Cuando se realizó el sorteo del Mundial de Clubes, se pensó que River tendría un grupo accesible y que las dificultades comenzarían recién a partir de octavos de final. Un equipo japonés no suele ser escollo para un sudamericano, tampoco lo fueron habitualmente los mexicanos y el gran duelo sería ante un gigante de Europa como lo es el Inter, que justamente este año hizo honor a su historia y fue protagonista en la Champions League.
Lo que muchos no vieron es que River juega contra dos rivales todos los partidos: los once que se paran enfrente y visten otra camiseta y también contra sí mismo. El comienzo se este semestre lejos estuvo de ser bueno, más bien fue una continuidad del mal segundo semestre de 2024, pero la victoria ante Boca en el Superclásico por el Torneo Apertura, sumado a algunos triunfos importantes más en el mes de mayo hicieron creer que se había encontrado el funcionamiento, pero no fue así y la eliminación ante Platense fue un golpe de realidad, seguido a eso se dio el empate de local ante Universitario de Perú por la Libertadores, que le impidió a los de Marcelo Gallardo ser segundos mejores primeros en la general.
Se pensaba que con este panorama llegaba River al Mundial de Clubes, pero faltaría algo importante, que jugaría un rol clave con su jugador estrella: a días del inicio del certamen se confirmó la venta de Franco Mastantuono al Real Madrid. Es cierto que será la transferencia más importante de la historia del fútbol argentino, que los de Núñez embolsarán más de 50 millones de dólares y que podrá moverse con libertad en el mercado de pases, pero también fue un golpe duro desde lo anímico, tanto para los hinchas, como también para el futbolista, que a sus 17 años debía asimilar mucha información.
Fecha 1: triunfo con dolores de cabeza y un resultado inesperado
River tuvo su estreno en el Mundial de Clubes ante Urawa Red Diamonds en el Lumen Field de Seattle, la ciudad más alejada de Argentina que está prácticamente pegada a la frontera con Canadá. Apenas 12 minutos tardó el Millonario en romper el cero, fue un gol de cabeza de Facundo Colidio tras un extraordinario centro a la carrera de Marcos Acuña. En el comienzo del complemento, Sebastián Driussi amplió el marcador, pero en esa misma jugada sufrió una lesión que lo sacaría del resto del Mundial de Clubes.
Minutos más tarde, los japoneses descontaron de penal y, cuando la situación se ponía compleja para el Millonario, apareció Maxi Meza y estampó el 3 a 1 que terminaría siendo el resultado final. Pese a la victoria, en River hubo preocupación, en primer lugar, por la lesión de Driussi y en segundo lugar por las cuatro tarjetas amarillas recibidas, cabe recordar que en este certamen al acumular dos hay que cumplir una fecha de suspensión. Otro aspecto que fue un llamado de atención fue que Monterrey e Inter igualaron 1 a 1, un resultado que River no quería, ya que su intención era que se corten los italianos para no tener que entrar a la pelea con los mexicanos.
Fecha 2: chance desaprovechada y descalabro
El 21 de junio, en el inmenso Rose Bowl de Los Angeles, River y Monterrey se vieron las caras por la segunda jornada y allí los de Gallardo se jugaban el pase a octavos de final: para conseguirlo necesitaban sumar de a tres. Este Monterrey lejos estuvo de ser el clásico equipo mexicano, que habitualmente sería superado por un conjunto argentino o brasileño. Rayados contaba con la figura de Sergio Ramos, pero también con jugadores interesantes como Medina, Deossa, Corona, Canales y Berterame.
El desarrollo del primer tiempo fue parejo, ambos tuvieron oportunidades, se jugó con mucha intensidad y River comenzó a dominar recién cuando faltaban cinco minutos para el cierre de la primera mitad. De hecho, Martínez Quarta tuvo una chance inmejorable para romper el cero, pero falló con el arco a su merced. En el complemento, los de Gallardo también fueron mejores y generaron chances, las más claras las tuvo Borja, pero Andrada ganó los duelos individuales. Sin dudas, el 0 a 0 fue un mal resultado para los de Núñez, pero también las tarjetas recibidas: Enzo Pérez y Galoppo se perderían el partido ante Inter por acumulación de amarillas y Kevin Castaño vio la roja sobre el final.
Fecha 3: buen comienzo, bajón anímico y resultado lógico
Al tercer partido, River llegó con la obligación de ganar, el asunto es que enfrente estaba el Inter de Milán, reciente finalista de la Champions League. Para este partido, Gallardo no pudo contar con Driussi, Castaño, Enzo Pérez ni Galoppo, por lo que debió a recurrir a futbolistas con poco rodaje reciente como Kranevitter o Aliendro. La intensidad con la que comenzó River fue para entusiasmarse: presión alta, equipo corto, disputando todas las pelotas como si fueran las últimas. Sabían que el pasaje a octavos se sacaba ganando o esperando que Monterrey no le gane a Urawa, algo bastante poco probable viendo al equipo japonés.
