Estás viviendo el día por el que te preguntarán tus hijos. A tus nietos les hablarás del velorio más largo de tu época. Acabás de despertarte de la noche que nunca creíste iba a llegar. O quizás si, pero que nos haya hecho participe de sus resurrecciones nos malacostumbró al punto de dejarnos incrédulos. Por eso, en toda mesa, parada de colectivo o fila del banco aún se habla en presente. " Y bueno, viste como es él, esa vida que lleva". "Se pelea con todos Diego, pero siempre se arregla".
Quedó obsoleto el "¿Dónde estabas cuando?" que se hace habitual en cada suceso histórico que marcará nuestras vidas. Creo que se ajusta más el "¿Cuánto falta para llegar a casa y ponerme a llorar tranquilo?" Quema el alma. Duele con ganas. Uno se niega a creer que todos estemos velando al mismo muerto. ¿Cuánta tinta se gastará en describir este mismo sentimiento? ¿Qué cantidad de caracteres es la adecuada para englobar la pérdida del argentino más ilustre de todos? ¿Cuántos minutos de silencio al aire bastarán para superar la pérdida más importante de nuestro país?
Qué Dios perfecto nos perdimos. Si Diego se mudaba a Suiza después de ganar la Copa en México, hoy su nombre completo sería calle, escuela, estación de tren. Tendría una vida de ensueño, rodeado de montañas, flores y acompañado de sus dos hijas, concebidas en un matrimonio inquebrantable con Claudia, su Claudia. Se juntaría a comer con Federer y su mujer, y sus nietos jugarían con las hijas de Roger.
Los maestros le pedirían a sus alumnos que "sean como Maradona". El Papa hablaría de él como un ejemplo a seguir. Los yankees se regocijarían con documentales en todas sus plataformas mostrándolo como el vivo ejemplo de la meritocracia. Ni hablar del estatus que tendría en FIFA. No habría sorteo, Mundial ni votación en la que no estuviese presente. El 10, claro, trajeado, impecable y llevando unos 60 que aparentan fácil dos décadas menos. Qué impoluto. Qué aburrido. Qué poco argentino. Qué poco Maradona.
Diego se murió. Cuesta leerlo. Cuesta asimilarlo. Ya era mito, leyenda, cuento, canción y bandera. Se fue en Fiorito, en Devoto, en Nápoles y en Dubái. Se fue villero y multimillonario. Se fue sin piernas, se fue chavista, se fue obeso, internado, drogado. Se fue manoseado, usado, ultrajado. Se fue mal rodeado. Se fue lejos de sus cinco hijos. Se fue sin despedirse de nadie. Se fue en silencio, de la noche a la mañana. Se fue tarde. Se fue solo. Se fue y está más presente que nunca.
¡Qué Dios humano tuvimos!