No había otro. El bahiense era el único. Era un secreto a voces. Tras el paso al costado de Sergio Hernández al mando de la Selección argentina de básquet, el único capaz de asumir el rol era Néstor García. El Che, mejor dicho. Para la Confederación Argentina de Básquetbol (CABB), el Che García es el único entrenador capaz de asumir un puesto clave en medio la sangría que significa la partida definitiva de Luis Sola, el abanderado de la Generación Dorada, el capitán de las mis batallas. Se sabe, sin Scola, no queda ningún tripulante de la más exitosa dinastía de jugadores que acuñó el desarrollo de la Liga Nacional, creada por León Najnudel.
El rumbo será otro. Los intérpretes, también. Las gestiones de Rubén Magnano, Julio Lamas y Sergio Hernández, ocuparon, nada más y nada menos, que dos décadas y media de la Selección. Tan solo tres entrenadores entre 1997 y 2021. La llegada del Che García implica mucho más que un cambio de rostros. Es una apuesta política de Fabián Borro, el siempre controvertido presidente de la CAAB, que nunca contó con el apoyo de la Generación Dorada por estar ligado a Germán Vaccaro, otrora máximo dirigente ahora procesado por administración infiel.
Nadie podría discutir la capacidad de García. No se trata de un recién arribado, de un extraño. Su trayectoria es real, casi palpable. Con apenas 23 años (hoy tiene 56, nació el 11 de enero de 19659), comenzó su raid. Primero, en equipos, dirigiendo profesionalmente en Puerto Rico, en 1989, a Gigantes de Carolina. Luego acompañó a Julio Toro (su gran maestro) al seleccionado de Puerto Rico. Allí recibió su apodo: Che. Fue el “hijo” dilecto de Flor Meléndez, otro entrenador mítico, en Puerto Rico, quien lo bautizó de esa manera: “Un poco a todos los argentinos nos consideran el Che Guevara”, dijo el propio García hace algunos años. En 1990, a los 25 años, debutó en la Liga Nacional dirigiendo a Estudiantes de Bahía Blanca, su ciudad natal. A nivel local, ganó la Liga con Peñarol de Mar del Plata (1994) y el Súper 20 con San Lorenzo (2019). Fue asistente de Lamas en el conjunto nacional (Preolímpico de Mar del Plata de 2011). Pero su rasgo en los últimos tiempos fue viajar y dirigir. Algo así como un nómade que dirigió en nueve países diferentes (Argentina, Puerto Rico, Venezuela, Uruguay, Arabia Saudita, México, Brasil, España y República Dominicana). Se consagró en Venezuela porque entre 2013 y 2016 ganando dos títulos sudamericanos (2014, venciendo en la final a Argentina, y 2016, superando a Brasil) y un Preolímpico (2015), el que alcanzó tras vencer en semifinales a Canadá (con 9 NBA) y a Argentina en la final, logrando la clasificación olímpica tras 24 años. En la última Copa del Mundo (China 2019) dio un sacudón con Dominicana. En tan solo sies meses de trabajo metió al equipo en los octavos de final.
Su rol no lo desconoce. Si bien integró el cuerpo técnico de Lamas, su trabajo no fue menor. Fue quien comandó los equipos alternativos cuando los integrantes de la Generación Dorada se enfocaban en objetivos más importantes. Bajo su ala, la Argentina se alzó con el Sudamericano en Chaco en 2012, mientras Lamas preparaba al resto del plantel para los Juegos Olímpicos de Londres de aquel año, a los que no pudo asistir por un tema de cupos (Lamas eligió priorizar a Sergio Hernández y el Che se quedó afuera del staff técnico).
Llegó su tiempo y no será fácil. Tan eléctrico como estridente, tan enérgico como exigente, Che García tiene la compleja y ardua tarea de tomar la posta que le dejan Magnano, Lamas y Hernández. Atrás queda el legado de la magnífica Generación Dorada, con un título olímpico en Atenas 2004, bronce en Pekín 2008, cuarto en Londres 2012 y cuartofinalista en Río 2016 y Tokio 2020; además, en Mundiales: Japón 2006 (cuarto lugar), Turquía 2010 (quinto), España 2014 (11mo) y subcampeón en China 2019. Atrás queda Luis Scola, el último sobreviviente que dio las hurras en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. “Sabemos que es un ciclo nuevo, en el que Luis se va dejando un gran legado como líder y goleador. Entiendo que nosotros tenemos material de primer nivel porque hay jugadores que tienen experiencia internacional. Obviamente que ahora nos falta gente grande, pero Argentina se la ha rebuscado para competir contra cualquiera”, precisó García. Y agregó: “Ya sin nadie de la Generación Dorada, tendremos un nuevo reto”.
No trabajará sobre tierra arrasada. Tiene material, liderado por Facundo Campazzo. “La Selección siempre tuvo una vara alta y nosotros tenemos que tratar de mantener lo que se hizo durante todos estos años. Si la podemos poner más alta lo haremos pero sabemos que va a ser muy difícil. No tenemos miedo de jugar contra nadie porque sabemos que el camino correcto es el que va cuesta arriba, no el llano”, expresó el técnico que debutará como seleccionador del conjunto nacional el próximo 25 de noviembre, como local, ante Paraguay, en el comienzo de las ventanas clasificatorias para el Mundial 2023.
