Se ha dicho muchas veces en la historia de la Fórmula 1 que tu compañero de equipo es tu principal rival, pero hubo un tiempo donde no era así. Hubo una época donde había dos pilotos que claramente estaban por sobre el resto de la competencia y que lideraban a sus escuderías a luchar por los campeonatos.
La rivalidad que marcó la Fórmula 1 entre finales de los 90’s y los primeros años de este siglo tenía dos nombres: Michael Schumacher y Mika Häkkinen. Der Kaiser y el finlandés volador. El alemán con su Ferrari de rojo furioso, y el escandinavo al frente de un McLaren Mercedes negro y blanco que es sinónimo de la máxima.
La carrera de Häkkinen en la Fórmula 1 comenzó en 1991, con Lotus, luego de una breve prueba con Benetton. Sí, cerca estuvieron Schumacher y él de ser compañeros de equipo, pero no se dio. En cualquier caso, Häkkinen tuvo buenos resultados en un equipo modesto durante sus primeras dos temporadas y luego conoció a Ron Dennis, quien le cambió la vida.
Dennis lo llevó a McLaren, en 1993, donde compartió equipo con Ayrton Senna en las fechas finales de aquel campeonato ya que Michael Andretti abandonó la categoría para irse al CART (una Indycar de aquella época). En cualquier caso, Häkkinen quedó como piloto titular para el siguiente curso y, con la llegada de Mercedes en 1995 para motorizar los monoplazas, se transformó en un candidato.
Sus dos títulos de Fórmula 1 y su rivalidad con Schumacher
McLaren se potenció con la llegada de Mercedes, aunque el auto falló mucho en confiabilidad. Los podios y las carreras en los puntos se contrastaban con las carreras en las que no podía terminar y fue séptimo en el campeonato. Además, esa temporada Häkkinen enfrentó una situación muy delicada en un accidente en el callejero de Adelaide, en Australia. Mismo lugar donde se ganó el mote del Finlandés Volador, por una toma con su auto despegado del suelo.
Una de sus ruedas reventó y su auto terminó contra un muro. Häkkinen entró en coma pero las emergencias sanitarias del circuito y posteriormente los médicos en el hospital le salvaron la vida. Luego de ello, y lejos de amedrentarse, Häkkinen volvió hecho una máquina y dispuesto a todo. Se transformó en un piloto más agresivo, más veloz, más desafiante con las pistas. En 1996 el motor Mercedes comenzó a ser más confiable, puntuó más seguido y Häkkinen ganó su primer carrera en el Gran Premio de Europa.
En 1998 llegó el primer título de Häkkinen. A bordo de un McLaren Mercedes absolutamente implacable, ganó ocho carreras y acumuló once podios para proclamarse campeón por 14 puntos ante Michael Schumacher, contra quien peleó hasta la última fecha.
En 1999, llegó el bicampeonato con cinco victorias y nueve podios, su rival fue Eddie Irvine a bordo de la otra Ferrari, quien terminó a sólo dos puntos de Häkkinen, en una temporada donde Schumacher sufrió una lesión y se perdió seis carreras.
La temporada 2000 comenzó con dos abandonos consecutivos para el bicampeón defensor, mientras Michael Schumacher se imponía con la Ferrari. Aún así, Häkkinen cosechó cuatro triunfos, para ponerse al frente en el campeonato luego de cuatro abandonos de Schumacher. Un stint final impresionante del alemán lo vio ganar cuatro carreras al hilo y consagrarse campeón por sobre el finlandés. Ese fue el año más fuerte de su rivalidad mano a mano.
El retiro y un regreso truco por Lewis Hamilton
El 2001 fue el último año de Häkkinen en la Fórmula 1, y no fue ni una sombra de lo que había sido en temporadas pasadas. Ganó dos carreras y subió tres veces al podio, sí. Sin embargo, eso no fue suficiente para contrastar los seis abandonos que tuvo esa temporada, los cuales se sumaron a los cuatro de su compañero, David Coulthard.
Mika Häkkinen optó por tomarse un supuesto ‘año sabático’ y le cedió su lugar a su compatriota, un joven Kimi Räikkönen quien más adelante también sería campeón mundial. Ese año sabático se estiró y se transformó en permanente, aunque Häkkinen hizo un intento de regresar a la F1 en 2007, pero no fue fructífero.
McLaren le dio uno de sus monoplazas a Fernando Alonso, que venía de ganar los campeonatos mundiales del 2005 y 2006 y, pensando que tendría un lugar asegurado, Häkkinen intentó volver. El problema es que se encontró con quien sería una de las estrellas más grandes en la historia de la Fórmula 1: Lewis Hamilton.
Con un sólo monoplaza para dos pilotos, McLaren probó tanto a Häkkinen como a Hamilton. Hamilton fue el primero en pilotar, y al día siguiente lo haría Mika. Esa prueba su último intento por regresar, pero no salió bien y el finlandés hasta agradeció que así fuera. Sus declaraciones sobre aquella prueba fueron esclarecedoras:
“Nunca olvidaré aquel test. Me conocía al detalle el circuito y también a muchos mecánicos. El día antes, fui a ver a Lewis para comprobar cómo habían cambiado las cosas. Uno de los sistemas del ordenador se rompió al final de su día. Controlaba la caja de cambios, el motor y la tapa del carburador. Cuando bajabas una marcha, el ordenador le decía al motor que acelerase para que no se bloqueasen las ruedas traseras.”
“El sistema se rompió y yo tuve que usar una versión antigua. No funcionaba con el nuevo motor. No estaban sincronizados. Bloqueaba cada vez que frenaba. Era imposible. No salió bien, no pude ofrecer un rendimiento perfecto porque las ruedas se bloqueaban constantemente.”
“Eso era la Fórmula 1. Siempre resolviendo problemas, no es más que sufrimiento. ¿Quería volver a eso? Hubo una razón por la que me fui. Si volvía, me esperarían los mismos problemas. Por suerte, aquel test no salió bien. Entré en 1991 y me costó siete años ganar una carrera. Podría haber ocurrido lo mismo y no iba a estar siete años más.”
Desde entonces, Häkkinen ha pasado con éxito por otras categorías del mundo del automovilismo, cosechando campeonatos con autos de estilo Turismo y demostrando el talento que lo llevó a ser el mejor piloto del mundo a finales de los 90s.