La historia de Agustín Almendra es difícil de resumir en apenas unos párrafos. Una infancia complicada y una adolescencia repletas de presiones que apenas pueden soportar los adultos pueden empezar a explicar el por qué de su presente.
Es que luego de su debut, allá por el 2018, quien es considerado como una de las grandes promesas de las inferiores de Boca ha atravesado por muchos vaivenes. Sus condiciones comenzaron a ser valoradas recién por el 2019, cuando Gustavo Alfaro lo ubicó en el mediocampo que quedó eliminado ante River en la semifinal de la Copa Libertadores.
El 2020, con Miguel Russocomo nuevo entrenadorxeneize,parecía estar destinado a ser su año. Sin embargo, las lesiones, la pandemia y el nacimiento de su primera hija condicionaron su desarrollo. Tiempo después, reconocería que pensó en dejar de jugar al fútbol profesionalmente durante aquel interín donde se trasladó a la ciudad de Tucumán.
“Estuve un tiempo alejado del club por malas decisiones, pero por suerte ahora me está yendo bien. Hoy estoy contento, cosa que antes no me pasaba”, supo decir el año pasado, cuando Juan Román Riquelme y Marcos Rojo lo acobijaron para hacerlo sentir un “jugador de otra categoría”, como supo bautizarlo el 10 en una entrevista.
Lo ocurrido hoy en la práctica con su entrenador Sebastián Battaglia parece no tener vuelta atrás. Si bien es cierto que en Boca muchas situaciones quedan rápidamente en el olvido, el DT se puso firme ante la indisciplina de su jugador, quien ya piensa en un futuro lejos de Brandsen 805.