Un monstruo. Sin dudas, aDiego Schwartzman le tocó el gen deportivo en su totalidad, y no solamente es un distinto jugando al tenis, siendo esa la carrera que eligió y de más está decirlo, tomando la decisión acertada.

Fue en la Laver Cup, en el duelo de doblesentre él y Auger-Aliassime frente a Medvedev y Ruud, que aprovechó una pausa para comenzar a hacer jueguitos con la pequeña pelota amarilla.

Ante la locura de un estadio repleto, él pidió cada vez más gritos de la gente y tras superar los diez segundos a pura habilidad, cerró el espectáculo con un regalo para las tribunas.

Si alguna vez les falta uno para un partido entre amigos, no duden en llamar al ‘Peque’.