El mundo de los deportes de contacto es muy oscuro, turbulento y esconde cosas que los fanáticos no terminan viendo porque las situaciones que se viven tras bambalinas no se exponen delante de las luces. El show siempre debe continuar y hay algo de lo que se habla muy poco y eso es el corte de peso, una actividad que castiga fuertemente el físico de los luchadores de manera reglamentada, pero injustificada.

Para entender esta situación hay que ir al principio de la historia. En la UFC no es una excepción que haya divisiones de peleadores por pesos o libras y esto se hace con la intención de que los combates sean lo más parejos posibles. Hasta ahí tiene todo sentido y circula bajo los parámetros normales, pero lo que sucede es que en todos los casos o en su gran mayoría los luchadores se presentan en una categoría mucho más baja a la que verdaderamente corresponden.

Por poner un ejemplo, si un profesional en estado natural pesa 77kg, lo que lo ubicaría en las 170 libras, su futuro no está en dicha división, sino que decide competir en las 155, donde el peso requerido es de 70kg como máximo.

Una mínima diferencia en libras puede darle un campeonato a un luchador. (GETTY IMAGES)

¿Cómo se hace un corte de peso?

Lo que sucede es que una semana antes de su combate en la 155, el luchador comienza a cortar peso. Este proceso se da mediante una deshidratación brutal en la que se llegan a tomar 10 litros de agua durante un solo día, una detención completa de la ingesta de alimentos y una baja de peso agresiva que a la hora de subirse a la báscula lo ayuda a marcar 155 libras, pero a la hora de estar presente en el octágono el día sábado, casi 24 horas después del pesaje, tiene encima esas 170 naturales que requiere su organismo.

Esto se da porque previo al combate los luchadores recuperan el peso perdido con bebidas especiales y consumiendo alimentos aproximadamente cada una hora, de forma tal que se presentan en el octágono con una tremenda diferencia a la que presentaron en la báscula. Si dos luchadores llevan adelante el mismo procedimiento el resultado debería ser idéntico, pero ocurre que no porque cada cuerpo es distinto y si un artista marcial llega hasta la 170 libras alguno se puede aproximar hasta la 168 y esas dos de diferencia representan una gran ventaja a la hora de luchar.

Se trata de un método que lastima el cuerpo, pero está reglamentado y es obligatorio sin ninguna explicación valedera y lógica, por lo que muchos luchadores se han mostrado en contra de esto. Pero la realidad es que no hay ningún camino que conduzca a creer que esta situación se pueda llegar a modificar.