Guillermo Marino fue -en teoría- el reemplazo de Walter Montillo cuando la Ardilla se fue de Universidad de Chile a Cruzeiro luego de una gran Copa Libertadores en 2010 donde el cuadro universitario se quedó en semifinales eliminado por el Chivas de Guadalajara.
Lo cierto es que el ex Boca Juniors no anduvo, tal como todo el equipo de Gerardo Pelusso ese segundo semestre y fue uno de los jugadores más resistidos por el hincha azul. Es más, Jorge Sampaoli le avisó que no contaría con él apenas llegó al Centro Deportivo Azul, pero el volante se mantuvo en el plantel y terminó callando bocas, siendo una de las figuras de esa U que ganó todo.
Dueño de una personalidad difícil de encontrar, el Guille protagonizó una inesperada anécdota en la previa a la final con O’Higgins en el Apertura 2012, donde los azules se quedaron con el campeonato graciasaun gol del argentino en la agonía que permitió la definición a penales y un nuevo título para el Chuncho.
Marino compartía habitación con Matías Rodríguez, y mientras el lateral dormía, el volante estaba tirado sobre la cama. ¿Que es lo raro? la vestimenta, porque el otrora 8 estaba vestido como jugador de fútbol ¡si! camiseta, short, medias y zapatos….
El coordinador de la U sorprendió al Guille sobre su lugar de descanso con la vestimenta que usaría al otro día, y más allá de eso, su concentración era total, mirando el techo sin importar que lo estuvieran observando.
Marino explicaría después que lo hizo para meterse en el partido, para sentir lo que pasaría al otro día en la final y no le importaba nada, era parte de su tranquilidad y de su proceso previo a un partido que significaba un campeonato para la U.
La historia después es clara: el mediocampista marcó goles en los dos partidos y sin su aporte esa copa no estaría en el Centro Deportivo Azul y por eso sus compañeros no se burlaban de su acto, al contrario, entendieron que le sirvió para protagonizar ambos encuentros.