Un jugador de época tiene como principal característica trascender dentro del fútbol por ser un “distinto”. Con 1.94 metros de altura, el pelo por debajo de los hombros y una zancada que metía miedo por los carriles, es imposible no recordar a Daniel Bilos como un verdadero jugador de época. Uno de los que ya no hay.
Desde Pergamino casi sin hacer inferiores a Banfield. De Banfield a Boca y la Selección Argentina. Una negativa a Croacia y al Mundial 2006 en el medio y un destino europeo que no prosperó. Las lesiones en la rodilla que lo hicieron retirarse prematuramente y una vuelta que no pudo darse en San Lorenzo, en Banfield y en Douglas Haig.
Ahora, en un mano a mano exclusivo con BOLAVIP el Flaco Bilos hace un repaso de lo más destacado de su carrera, su nuevo rol en Banfield y las lecciones que aprendió en su vida tras ser diagnosticado con cáncer.
-¿Te considerás a vos mismo un jugador de época?
-Si en cuanto a lo físico tenía una altura promedio, las posibilidades de que llegue a primera eran escasas. Había jugadores con mejor nivel que yo, pero era poco habitual que un jugador de 1.94, casi dos metros, juegue pegado a la línea. Era algo que no se veía de manera asidua. Eso me permitió aprovechar que un contratiempo como la altura se convierta en mi oportunidad para hacer mi carrera en el fútbol argentino.
-¿Ves a alguien parecido a vos en el fútbol actual?
-Es complicado porque cambiaron las posiciones. Lo que en su momento era un carrilero hoy es un extremo, que suelen ser jugadores más bajos de estatura, más explosivos. Difiere de lo que era mi posición natural. No encuentro a alguien similar a las características que tenía en mi juego. Hay muchas diferencias en las épocas. La intensidad y la velocidad de juego son muy distintas.
-¿Qué responsabilidad tuvo Falcioni en que ese sea tu estilo de juego?
-En mi carrera fue muy importante, fui parte de su paso por Banfield como jugador. Estoy muy agradecido con él; fue quien me escuchó cuando dije que quería jugar como carrilero. Cuando lo hizo recién llegaba al club, no tenía la espalda que tiene hoy y se la jugó por mi.
Tras sus primeros pasos como profesional en Banfield, donde jugó más de 100 partidos en su juventud, el Flaco Bilos llegó a Boca en julio del 2005 para sumarse a las filas del equipo que había agarrado Alfio Basile. El Coco y el lungo carrilero llegaron a la par y se convirtió en uno de los símbolos de ese equipo xeneize que ganó cinco títulos en poco más de un año. Bilos fue parte de cuatro de ellos, y en solo 42 partidos disputados dejó un legado en el club de la Ribera.
-¿Cómo se gesta tu llegada a Boca?
-Me estaba adaptando a la nueva posición que tenía en Banfield con Julio (Falcioni), y las cosas venían saliendo bien. De un momento a otro surgió la chance de jugar en Boca. Era un combo entre los dos equipos en donde me incluían en el pase de Rodrigo Palacio. Ya en ese momento mi rodilla estaba complicada y decidieron dejarme a préstamo un tiempo más en Banfield, donde pude jugar la Libertadores, y después llegué a Boca. Ahí integramos un gran equipo con enormes figuras y tuve que acoplarme al grupo.
-Llegaste a un equipo lleno de referentes y caudillos: ¿Quiénes eran los principales líderes de ese Boca?
-Los referentes principales eran Palermo, Guillermo, el Pato (Abbondanzieri), Ibarra, Schiavi, Cagna, Battaglia. Todos habían ganado de todo pero siempre querían ir por más, eso los caracterizaba.
-¿Cómo manejaba el Coco Basile a ese grupo?
-El Coco Basile tenía sus particularidades. Siempre fue fiel a su estilo, trataba siempre de proteger mucho al jugador y de ser lo menos invasivo posible. El grupo que teníamos en Boca era buenísimo, me deja los mejores recuerdos y salió muy bien todo en lo individual y en lo grupal. Los referentes nos marcaban el norte y nos acoplábamos a lo que nos indicaran ellos. Ya habían ganado todo ellos, y aún así seguían teniendo la ambición de lograr más cosas en el club.
-¿Qué es lo que más te acordás de ese Boca?
-Tengo una anécdota de ese plantel que refleja lo que eran como referentes. Estábamos en la Posada de los Pájaros (Tandil), donde Boca hacía la pretemporada siempre en esas fechas. Yo estaba con una molestia en el talón y podía hacer la pretemporada solamente de a partes. Un día que nos dieron libre, se nos ocurrió con Fernando Gago, Nery Cardozo y Rodri Palacio ir a jugar un ratito al pádel. Habrá sido media hora, ponele. Cuando nos juntamos a almorzar todos, me llama el Pato Abbondanzieri y me preguntó que había estado haciendo. Obvio que no le podía mentir y le conté que fuimos a jugar al pádel. Y ahí me dijo palabras que a día de hoy recuerdo textuales: “No te quejes más, hacé todo lo que tenés que hacer porque si podés jugar al pádel, podés jugar a la pelota”. A partir de ahí tuve que agachar la cabeza y aguantar el dolor en los entrenamientos. Era el referente y tenía la razón, había que respetar lo que me decía.
