Llegó un momento muy esperado para todos los hinchas de River Plate: el regreso de Marcelo Gallardo, el entrenador más ganador y el más importante de toda la historia del conjunto Millonario. Por ello es que hay una enorme ilusión en torno a lo que puede deparar el destino para los de Núñez.
El Muñeco asumió el lunes pasado e inmediatamente puso manos a la obra para imponerle su sello a River. Un River que, si bien cosechó algunos títulos durante los últimos tiempos, nunca pudo transmitir ese respeto y esa confianza que había caracterizado al primer ciclo de Gallardo en el banco de suplentes.
Pero lo cierto es que el tiempo apremia. No hay demasiado terreno por delante antes de la llegada de los grandes desafíos que tendrá River durante el segundo semestre del año. Y Gallardo lo sabe. Por ello, fiel a su estilo, el timonel del Millonario no tiene pensado dejar nada librado al azar.
Inclusive, el aclamado técnico diseñó un plan de acción para conseguir el éxito. Un plan que contempla la inminente llegada de los octavos de final de la Copa Libertadores de América y también la incómoda posición del equipo en la Liga Profesional de Fútbol.
Lejos de buscar el brillo de inmediato, Gallardo intentará lograr, en primer término, la solidez defensiva. Está convencido de que este River no viene ofreciendo garantías en la última línea, por lo que su objetivo es armarlo de atrás para adelante.
Por ello es que no demoró en solicitar el retorno de un viejo conocido de la casa como Germán Pezzella y también la llegada de otro anhelo propio como Fabricio Bustos. Su misión es acomodar la defensa lo antes posible para que el equipo deje de sufrir en demasía en ese aspecto.
En ese sentido, su espejo es aquel River de 2014 y 2015. Su primer River. Un equipo que, si bien contaba con un alto vuelo futbolístico, también se caracterizaba por la pierna fuerte, el despliegue y la entrega. Un equipo que mordía, que luchaba y que imponía respeto.
De hecho, en aquellos cruces coperos, Boca supo sufrir la rusticidad de un River que contaba con referentes y con pilares que no escondían la pierna a la hora de una dividida. Gallardo está convencido de que ese es el inicio del camino para hallar lo más cercano a la perfección.
Posteriormente, de a poco, el Muñeco tratará de que River pula los detalles necesarios en ofensiva. Que la generación y la creatividad ganen protagonismo. Por lo pronto, sabe que los nombres propios que hay del medio hacia adelante marcarán diferencias de todos modos.
Claro, no está dispuesto a resignar nada mientras diseña su nuevo River. Por eso también puso el foco en Maximiliano Meza con el objetivo de que cumpla un rol similar al de Nicolás De La Cruz, alguien a quien los de Núñez no pudieron reemplazar desde su partida a Flamengo.
En ese contexto, River sigue trabajando día tras día bajo la tutela de un Gallardo que está en todos los detalles y que se muestra completamente motivado como aquel primer día de hace una década. Un Gallardo que ya tiene muy claro qué quiere y también cómo empezar a conseguirlo.
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