Es justo decir que se siente decepción por Gervonta Davis. Además, es acertado expresar molestia como aficionado por las decisiones que Tank tomó con su carrera. El oriundo de Baltimore decidió tirar a la basura su legado para centrarse en el show, en recaudar millones y alejarse cuanto antes del deporte, como quien realiza algo por compromiso sabiendo que el sacrificio tendrá su recompensa al final del día.

El Gervonta Davis que quería ser y el que terminó siendo

En términos boxísticos, Gervonta es de los púgiles más talentosos que se subió al cuadrilátero en los últimos tiempos. Con apenas 30 años y un impresionante récord de 28-0-1, su camino estaba destinado a ser grande en el deporte, alcanzando el mismo nivel de gloria que alguien como Floyd Mayweather, con quien se lo comparó en múltiples ocasiones. Sin embargo, algo pasó, algo se rompió dentro de Tank y su relación con el boxeo perdió todo tipo de afecto para pasar a ser meramente de negocios.

Gervonta pidió auxilio en más de una oportunidad, pero siempre se le pidió más, se buscó que continúe entregando shows y nocauts que solamente él es capaz de regalar, pero Davis ya no estaba ahí, su cabeza pedía otra cosa. A finales de 2024, el propio protagonista reveló que este sería su último año en el deporte, que luego de recaudar unos cuantos millones se alejaría para siempre, para no volver jamás.

Gervonta Davis luce disfrutando lo que pareciera ser el final de su carrera. (GETTY IMAGES)

Marcado por una infancia dura y por un crecimiento cargado lleno de expectativas y presiones, poco se habló del Gervonta Davis persona, ese que Tank nota que nadie mira o que pocos se interesan. Entonces, yendo al principio del texto ya no tiene sentido criticar las decisiones de una figura que Tank.

Cuando alguien se siente incómodo en un determinado lugar, es justo y lógico acompañarlo en su proceso de buscar la salida. La particularidad que tiene Davis es que decenas de luces están por sobre sus espaldas y millones de personas lo quieren ver pelear, por lo que el egoísmo del disfrute propio se termina imponiendo a la tranquilidad ajena que genera el alejamiento de la actividad. Vaya Gervonta, vaya.