Paolo Maldini fue cinco veces campeón de Europa y tres veces campeón del mundo y sorprendió: "Soy el más perdedor de la historia"

Para muchos, Paolo Maldini es uno de los mejores defensores de todos los tiempos. De hecho, la gran mayoría, lo incluye a la hora de armar un once ideal histórico. Y motivos para hacerlo sobran teniendo en cuenta la carrera del ex jugador italiano.

Es que, sin ir más lejos, el hijo de otro ícono como Cesare Maldini disputó cuatro ediciones de la Copa del Mundo, además de ganar tres veces la actual UEFA Champions League y tres veces la Copa Intercontinental -una de ellas ya en el Mundial de Clubes-.

A su vez, Maldini, uno de los ídolos máximos históricos del Milan, también supo ganarlo prácticamente todo con el Rossonero en el ámbito doméstico, dejando una huella definitivamente imborrable y ganándose un lugar para toda la posteridad en el corazón de los hinchas.

Pese a todo ello, Maldini, ya con 56 años de edad, supo sorprender a propios y extraños con una afirmación contundente, deslizando que es el jugador más perdedor de la historia. Sin lugar a dudas, palabras que dejaron a propios y extraños con la boca abierta.

“Soy el jugador más perdedor de la historia”, comenzó exteriorizando el futbolista que se retiró de la actividad profesional allá por el año 2009 en medio de un vivo de Instagram junto con su excompañero Christian Vieri, con quien terminó forjando una gran amistad.

“Explico el razonamiento: gané muchísimo, con cinco Copas de Europa, pero perdí tres finales de Champions, una Supercopa de Europa, tres finales de Intercontinental, una final del Mundial, una de la Eurocopa, una semifinal de un Mundial y podría seguir”, indicó.

“Tuve la suerte de ganar mucho y vi estas finales perdidas como algo que forma parte del juego. Acepté todo, honestamente. En la selección, lamentablemente, tuve grandes equipos, grandes ocasiones, pero al final perdimos por penales. Y, luego, en 2006, cuando no estaba, ganaron por penales, es así”, profundizó.

“Cuando en 2006, el entrenador Lippi me llamó, le dije que no por respeto al anterior director técnico, Trapattoni, al que ya le había dicho que dejaría la selección. Cuando Italia ganó la final en Berlín contra Francia, pensé: ‘Ok, tengo mala suerte'”, finalizó.