Corría el año 1998 cuando un muy joven pero prometedor Pablo Cuba llevó a cabo su soñado debut como futbolista profesional defendiendo la camiseta de Talleres de Córdoba, el club de sus amores. Lo hizo bajo la dirección técnica de un entrenador que se encontraba dando sus primeros pasos pero que terminaría haciendo historia y pisando muy fuerte: el mismísimo Ricardo Gareca.

“Ricardo me llevó a la primera pretemporada cuando cumplí 16 años, apenas llegó. Era chico, estuve entrenando con Primera cuando salimos campeones contra Belgrano y ascendimos. Después tuve dos o tres partido en Primera”, narró en diálogo con BOLAVIP el exdelantero que, en ese momento, ya ilusionaba a todos y cada uno de los hinchas del Matador.

Pablo Cuba sorprendió con sus primeros pasos en Primera.

Pablo Cuba sorprendió con sus primeros pasos en Primera.

La carrera de Cuba fue fugaz, vertiginosa y también corta. En un lapso muy acotado de tiempo escribió varias páginas destacadas y también llamativas. Pero claro, tuvo que remarla desde chico, ya que la superpoblación de delanteros hizo que deba volver a bajar un escalón: “Me fui a préstamo a Tigre donde me dirigió Julio Ricardo Villa. Ahí jugué varios partidos e hice varios goles”.

Una aparición brutal

Y luego tuvo su rápida revancha, llamando la atención de propios y extraños. “Volví, me agarró Juan José López e hice mi debut como titular. Ahí me tocó hacerle dos goles al River del ‘Tolo’ Gallego donde estaban Ortega, Saviola, Aimar. Un equipazo que después salió campeón. Fue todo de golpe”, indicó el ariete que ya había puesto su nombre propio en las portadas de todos los diarios deportivos y que terminaría esa campaña con 12 festejos.

“Me gané a la gente por los goles y por mi juego de entregarme, de demostrar que me brindaba al equipo. Terminamos clasificándonos tres fechas antes de que termine el campeonato a la Libertadores y a la Mercosur”. Sí, precisamente una Mercosur donde Cuba la rompió con un espectacular e inolvidable hat-trick a Peñarol en el mítico Estadio Centenario de Montevideo, en un triunfo por 3-1.

En ese certamen continental, Talleres arrasó en la fase de grupos, terminó invicto en una zona también compuesta por Vélez Sarsfield, Sao Paulo y el propio Carbonero. Sí, tres pesos pesados que quedaron a los pies del elenco cordobés y de los goles de un Cuba que, en ese entonces, se catapultó como uno de los delanteros más sorprendentes y de mayor proyección en Argentina.

Llegaron las ofertas

“Gracias a esa buena temporada en Talleres tuve una linda propuesta que no se dio de la Fiorentina de Italia. Después, cuando voy a jugar la primera fecha de la Libertadores contra América de México, Petrone, el dueño de mi pase, me dice que no juegue porque tenía todo arreglado con San Lorenzo. Cuando llegué a Argentina, bajé del avión pensando que me iba para San Lorenzo pero Granero, mi representante, me dijo al oído que no firme nada porque estaba todo arreglado con Independiente”, recordó Cuba sobre la acumulación de ofertas.

“Tuve que decidir en el momento entre un Independiente que estaba armándose y un San Lorenzo que me tentaba mucho porque el director técnico era Manuel Pellegrini, una persona sabia con mucho conocimiento”, profundizó. Sí, a Cuba le terminaron poniendo una camiseta de cada equipo y se terminó inclinando por la de los Diablos Rojos de Avellaneda.

Cuba en un entrenamiento de Independiente.

Cuba en un entrenamiento de Independiente.