-A fin de cuentas, ¿cuáles eran los secretos de ese Boca del Coco?
-Los secretos de ese Boca se definen en dos palabras: humildad y ambición. Ese grupo marcó mucho, hay gente que se acuerda mucho de ese equipo. Los referentes marcaban el norte y nosotros nos sumamos a un club como Boca para seguir esa senda. De la mano del Coco, con eso como pauta, fue lo que nos sirvió para ganar todo lo que se ganó.
Sus buenos rendimientos en el primer Banfield de Falcioni y en el primer Boca del Coco Basile llevaron a que Bilos capte interés de un seleccionado europeo como Croacia, nación que lo tentó para sumarse al plantel del Mundial 2006 pero que el propio Flaco rechazó con la esperanza de jugar en Argentina. La oportunidad le llegaría meses después de aquella Copa del Mundo, cuando Basile se marcharía de Boca para agarrar el banco de la Selección. Dos partidos y un gol a cambio de jugar un Mundial, y así y todo Bilos repetiría su fuerte decisión.
-¿Cómo se dio el llamado de Croacia?
-Cuando terminamos de jugar un partido por Copa Libertadores contra Deportivo Cali en cancha de Banfield tenía al presidente de la federación croata, al entrenador de la Selección de Croacia y al embajador de Croacia en Argentina, que ejercía como traductor, y me propusieron jugar para su selección porque tenía la chance de jugar el Mundial 2006. Tengo ciudadanía croata por el lado de mi familia paterna, mi abuela manejaba el idioma. Fue algo que me sorprendió, que cuando pasé a Boca se potenció más todavía.
-¿Y por qué rechazaste la posibilidad?
-Fue una decisión difícil porque era resignar un Mundial, que para esta profesión es lo máximo. La resigné para tener la ilusión de estar en la Selección Argentina. Yo no hablo croata, no conozco Croacia y en general los casos que pasaban los cambios de nacionalidad para representar a otra selección ya sabían el idioma o conocían el país, o incluso jugaban en la liga de ese país. Lo mío era algo más excepcional. Soñaba siempre con jugar vistiendo la celeste y blanca así sea en un amistoso. Resigné jugar un Mundial, que para un futbolista es lo más importante por tener aunque sea 10 minutos con Argentina. Lo pude lograr, que para mi era una utopía, pero se dio. Lo disfruté, obviamente me hubiese gustado jugar más tiempo pero siempre fui consciente de las limitaciones personales que tenía y la calidad de jugadores contra los que competía. Siempre fui muy agradecido de esa citación en los partidos ante Brasil y España.
-¿Te arrepentís de la decisión que tomaste?
-No, no me arrepiento. El hecho de haber compartido la cancha con Messi, que en ese momento era un fenómeno en lo futbolístico pero todavía no era lo que terminó siendo, y verlo entrenar, verlo en el vestuario, verlo jugar; además de que del otro lado jueguen leyendas como Xavi, Iniesta, Sergio Ramos y convertir un gol en un partido así para mi fue un sueño hecho realidad viendo desde donde llegué. Yo llegué al fútbol desde Pergamino, casi sin hacer inferiores. De chico todo eso se veía lejano, era utópico y se me pudo cumplir.
Como ya mencionó el propio Daniel, los problemas de rodilla fueron una constante en su trayectoria deportiva y su vida. Una lesión plenamente genética que lo acompañó durante toda la carrera y lo obligó a colgar los botines prematuramente, a sus 28 años. Pese a intentar regresar en dos ocasiones, a sus 30 y 33 años, finalmente terminó confirmando el fin definitivo de su ciclo profesional en 2013.
-¿Cuál es la lesión que te alejó del fútbol?
-Tengo osteocondritis en la rodilla izquierda, es una cuestión genética. Tengo la rótura fuera de su lugar y me fue comiendo poco a poco el cartílago. Me hacía muy difícil jugar y más con mi estilo que era muy físico. Más allá de que quise intentar varias veces, tuve que dejar el fútbol para cuidar mi salud. Hoy puedo hablarlo de manera fluida, consulté con especialistas para asesorarme y hoy lo puedo explicar bien.
-¿Cómo te preparaste mentalmente para afrontar el retiro prematuro?
