Aún le dura la tristeza. Aún se siente inestable. Le sobran los motivos. La estadounidense Simone Biles, se sabe, es una superestrella de la gimnasia. Múltiple medallista olímpica y mundial, en los Juegos de Tokio 2020, Biles tomó una decisión inesperada. No para ella, claro. Ni para sus personas de confianza. Tras retirarse de la final por equipos y posteriormente del all-around individual de los Juegos de Tokio 2020, su situación abrió un sinfín de especulaciones pero lo real y concreto es que lo hizo para priorizar su salud mental.
En una conversación en video con su madre publicada el lunes por la marca deportiva Athleta, su nuevo patrocinador tras romper con Nike, firma que es propiedad de Gap centrada en mujeres, Biles explicó y detalló que sus problemas se habían acrecentado con el tiempo. Como un espiral o una bola de nieve que no paró de crecer y crecer, su salud mental se deterioró y ella, como tantos deportistas de alto rendimiento, lo maquilló. Lo ocultó debajo de la alfombra. Pero claro, como sucede, hubo un momento en que se hizo tan grande y tan fuerte en su interior que necesitó soltarlo para cuidarse. “Ni siquiera diría que comenzó en Tokio. Siento que probablemente fue un poco más arraigado que eso. Creo que fue solo el factor de estrés. Se acumuló con el tiempo, y mi cuerpo y mi mente simplemente dijeron que no. Pero ni siquiera yo sabía que estaba pasando por eso hasta que simplemente sucedió”, dijo.
En la capital japonesa, Biles sufrió un ataque de los “twisties”. Un fenómeno potencialmente peligroso que hace que las gimnastas pierdan el sentido de la orientación cuando están en el aire. La palabra proviene del inglés "twist" y significa "girar", una expresión que se emplea en la gimnasia teniendo en cuenta las diferentes volteretas en las rutinas que las gimnastas hacen. En suma, los “twisties” es un bloqueo mental. En gimnasia, “twisties” pueden causar una pérdida del sentido del espacio y la dimensión cuando la atleta está girando en el aire, produciendo un descontrol corporal que puede resultar en giros o volteretas adicionales que no tenía programadas. En el peor de los casos, les resulta imposible terminar el ejercicio de forma segura.
Biles, más tarde, regresó a la competencia olímpica para participar en la final de la viga de equilibrio, donde se quedó con un bronce.
“Simplemente apesta. Como entrenar cinco años y que no salga como querías”, aseguró Biles en la charla. Y agregó: “Pero sé que ayudé a mucha gente y atletas a hablar sobre la salud mental y decir que no. Porque sabía que no podía salir y competir. Sabía que me iba a lastimar. Obviamente esperaba sentir mucha reacción violenta y vergüenza. Pero es todo lo contrario. Esa fue la primera vez que me sentí humana. Además de Simone Biles, yo era Simone, y la gente lo respetaba”.
Biles afirmó que desea que su caso funcione como catalizador para animar a otros deportistas a pedir ayuda si sienten en peligro su salud mental. “Sé que no es fácil, pero realmente es útil. Y sé que la mayor parte del tiempo tienes miedo de sentirte tonta. Pero, como he aprendido a lo largo de los años, está bien pedir ayuda”.