Ausente una vez, dos, tres veces. Y el peso cayó por completo sobre Álex Quiñónez, quien no podrá estar en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Así lo comunicó el tribunal disciplinario de la World Athletics (antes IAAF), que lo suspendió por 12 meses. La notificación de la suspensión provisional se conoció el jueves 1 de julio de 2021. “El expediente ha sido elevado al Tribunal Disciplinario para su resolución, el cual deberá analizar las alegaciones y pruebas aportadas en mi defensa. Procederé a la defensa de mis derechos ante los organismo deportivos internacionales, con la esperanza de poder demostrar lo sucedido”, redactó el deportista ecuatoriano en un comunicado.

Finalista en los 200 metros llanos (fue séptimo) de Londres 2012, el velocista nacido el 11 de agosto de 1989, en San Mateo de las Esmeraldas, empezó a correr por una apuesta cuando estaba en el equipo de fútbol de su escuela y lo desafiaron. Lo que se inició casi como un juego se terminó convirtiendo en su oficio más relevante y trascendental. Una victoria al mejor atleta del colegio significó una hamburguesa y una gaseosa para el joven Álex. “Correr contra Usain Bolt me marcó para siempre. Yo no los conocía. La final olímpica fue lo más duro de mi vida. Sentí mucha presión, fue una cosa de locos”, recordó Quiñónez.

Como atleta profesional, sin embargo, tiene una trayectoria marcada por puntos que rozan la indisciplina, retiros prematuros y las desavenencias con alguno de sus entrenadores.

Lo que ahora le sucede no es un caso aislado. Ausencias que se repitieron, no estuvo en varias competencias internacionales durante el siguiente ciclo olímpico terminó con un supuesto retiro antes de los Juegos de Río 2016. “Mi hija cayó enferma. Ella tenía 1 año. Trabajé de todo: pintor, en la construcción”, explicó. Con ese paso al costado, el ecuatoriano se dedicó a múltiples actividades como a la construcción y a la mecánica para solventar gastos familiares. Pero apoyado por sus compañeras de equipo Ángela Tenorio y Marisol Landázuri regresó al atletismo, “con una mentalidad diferente”, en 2017 para dar un salto competitivo real en 2019 cuando fue medallista de oro en los Juegos Panamericanos de Lima. Luego corrió la Diamond League y alcanzó la marca para estos Juegos Olímpicos.

El actual medallista de bronce mundial (Doha 2019) en 200 metros fue suspendido por la Unidad de Integridad del Atletismo (AIU) por no estar localizable tres veces en el plazo de doce meses para controles de dopaje. De acuerdo a la AIU, Quiñónez, infringió el artículo 2.4 del reglamento antidopaje, que considera tres omisiones en dicho plazo como un positivo, y traslada el caso al Tribunal Disciplinario de World Athletics. La suspensión de Quiñónez tiene efecto por un año a partir del 21 de junio de este año, por lo que podría competir en los Mundiales de Eugene (Oregón, EEUU), que se disputarán del 15 al 24 de julio de 2022. En rigor, había logrado la plaza clasificatoria para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, pero estaba suspendido provisionalmente a la espera del fallo. La orden de la AIU expone que los atletas de elite de todo el mundo tienen la obligación de comunicar su paradero de, al menos, una hora todos los días del año y estar localizables en la dirección que hayan introducido en el programa informático por si son requeridos para pasar controles de dopaje por sorpresa.

Quiñónez, ante una encrucijada (Foto: Getty Images)

En un comunicado, la Federación Ecuatoriana de Atletismo informó de la suspensión a su corredor, al tiempo que reiteró la “plena confianza en la inocencia del atleta puesto que de la propia resolución sancionadora se puede deducir que el tercer fallo de localización fue un error de actualización de un dato de ubicación totalmente involuntario o fortuito”.

Quiñónez solicitó de forma inmediata la “suspensión cautelar de la resolución sancionadora con el fin de poder llegar a participar a los Juegos Olímpicos de Tokio”. El velocista presentó la apelación correspondiente, resolución que se tendría hasta en 72 horas, con lo que Quiñónez podría viajar a Tokio. Su prueba empieza el 2 de agosto próximo.

En junio y septiembre de 2020, el deportista no pudo ser localizado por la AIU para controles de dopaje. La situación se repitió en mayo del 2021, con un registro de Florida (Estados Unidos) en el sistema Adams como lugar de entrenamiento, cuando el deportista permanecía en Portugal.

La resolución de la UIA “puede ser recurrida al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS)”, instancia a la que acudirá Quiñónez, según adelantó el deportista, quien solicitará “la suspensión cautelar de la resolución sancionadora con el fin de poder llegar a participar en los Juegos Olímpicos”. Según Quiñónez, “la existencia de especiales circunstancias en este caso” abren la posibilidad de una resolución favorable, porque “queda claro que en ningún caso se ha intentado eludir el sometimiento de control de dopaje por mi parte”.