Ganó y festejó. Eufórico pero medido, sin que ello signifique una contradicción. ¿El motivo? Venció a su compañero de ruta, a su amigo, a su coequiper de la Selección nacional. Horacio Cifuentes, con 23 años, tras derrotar a Gastón Alto en la final (4 a 2 en sets muy reñidos, como suele suceder entre ellos), se subió a lo más alto del podio del Campeonato Argentino de tenis mesa disputado en las instalaciones del polideportivo León Najnudel del Centro Nacional de Alto Rendimiento (CeNARD) y en el Instituto Superior de Educación Física Romero Brest. Lo hizo por quinta vez, cuarta consecutiva. “Estoy muy contento. Quería volver a ganar en mi país. En 2020 no tuvimos torneo por la pandemia. Y sumar un título más me motiva mucho para seguir adelante y pensar en lo que viene”, dice Horacio Cifuentes a Bola Vip del otro lado del teléfono.

Tanto Cifuentes como Alto fueron representantes olímpicos en los Juegos de Tokio 2020. Juegan juntos desde 2014. Se conocen al dedillo. Hace tiempo son el 1 y el 2 del ránking nacional. Uno, Alto, mendocino de 35 años. El otro, Cifuentes, platense, de 23 años. “Tenis de mesa es el deporte y ping pong es lo que jugás para divertirte con tus amigos o con tu familia, son dos cosas distintas”, explica el actual Nº 73 del mundo que practica este deporte desde hace 12 años. Su optimismo por jugar contra los mejores, lo llevó a tomar la decisión de viajar a Europa para competir en las grandes ligas. Vive en Portugal, y como todo futbolero, apostaba con sus compañeros cuando Messi y Cristiano se enfrentaban en un terreno de juego: “Cuando jugaban Barcelona y Real Madrid, con mis compañeros portugueses apostábamos; por suerte la mayoría de las veces gané yo”, bromea.

El fanatismo de Horacio no solamente pasa por una mesa, una paleta y una pelotita. Es hincha de Gimnasia y cuenta que a pesar de la diferencia horaria, siempre que puede se despierta para ver a su querido “Lobo”. Recuerda, con cierta nostalgia y tristeza, la noche en la que el conjunto de Pedro Troglio cayó ante Rosario Central en la final de la Copa Argentina. Lejano le queda la imagen de Diego Maradona. Su vínculo está más próximo a Leo Messi que a Diego. “Lógicamente me impactó mucho la muerte de Diego. Pero, con 23 años, soy generacional a la época de Messi. Soy de su generación, para nosotros es nuestro emblema y me alegró mucho el título en la Copa América. Se lo merecía”, cuenta. “Me resulta imposible entender las críticas que recibió. En las redes sociales, como en el mundo, hay gente muy boluda. Fue injusto e innecesario el trato, en muchos casos. Algo parecido a lo que le pasó a Deflina Pignatiello. El deportista, por ser Nº 1 de su país, tiene que llevarse la de medalla de oro. Dimos mucha ventaja en el camino a Tokio. Tenemos la necesidad de que nos vaya bien para seguir adelante, esa es nuestra presión. No me como el verso de las redes sociales que sos un genio cuando ganás y cuando perdés todo lo contrario. Ni una cosa ni otra”, agrega el jugador de Amiens, club de la segunda de Francia. Si bien vive en Oporto, Portugal, el nexo de su club, Francia y Messi funcionará como excusa ideal para ir a ver al 10 de la Selección argentina. “Siempre supe que alguna vez lo iba a ir a ver a la cancha. No me puedo morir sin ver a Messi en cancha. Ahora tengo el motivo ideal para ir a ver al PSG. Al PSG de Messi”.

Más allá de Messi, Cifuentes siempre estuvo vinculado al fútbol. Le gusta “jugar a la pelota”, como él mismo dice. “Hice muchos deportes hasta que a los 10, 11 años íbamos con mis viejos en el auto y vimos un club, Gimnasty, que daba tenis de mesa. Recuerdo que bajamos, preguntamos y a los pocos días ya estaba con una paleta en la mano”, recuerda. De chico, en el Club Victoria de su Barrio, compartía equipo con Juan Foyth, actual jugador de la selección Argentina y el Villarreal, de Inglaterra. “Fui varias veces a la casa, también a varios cumpleaños. Ahora está muy ligado a Estudiantes, pero de chico era de Boca”, revela Cifuentes.

Hace más de 10 años que Cifuentes decidió involucrarse en el mundo de este deporte. Entendió, por experiencias propias, que el salto que tanto anhelaba debía lograrse emigrando de Argentina. Con algunas muecas de tristeza y frustración, Horacio afirma que nuestro país se encuentra muy lejos de las potencias por dos motivos principales: infraestructuras y difusión. Su objetivo de meterse entre los mejores del mundo lo llevó a tomar la decisión de instalarse en Alemania y, posteriormente, en Portugal. Ahí logró el roce para mejorar, crecer y estar a la altura de la elite. “Los domingos a la tarde cuando me veo solo me quiero pegar un tiro, pero después veo los resultados y siento que vale la pena el esfuerzo de dejar mi familia, mis amigos y todo lo que implica irse tan lejos”, se sincera Horacio.

Según un estudio de la NASA, el “Tenis de Mesa” está entre los tres deportes más difíciles. Cifuentes explica que la gran potencia mundial es China. Narra, entre otras cosas, que allá se vive la disciplina como acá se respira el fútbol. “En China, el primer regalo es la paleta con la pelotita. Vas caminando por la calle y las publicidades tienen de imagen a los grandes jugadores de este deporte”, describe. Para comprender el nivel del juego de los chinos, basta mencionar, como botón de muestra, que desde el 2003 hasta la fecha, todos los mundiales fueron ganados por ellos. “Un jugador profesional de esta especialidad entrena entre cinco y seis horas por día en dos turnos. Y la edad no es impedimento para competir, aunque la reacción la vas perdiendo con el correr de los años”, dice el campeón argentino antes de regresar a Europa, el lugar que eligió para crecer. “En mi caso, suelo llegar una hora antes del horario para entrenar porque dedico ese tiempo a hacer saques. El saque en el tenis de mesa es vital, esencial si pretendés tener chances reales. Y luego, claro, la preparación física y mental. No es solo jugar, estar en una mesa. Esto implica entrenamiento físico. Es un deporte anaeróbico, los puntos duran 4, 5, 6 segundos. Es explosivo”.

A los 23 años, Cifuentes sabe que su Norte está entre Portugal y Francia, pero no sabe qué le depara su futuro. “Hoy me veo jugando al tenis de mesa. Pero, como suelo decir y pensar, vivo el año. Ese es mi hoy, más adelante veré qué hago y a qué me dedico”.