El ritual partió a eso de las 21:15 horas. Pasadita la hora fijada para vivir el reencuentro con The Mars Volta en Chile. La paciencia nunca se le acabó a los presentes, por cuarenta minutos más que pasaron entre el telonero y la banda principal. La larga espera de una década para ver nuevamente a los músicos de El Paso, Texas, llegó a su fin con un espectáculo digno de su legendaria reputación.
El tiempo había que aprovecharlo. Nada de introducciones, directo al grano: a la música, pasada por el cedazo de un virtuosismo que no es sólo para los discos. Vicarious Atonement abrió todo, y con la voz de Cedric Bixler-Zavala se sentó de una sola vez el pulso de la velada. El espectáculo sería de la mano principalmente del álbum debut de los estadounidenses, De-Loused in the Comatorium (2003).
Cómo fue el show de The Mars Volta en Chile
Aquí no hubo muchos pausas, con suerte para que los músicos tomaran aliento y continuaran en la vorágine de sonidos. Una especie de trance se potenció con Roulette Dares (The Haunt Of). La idea luego era hacer L’Via L’Viaquez y demostrar que su fama no es gratuita.
Cuerpos danzantes se detonaron entre en el público con las secciones de sabor más latino en la canción. Mientras que el remate de la misma fue con un solo de teclado en que el tiempo ya no importaba, solo que fluyeran las notas sabrosonas.
Graveyard Love y Cygnus… Vismund Cygnus llegaron pegaditas. Olvídense de los diálogos con el público, de los “gracias” que en otros shows no se paran de lanzar al aire. Aquí el contacto con la audiencia es netamente la fricción de la música en vivo en los oídos de los cerca de seis mil asistentes.
Entonces, un monumento se erigió en el escenario. Todos lo admiraron. Era Omar Rodríguez-López que en un momento se tomó la conducción de todo, junto con los demoledores e incansables acordes de su guitarra desatada. El músico demostró que él es el que escribe la música. Aquí estaba él, elevando la temperatura del Movistar Arena, haciendo olvidar los 10 grados que había afuera del recinto.
El sello más patente de la banda es lo ecléctico de su combinado. Puede pasar del rock áspero y rabioso, al jazz juguetón, al ritmo tropical latino, elevar la potencia de los riffs al paso siguiente y luego hacer una balada como Shore Story. Puro goce.
“Muchísimas gracias. ¿Cómo se sienten? Bienvenidos”, recién comentó Cedric cuando iba más de una hora de show, para abrir Cicatriz ESP. La canción, un carnaval descomunal, con quiebres de precisión impresionantes y el flotar con un saxo a medio camino, además del remate de la banda comprometidísima con la interpretación.
El show fríamente calculado para tener continuidad sonora entre uno y otro tema también trajo consigo Televators, Drunkship of Lanterns, The Widow y Son et lumiere. Todas con formas llamativas, todas pruebas del talento de los músicos sobre el escenario. Una catarsis.
Si la idea era borrar ese amargo momento que se vivió en su anterior visita, el objetivo de cumplió absolutamente. En 2010, los fans de Rage Against The Machine llegaron a pifiar a The Mars Volta a propósito de su impaciencia por la aparición de la banda de Zach de la Rocha y compañía.
Este miércoles, en 2023, el sexteto de músicos vivió un show pleno. Todo dedicado a ellos. Con una audiencia devota que experimentó de las más diversas formas las melodías. Los más apegados al escenario lo dieron todo. Más atrás, algunos se sentaron a escuchar el directo incluso con los ojos cerrados, sólo querían sentir el ambiente. Hubo desmayos en los momentos más álgidos de los solos, pero se recuperaron rápido.
Un concierto que simplemente tuvo de todo y se selló con un “si se saben las palabras, cantan conmigo”, de Cedric, para hacer una aplaudida versión de Inertiatic ESP que coronó todo faltando 10 minutos para la marca de las dos horas sobre el escenario.