Fue una tarde de sol. El marco era inmejorable para el clásico de barrio más grande del mundo. Las entradas habían volado en un pestañar y se esperaba un clima espectacular el sábado. La gente, una vez más, estuvo a la altura de un momento único y brindo un recibimiento espectacular que estuvo en boca de todo el fútbol argentino.

Más de 40 mil globos tubulares, miles de banderitas de palo azules y rojas, fuegos de artificio, bombas de humo y dos telones gigantes que bajaron desde la Popular Local (por primera vez luego de una década) y desde la Platea Sur. Los simpatizantes habían juntado en la previa más de un millón de pesos en menos de 24 horas para la compra de todo el cotillón.

Y el escenario fue simplemente impresionante. Adam Bareiro, figura del 1-1 ante Huracán y autor del gol agónico del empate de penal, salió al campo de juego con una cámara en su pecho para registrar en primera persona la ensordecedora bienvenida que la gente le brindó al equipo de Ruben Darío Insua.

Así se vivió.