Hubo un hecho bastante cuestionable que podría explicar el bajón que tuvo River en el tramo final del primer tiempo: Monterrey pasó a ganar 3 a 0 en una ráfaga y lo inexplicable es que los tantos se pasaron en las pantallas gigantes del estadio, por lo que hinchas, jugadores y cuerpo técnico sabían que se estaban quedando afuera. Más allá de eso, el descalabro comenzó en el segundo tiempo.
Luego de un arranque de la segunda etapa en la que Inter llevó las riendas del partido, Gallardo movió el banco e intentó reacomodar una mitad de cancha que se veía sobrepasada. Pero el partido se rompió a los 21 minutos cuando Lucas Martínez Quarta dominó mal una pelota, se la robaron, derribó al rival de atrás y fue expulsado. En ese entonces el partido estaba 0 a 0. Gallardo sacó a Colidio, puso a Pezzella, llegó el primer del Inter, el Millonario se descontroló, Acuña se empezó a pelear con Dumfries, Inter hizo el segundo, Montiel se fue expulsado y River quedó afuera del Mundial de Clubes.
Pocos puntos altos y muchos puntos bajos
Con la eliminación de River del Mundial de Clubes se puede analizar el rendimiento general del equipo y el particular de los jugadores. Fue un certamen con muy pocos puntos altos, probablemente el jugador más destacado fue Marcos Acuña, también tuvieron buenos rendimientos en general Franco Armani, Gonzalo Montiel, Paulo Díaz y, por momentos, Facundo Colidio.
Lo que sí fuer bastante más notorio fue el flojo rendimiento general del mediocampo, un sector que tuvo demasiado recambio -ante Inter obligado- pero que dejó de manifiesto la poca creación de juego. Entre los puntos más bajos se puede destacar a Franco Mastantuono, no es que haya sido el peor del equipo, pero la realidad es que demostró que puede dar mucho más. Por otro lado, Martínez Quarta tuvo un certamen para el olvido, Galoppo sigue sin arrancar, Meza no se consolida, Nacho Fernández intenta, pero no se encuentra con su fútbol y también hay que destacar a Miguel Borja, que no se puede negar su entrega -sobre todo ante Inter- pero que es un nueve que perdió poder goleador.
Una hinchada incondicional que cruzó el continente de punta a punta
Más allá de los resultados, los puntos altos, los puntos bajos, los aciertos y errores de Gallardo, lo más destacable de River en este Mundial de Clubes estuvo en las tribunas. Inexplicablemente, el Millonario fue cabeza de serie del Grupo E, pero le tocó la peor distribución de partidos posibles: jugó el primero y el tercero en Seattle, mientras que el segundo fue en Los Angeles, a más de 1800 kilómetros.
Seattle queda en el Estado de Washington, al noroeste de Estados Unidos, está a 230 kilómetros de Vancouver, una de las ciudades más importantes de Canadá. Además, Seattle, es la ciudad más alejada de Argentina y la comunidad de este país en dicha parte del país es casi nula, por lo que los hinchas de River hicieron un esfuerzo -de tiempo y económico- titánico para seguir a los de Gallardo. En el primer partido hubo unos 8 mil fanáticos del Millonario en Seattle, fueron más de 35 mil los que dijeron presentes en el Rose Bowl ante Monterrey y la misma cantidad estuvo en el Lumen Field ante Inter. Además, le aportaron color al certamen con banderazos previos, con banderas en las tribunas y un aliento que, por momentos, fue ensordecedor.
Plantel con poco recambio de calidad
Con el diario del lunes es fácil opinar, pero en este caso se suponía que el plantel de River no tenía nivel para destacarse verdaderamente en este Mundial de Clubes. Es cierto que se creía que el pase a octavos era posible, pero a partir de allí no había demasiadas expectativas. En gran parte fue por lo irregular del primer semestre, pero por otro por la diferencia importante que hay entre titulares y suplentes.
Esta situación quedó demostrada en el partido ante Inter, en el que River se jugó la clasificación a los octavos de final frente a un rival de jerarquía y lo hizo con dos jugadores que casi ni jugaron en el primer semestre como Kranevitter y Aliendro. Por otro lado, en el banco de suplentes aparecían nombres que tampoco casi fueron alternativas reales como Gattoni, González Pirez, Gonzalo Tapia o mismo un chico como Giorgio Costantini, que ingresó en el complemento para dar una mano en la mitad de la cancha, pero no hay que olvidarse que el pibe -que probablemente tiene un futuro enorme- apenas tenía un puñado de minutos en Primera División.
¿Un llamado de atención para el futuro?
Si bien terminó el Mundial de Clubes para River, este 2025 todavía tiene objetivos importantes por cumplir, pero para eso tendrá que realizar una depuración importante en el plantel, utilizar bien el dinero que ingrese por la venta de Mastantuono al Real Madrid y los jugadores tiene que cambiar el chip rápidamente. El Millonario tiene una meta clara: ganar la Copa Libertadores, pero también quedarse con el Torneo Clausura. Por otro lado, probablemente lo más importante sea encontrar una regularidad en el juego, algo que siempre caracterizó a los equipos de Gallardo, pero que no se está viendo desde su regreso al club a mediados de 2024. La eliminación fue un claro llamado de atención, pero el 2025 todavía no está perdido.