-Uno trata de prepararse psicológicamente pero no estás preparado. Por lo menos así fue en mi caso. Yo proyectaba mucho a largo plazo y desde la lesión y lo que me pasó tuve que aprender a cambiar la perspectiva de vida y dentro del fútbol a nivel cortoplacista. Nada es seguro en esta vida, capaz hoy lo que tenemos mañana ya no lo tenemos más, a mi por ejemplo me sacó de lo que tanto quería, que era ser futbolista profesional.
-¿Y hoy cómo estás de la rodilla?
-Hoy estoy bien, gracias a Dios y al doctor Jorge Batista, que me pudo intervenir con una operación compleja en la que me corrigió la desviación. No me permite jugar de manera habitual pero sí llevar una vida tranquila y sin dolores. Gracias a la operación hoy estoy bien, no juego de manera continua pero estoy muy bien.
-Tuviste que jugar infiltrado en varias ocasiones: ¿Termina resultando perjudicial para un futbolista?
-Si, repercute porque acelera los procesos. Jugar así te adormece la zona para evitar el dolor, pero la situación se va empeorando. Yo asumí que era el riesgo a tomar con tal de seguir jugando y poder seguir estirando mi carrera un poco más.
En el retiro, Bilos tuvo que lidiar con una compleja situación de salud debido a que fue diagnosticado con cáncer de piel. Hoy pudo superarlo, pero relata que la enfermedad le cambió la forma de ver la vida para siempre.
-¿Cómo te trata hoy la enfermedad?
–Gracias a Dios hoy estoy muy bien. Hace no mucho tiempo, 10-15 días atrás me sacaron lo que en un principio parecía que era más de lo mismo, pero por suerte los resultados patológicos dieron mejor de lo que esperábamos y los resultados fueron positivos.
-¿Cómo fue enterarte de la noticia de que tenías cáncer?
-Tenía una lesión en la cara que no se curaba y no cicatrizaba. Nunca me imaginé que iba a ser ese el diagnóstico. Fui al dermatólogo y me hizo una exploración que me dijo el resultado de manera concisa: tenés cáncer de piel, me dijo. En el momento fue chocante, pero ahí fue donde me dijo una frase que hoy trato de replicar en el día a día: “Es para ocuparse y no para preocuparse“. Ojalá no vuelva, pero está en manos de Dios.
-¿Cómo lo afrontaste al principio?
–Es una situación chocante. Cuando me dijeron que tenía cáncer de piel uno no toma dimensión, pero después se empiezan a incrementar las dudas y las consultas. La frase que me dijo el dermatólogo es lo tengo que cumplir y así será hasta el último día de mi vida.
-¿Y psicológicamente como se atraviesa?
-Tengo la suerte de que mi esposa es profesora de psicología y si bien el abordaje no es lineal porque ella no me podía atender, sí me ayudó a ver la vida de otra manera, a ver cada situación como una oportunidad. Preguntarse el porqué tocan estas cosas no tiene mucho sentido, es seguir adelante y vivir el día a día, sin proyectar a largo plazo. Ojalá el día de mañana salga una cura definitiva para la enfermedad. Hoy por hoy es tratar de ocuparme para llevar una vida personal, no es un estigma y no me molesta contarlo o hablar de esto. La contención de mi familia fue fundamental para afrontar esto.
-¿Te privó de algo?
-Lo que más me perjudicó es que a mi me gusta mucho la pesca y con el reflejo del sol en el agua, más allá de que me cuide y me resguarde de los rayos del sol, hace tiempo que no voy. Hoy trato de evitarlo, y era un hobby que me gustaba mucho, es algo que me duele un poco. El resto de mi vida lo hago sin problemas.
La realidad de Bilos hoy es más que positiva, ya que se encuentra trabajando en Banfield como entrenador de la Reserva, con el que tuvo un gran primer campeonato llegando a cuartos de final de la Copa Proyección. Allí llegó gracias a Julio Falcioni, quien también le había dado su primera oportunidad profesional como jugador. Hoy, sin el Emperador en el equipo y el reciente arribo de Gustavo Munúa, el Flaco y sus juveniles atraviesan un período de cambios.
-¿Cómo es tu presente en la reserva de Banfield?
-En Banfield hoy tratamos de hacer lo mejor para el club. A veces alcanza, a veces no, pero desde mi lugar le trato de dejar lo mejor a los chicos de Reserva. Estoy muy agradecido con el club por darme la posibilidad de ser entrenador de reserva por primera vez. Nos vamos amoldando a lo que el primer equipo necesite a nivel táctico y técnico. Trato de no tener una línea muy cerrada, pero me gusta que los equipos jueguen bien, que tengan buen volumen de juego. Este semestre fue muy bueno.
-¿Creés que es difícil suplantar a Falcioni en Banfield?
-El hecho de que el club haya jugado por primera vez la Libertadores, la Sudamericana y ser campeón hacen que su legado se convierta en una mochila difícil para cualquiera que reemplace a Falcioni. Ojalá a Munúa le vaya bien. Si le va bien, le va bien al club.