Cuando Universidad de Chile vivía momentos de presión en su época
dorada con Jorge Sampaoli, solía aparecer un interesado para contar con
los servicios del entrenador.
Así pasó con Estudiantes de La Plata en mayo de 2012. Los azules
habían perdido 4-1 ante Deportivo Quito, por la ida de los octavos de final
de Copa Libertadores, y salió la información que los pincharratas tenían
en carpeta al casildense.
Los medios de comunicación picaron como de costumbre y en vez de
hablar de un equipo que cayó inapelablemente en Ecuador, de hablar de la
presión del plantel para dar vuelta la llave, de hablar de bajos
rendimientos individuales… hablaron de la posible partida de Sampaoli.
Todo se centró en él. El técnico se llevó la atención y la presión, y
con ello liberó a su equipo en una semana compleja. La historia la
sabemos. En la vuelta los universitarios golearon 6-0 y clasificaron a
cuartos de final.
El entrenador es un estratega y eso se ve no sólo en el campo de
juego, sino en todo lo que rodea al equipo. Universidad de Chile venció a
Colo Colo tras 23 años en el Estadio Monumental y qué hubiera hecho la
mayoría de los DT: lunes libre. Merecido, quién podría haber dicho lo
contrario. Gustavo Álvarez tenía entrenando a los jugadores el lunes a las
nueve y media de la mañana.
Se ganó un partido importante, esperado, pero faltan 27 encuentros
para que termine el campeonato. Al técnico campeón con Huachipato lo
trajeron para ganar el título, no para ganar en Macul. Si hubiera sido así, se iba el domingo post encuentro. La pega estaba hecha. Lo bueno es que
el DT tiene bien claros los objetivos.
En esta larga racha de la “U” sin poder vencer de visita a su eterno
rival hubo varios técnicos que dijeron que no se podían hacer cargo de lo
que había pasado en años anteriores. Una declaración, la verdad, bien
cobarde. Porque si te trajeron es para ganar títulos, para ganar clásicos,
para que el equipo ande bien.
Y no hay mejor inyección anímica que ganarle al rival de siempre. Con ese pensamiento, no ganó ninguno.
Es más, y para peor, hubo entrenadores que perjudicaron al equipo,
sin querer, pero lo perjudicaron. Cuando Frank Kudelka, habiendo perdido
ante Colo Colo, y ya yéndose del club habló del “miedo institucional”. ¿De
qué sirve eso? ¿Qué pretendía… darle ideas a los hinchas rivales para que
molestaran al club que le dio trabajo?
Sergio Markarián sacó campeón a la “U” en un semestre casi perfecto
para los azules en 2009, casi, porque perdieron ante Colo Colo. Y el DT
dijo que vio a sus jugadores “extrañamente nerviosos”. ¿Suma? Tampoco.
Marcando una diferencia abismal con sus antecesores, Álvarez fue
claro en la conferencia previo al partido: “para mí está muy lejos de ser
presión, sino que es una gran oportunidad. Considero que la vida, o en lo
que crea cada uno, me puso en este lugar con la gran oportunidad de
ganar en ese estadio”.
Y más aún, pese a lo trascendental del duelo por los rivales que se
enfrentaban y la historia última, le quitó protagonismo al hecho: “sé que
es un partido muy importante, pero espero quedar en la historia del club
por algo mucho más importante que poder ganar ese partido”.
O sea habló desde lo positivo, de la chance que le daba el destino y
hasta se dio el tiempo para confesar un sueño.
¿Qué hicieron los medios? Hablar de Álvarez, lógico. Nadie esperaba
un discurso así. Y poco se habló de los jugadores, de la experiencia, de la
presión, como en otros años. El entrenador hizo la pega previa, desviar la
atención hacia él. Desconozco si lo planificó así, pero sirvió.
Corrijo, se habló de presión, pero con un enfoque distinto. Desconozco a qué sujeto se le ocurrió la idea, muy inteligente por cierto, de instalar que la presión no la tenía la “U” por no ganar en Macul durante 23 años, sino Colo Colo por mantener el invicto de 23 años.
Eso fue tema en paneles deportivos y los ex jugadores de estos clubes
se lanzaron la presión de un lado a otro. Aprovechando que los programas
deportivos están plagados de ex futbolistas, el juego era simple y fácil.
Así se llegó al superclásico 195 con una “U” con mucha menos presión
que otros años, más relajada y que se notó en el campo de juego. Mérito
del DT que logró que la cabeza de sus jugadores, en vez de estar pensando
en el pasado, pensaran en cumplir el trabajo táctico que les exigió.