Jennifer Galvarini no está para las jugarretas si no las detona ella misma. Ni siquiera para los animadores del estelar de Gran Hermano, a quienes les paró los carros de manera tajante.
Es que en los últimos días, La Pincoya sin Glamour tuvo un encontrón con la anciana Mónica, después de un osado jugueteo con el nuevo participante del reality Sebastián Ramírez.
El momento se vivió cuando Galvarini tenía un merengue que esparció en su cuerpo, para que Ramírez se lo sacara con la lengua. ¡Incluso en sus nalgas!
Todo ocurrió ante la mirada horrorizada de Mónica, quien prefirió retirarse de la habitación. De ahí en adelante, la adulta mayor decidió manifestar su molestia con el hecho, sobre todo por la imagen que Jennifer estaba proyectando hacia afuera.
Gran Hermano: ¿Por qué Jennifer se molestó con JC y Diana?
La mujer de origen chilote -por si a alguien no le ha quedado claro- se molestó porque Julio César Rodríguez y Diana Bolocco quisieron indagar en el conflicto con Mónica.
Esto a propósito de que fue consultada por el conflicto en medio del programa estelar de este domingo.
JC y Diana le insistieron a Mónica para que se manifestara, pero ella no enganchó, descartando hacer nuevos comentarios sobre el incidente.
“Miren, yo les voy a decir una cosa… y que lo escuche el mundo entero, porque pienso que a mi edad está permitido todo”, les advirtió en primer lugar La Pincoya.
Entonces, lanzó: “a ustedes dos los encuentro bien cizañeros, porque yo no tengo ninguna mala onda con la mujer”.
Así fue que descartó el conflicto con Mónica, resaltando que a pesar de que ocurrió el inconveniente, mantienen un vínculo de carácter cordial.
“No sé si la gente no lo ve… Los invito a que nos sigan en Pluto TV. Nosotras nos saludamos, independiente si ella piensa algo (de mí)”, puntualizó.
Sobre el origen del conflicto
Ya que estaba en el asunto, Jennifer decidió referirse al episodio del merengue y fustigó a los conservadores que la juzgan.
“Si me lo permiten, yo hablo. Pero ustedes saben que yo me voy con camión y carro, si po’ (…) No porque yo esté casada, no soy mujer, no me quiero divertir y pasarlo bien“, les dejó bien clarito.
Eso sí, tiene “límites, (pero) no tengo mi mente podrida. Entonces, para mí echar la talla con este guapetón que viene llegando a la casa, que es divertido…”.
“Si creen que es una falta de respeto reírse, yo creo que más falta respeto son los gritos, las discusiones, las patadas de puertas. No que yo me ría y traté de pasar un rato agradable”, puntualizó.