Pasaron casi cinco años desde que la llama olímpica dejó de verse fulgurante en Río. Pasaron cinco años de promesas que quedaron en el camino o a medio cumplir. Pasó un Juego Olímpico, prepotente y todopoderoso, y donde hubo brillo y esplendor, hoy reina el silencio, impiadoso testigo del paso del tiempo sumado a la desidia del hombre. A pocos días de iniciarse los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, en Sudamérica todavía tratan de cumplir con las promesas hechas respecto al legado que dejaría (y dejó) el primero evento deportivo con características de magnánimo.

Los Juegos de Río costaron cerca de 14.000 millones de dólares contra los 15.000 millones de dólares que desembolsó Japón para Tokio 2020, sin que haya habido tantas obras como en Brasil.

Mientras el gobierno brasileño asegura que el Parque Olímpico de Río no será abandonado, la Municipalidad renueva una vieja red de autobuses y se compromete nuevamente a crear escuelas a partir de la desmantelada Arena del Futuro.

Estadio del Parque Olímpico, en Barra de Tijuca. (AP).

Sin embargo, la gran crítica que aún pesa sobre las autoridades de Río es que las obras no fueron pensadas ni buscaron la manera de mejorar las vidas de los sufridos residentes de una ciudad superpoblada. “Si te guías solo por las promesas que hicieron, asunto resuelto”, comentó Christopher Gaffney, profesor de la Universidad de Nueva York que hace estudios urbanos y de grandes eventos, quien vivió en Río durante la preparación de los Juegos de 2016. “Pero no se habló de nada durante la fase de planificación. Los Juegos pasan a ser un plan y su éxito se mide solo respecto a ese plan”, agregó.

Los espacios recreativos en zonas donde no había ningún lugar para el disfrute fueron bien recibidos por los cariocas, lo mismo que la renovación de la zona portuaria, con nuevos túneles y museos, por más de que no atrajo nuevos residentes ni a las empresas que se esperaba. La demolición de una autopista permite hoy ver en todo su esplendor la Bahía de Guanabara donde se realizaron las competencias de vela, pero no se limpiaron las aguas, que reciben las aguas sucias de los alcantarillados, como se había prometido.

La basura se acumula en la bahía de Guanabará en Río de Janeiro. (AP)

De todas las promesas hechas, la del transporte era la que, en teoría, podía tener el mayor y mejor impacto en las vidas de los 6,5 millones de habitantes de Río. Sin embargo, quedó a medio cumplir dado que se prometió un “Anillo de Transporte de Alto Rendimiento” que ampliaría la reducida red de trenes subterráneos y crearía carriles exclusivos para autobuses (una red de “transporte rápido en autobuses”, o TRA). Se construyeron cinco paradas nuevas que comunicaron el tren subterráneo con el TRA y que pronto transportaban miles de pasajeros a diario. Pero al mismo tiempo se eliminaron decenas de líneas de autobuses o se les dieron nuevas rutas. A mediados de 2017 había mermado la cantidad de personas que llegaban al trabajo o a la escuela en el transporte público respecto a las cifras de los tres años anteriores, según un equipo de la Universidad de Oxford encabezado por el investigador brasileño Rafael Pereira.

Vista del circuito de competencias de canotaje en el Radical Park de Río. (AP).

El transporte público se fue deteriorando desde entonces y es muy necesaria una recuperación y expansión del TRA, de acuerdo con Pereira. En abril, menos de la mitad de los casi 300 autobuses del TRA funcionaban y un tercio de sus 134 paradas habían sido eliminadas, según la municipalidad. El alcalde Eduardo Paes se excusó al decir que el TRA fue “destruido por la incompetencia” de su predecesor, que dejó que se deteriorase. Paes era el alcalde cuando Río se postuló como candidata en el 2009 y durante los juegos en el 2016, en que completó su mandato. En una entrevista con la agencia Associated Press (AP), expuso que el electorado lo eligió nuevamente este año por su promesa de revivir el TRA. Ganó todos los distritos electorales. “El TRA es un gran éxito, por su puesto, si funciona como debe funcionar”, manifestó Paes. “A la luz del abandono de la ciudad en los últimos años, hay que trabajar mucho para reconstruir la red y hacer que funcione de nuevo”.

En sí, la candidatura de Río ganó adeptos a partir de la hipotética idea de inspirarse en la renovación urbana de Barcelona 1992. Pero los últimos Juegos Olímpicos rentables se celebraron en 1984 en Los Ángeles, y bien pudo ser una anomalía histórica o un error de la matrix. Los Juegos Olímpicos de Montreal en 1976 arrojaron pérdidas por más de 1000 millones de dólares. Tal vez por ello, en junio de 2019, el COI aprobó propuestas para cambiar el proceso de selección de sedes y creó comisiones que pueden controlar el proceso. Varias ciudades de países en desarrollo que consideraban postularse para los Juegos del 2032 desistieron de hacerlo y Brisbane (Australia) surgió como la favorita, con el visto bueno de muchos miembros del COI.