Ya sea con la camiseta de Racing, Inter o la Selección Argentina, Lautaro Martínez demostró ser un delantero letal. Potencia, inteligencia, poder de gol y un espíritu competitivo digno de un pibe que tuvo carencias, le costó llegar y por eso valora todo lo que tiene y el esfuerzo que tuvo que hacer.
Los Martínez son de Bahía Blanca y en la infancia del Toro hubo algunas carencias económicas que lo marcaron. También lo hizo el rechazo que sufrió en algunos clubes de la Ciudad de Buenos Aires cuando vino a probarse a los quince años. Finalmente quedó en Racing y allí demostró ser un distinto, pero antes hubo una situación en una prueba que hizo en Boca que le quedó entre ceja y ceja.
En diálogo con Corriere della sera, Lautaro Martínez contó: “Siempre he tenido el sueño de ser futbolista como mi padre. Pero a los 15 hice una semana de prueba en Boca Juniors y me echaron diciendo que no tenía ni velocidad ni potencia. Cuando regresé a Bahía Blanca le dije a papá que quería divertirme, dejar el fútbol y empezar a trabajar. A fin de año llegó Racing, ofreciéndome otra prueba: dije si me querés voy, pero no hago más pruebas. Y me aceptaron”.
La dura infancia del Toro en Bahía
Lautaro Martínez profundizó respecto a su infancia: “De niño no tenía nada. A veces no sabía dónde dormiría por la noche. Son cosas que me marcaron como hombre y todo lo que he pasado lo intento transmitir en la cancha. Fuera del fútbol, siempre intento dar una mano y estoy feliz de ir a visitar a los chicos que no se encuentran bien: entiendo por lo que pasan, sus dificultades”.
También, contó por qué razón es tan ordenado: “Cuando era pequeño, llegaba del colegio con mi hermano mayor y encontraba el almuerzo ya preparado por mi madre, que estaba todo el día trabajando. La casa estaba hecha un desastre y antes de ir a entrenar me detenía a ordenarla: hacía las camas, ordenaba la ropa y hacía que mi hermano lavara los platos, porque me molestaba mucho verlos sucios”.