordobesa.
-¿Qué es de tu actualidad?
-Ahora estoy dirigiendo a All Boys de la Liga Cordobesa, que si salimos campeones nos clasificamos a la Liga Regional Amateur. Gracias a Dios vamos luchando y con muchas ganas de seguir progresando. Me gusta mucho ser entrenador. Mi sueño es dirigir Primera División, sé que es muy lejano. Pero como futbolista también era muy lejano jugar en Boca y lo logré.
-¿Te gustaría volver a Belgrano?
-Sí, me encantaría. Tuve reuniones con la dirigencia. Este año no se dio la posibilidad, pero sí me encantaría estar en Belgrano, en el lugar que me den.
-Si tuvieras que elegir un momento de tu carrera, ¿cuál elegís?
-El ascenso.
Chiqui Pérez ya tiene su lugar en la historia grande de Belgrano. El ascenso ante River lo marcó de por vida, su paso por Boca y su relación con Riquelme los guarda en su corazón. Ahora está en otra etapa y debe armar su camino como entrenador. Lo que tiene bien presente es que los sueños se cumplen, porque así fue como futbolista, de jugar en la última categoría a vestir la camiseta de Boca en la Copa Libertadores es una clara muestra de eso.