“Tuve que tomar una decisión y me fui para Independiente. No me arrepiento para nada, al contrario. Ahí salí campeón del fútbol argentino con jugadores extraordinarios como Lucas Pusineri, Federico Insúa, Gabriel Milito, Pablo Guiñazú y Daniel Montenegro, entre otros. La verdad que tener una estrella en el tercer club más importante de Argentina es un orgullo”, argumentó el cordobés sobre su elección.

El regreso a Talleres

Tras esa estadía en el Rojo, Cuba, sin lugar en la consideración del cuerpo técnico, volvió a su casa. Y la campaña fue realmente buena, pero los fatídicos promedios le jugaron una muy mala pasada: “Volví a Talleres e hicimos un campañón con el ‘Pato’ Pastoriza y después de nuevo con J.J. Salimos segundos y lamentablemente por una temporada anterior no pudimos zafar de la promoción”.

“Haber clasificado a las dos copas de nuevo y por entrar a la promoción no poder jugarlas fue doloroso. Perdimos contra Argentinos Juniors y descendimos. Soy hincha del club, voy siempre a la cancha y me sigue quedando esa sensación muy amarga”, completó al respecto quien acusó el golpe y nunca pudo volver a ser ese goleador que pedía a gritos fútbol europeo.

Pablo Cuba en Talleres de Córdoba.

Pablo Cuba en Talleres de Córdoba.

La recta final y el retiro prematuro

“Después me fui a Unión y más tarde a Bolivia para jugar la Copa Libertadores con The Strongest, el más grande de ese país. Tuve pasos por Túnez, Chile, Ben Hur y San Martín de San Juan, que es donde ascendimos con ‘Teté’ Quiroz a Primera. Fue algo histórico para el club, para la provincia”, recordó Cuba. Sí, un ascenso que significaría su última alegría en el fútbol profesional.

“Después tuve cuatro meses en Primera y tomé la decisión de dejar el fútbol profesional. Era muy joven, tenía 28 años. Fue una decisión mía, nada de una lesión. Pasa que ya no me apasionaba jugar profesionalmente, no tenía ganas, no quería ir a entrenar. En el fútbol actual, si vos no estás bien físicamente, no podés jugar. Por más que tengas la habilidad, la capacidad técnica, la mentalidad, si no te dan las piernas, no podés jugar”, cerró.

Siempre cerca del fútbol

Cuba celebrando uno de sus tantos goles en Talleres.

Cuba celebrando uno de sus tantos goles en Talleres.

Sin embargo, Cuba no pudo alejarse del fútbol. Más allá de haber atravesado algunos momentos delicados, volvió al ruedo y lo hizo ligado al club que siempre le abrió las puertas. Talleres de Córdoba, ese para el que ahora trabaja con una escuela formativa, preparando y formando chicos para que después brillen con la camiseta del Matador.

“Hace nueve años que tengo una escuela de fútbol, más allá de hacer eventos deportivos y eventos internacionales. También hago la Copa Fair Play acá en Carlos Paz, donde tengo el apoyo del intendente. Actualmente tengo 300 chicos en mi escuelita donde tres o cuatro por año firman directamente con Talleres”, exclamó, orgulloso de su trabajo.

“Trabajamos realmente bien, como un club, porque para que firmen en Talleres, donde la vara es realmente alta, es porque estamos haciendo las cosas bien. Formamos chicos que vienen a pasarla bien y aprenden todas las herramientas para que se puedan desenvolver en el campo de juego. La escuela se llama Filial Talleres Pablo Cuba”, completó el exdelantero de 44 años y papá de Benjamín y Toto Cuba.

Sí, más allá de haberse agotado del fútbol profesional y decir basta cuando todavía podía seguir rompiendo redes durante varios años más, aquel jovencito que irrumpió llamando la atención del país en general, que estuvo a un paso de Europa y que fue “fichado” al mismo tiempo por dos de los más grandes del fútbol argentino no pudo dejar de lado la pelota.

Pablo Cuba, formador de jugadores. (Foto: Instagram)

Pablo Cuba, formador de jugadores. (Foto: Instagram)