La angustia está demasiado cerca

Lo del uruguayo Diego López no será fácil en la U.
El flamante técnico uruguayo tiene harto trabajo si quiere arrancar su proceso con sonrisas (y puntos).
La llave con General Velásquez por la Copa Chile fue una buena muestra. El choque con uno de los líderes de la Segunda División (la tercera categoría del fútbol chileno) expuso que a la U le falta trabajo. Harto. Y lo que menos tiene es tiempo y paciencia. Porque es evidente que el modelo 2022 está sometido a un estrés impropio de un club de esta envergadura.

Los continuos coqueteos con el descenso en las temporadas precedentes sirven para llenar la mochila de un peso que hoy impide levantar vuelo.

La propuesta de López parece clara: cuatro zagueros, dos volantes defensivos centralizados, dos volantes pegados a las orillas y dos puntas que intercambian posiciones. Ese es el esquema, el que tuvo dos ensayos antes del retorno del torneo de Primera División.

Diego López en el banco de Universidad de Chile ante General Velásquez (Agencia Uno)

¿Hubo mejorar en relación con la escuadra de Santiago Escobar? Sí. El ritmo es un ítem que parece obtener ganancias. Los azules mejoraron en el despliegue porque la ubicación de los jugadores acorta los espacios, por lo que ya no se ven tres náufragos en la ofensiva, y, por si fuera poco, el elenco adopta una salida directa y veloz.

Claro que, en esta etapa de ensayo y error, la falta de coordinación en algunos movimientos desnuda desprolijidades que asustan. Porque si General Velásquez supo llevarse un empate, bien vale la pena pensar qué daño podría causar una escuadra de Primera División como Unión La Calera.


¿Hay más posibilidades de mejorar? Todo depende. La llegada de Nery Domínguez aportará experiencia y clase en una zona donde la confianza no es habitual.  Si esa adaptación lo transforma en un líder sería ganancia absoluta. Pero todo depende de cómo se integre. Y nadie puede poner todas las fichas a esa apuesta. ¿Falta alguien más? Al equipo le lloran opciones de mitad de cancha hacia arriba. Sobre todo si Jeisson Vargas sigue lesionado, y los tres puntas son muy parecidos (Junior Fernandes, Ronnie Fernández y el “Chorri” Palacios). Claro, uno espera que Darío Osorio o Lucas Assadi la rompan en el segundo semestre, pero no hay que olvidar que ellos aún están armándose como jugadores. Y no sería sano cargarlos de una responsabilidad que les corresponde a otros.

 


Para el final, el tema del arquero. Lo del ecuatoriano Hernán Galíndez es una chambonada sin fin. A tres semanas del cierre del libro de pases, nadie aclara qué pasará con él. En una posición relevante de la oncena, la U aún no sabe quién vestirá la 1. Otra lamentable interrogante -y desprolijidad dirigencial- en un semestre en que la angustia está demasiado cerca.