Muy pocos lo recuerdan. Muchos menos saben algo de lo sucedido. Sin embargo, cuatro décadas atrás, un modesto equipo sorprendió al país entero a fuerza de voluntad, trabajo y hambre de gloria. Fue Unión de General Pinedo, un club por el que nadie apostaba pero que terminó escribiendo, en el fútbol argentino, un episodio digno de un cuento del inolvidable Roberto Fontanarrosa.

“Yo jugué por el techo de mi casa. Yo no tenía un contrato, yo jugué por el techo y por las aberturas”, señaló, en diálogo con BOLAVIP, Hildo Coria Gutiérrez, uno de los héroes de este humilde equipo de la provincia de Chaco, oriundo de la ciudad más pequeña que colocó a un representante en un torneo de la máxima categoría del fútbol argentino.

Hace 40 años, Unión de General Pinedo diagramó una proeza pocas veces vista. Primero, en el Regional, desplazó a Sarmiento de Resistencia, un peso pesado de la zona, al cosechar una impresionante victoria por 11-1 sobre Sportivo Pampa en la última fecha, haciéndose con la clasificación por diferencia de gol. Y después tocó el cielo con las manos.

Juan Carlos Argüello junto a Leopoldo Jacinto Luque.

En la instancia final por un lugar en el Torneo Nacional de 1984, Unión tuvo que lidiar con Boca Unidos de Corrientes, un equipo que había incorporado a jugadores profesionales del calibre de Leopoldo Jacinto Luque, que menos de seis años antes había sido campeón del mundo con la Selección Argentina. Además, tenía al recordado Francisco Sá como director técnico.

El primer partido disputado en territorio chaqueño terminó con empate 0-0. Por ello, en Corrientes ya estaban celebrando. “Ellos nunca pensaron que podían perder, tenían todo preparado para el carnaval y les arruinamos la fiesta”, sentenció Juan Carlos Argüello, otro artífice vital de aquel momento histórico para los “Girasoles”.

Unión terminó ganando 4-3 en un partido épico en el que tuvo absolutamente todo en contra. “Rompieron el alambrado, se cayó una tribuna, terminamos con nueve por las lesiones de Ramírez y Córdoba. Después, nos rompieron todo el colectivo a piedrazos y nos tuvimos que meter abajo de los asientos. No sé cómo salimos”, recordó Omar Pared, defensor y pilar de ese equipo.

Coria Gutiérrez marcando uno de los tantos de Unión en Corrientes.

Inclusive, los propios Coria Gutiérrez y Argüello anotaron en esa impensada victoria de Unión, en un partido en el que también marcó el mencionado Luque. Se había logrado lo que nadie había imaginado: la clasificación para disputar ese Nacional donde esperaban equipos de la talla de River Plate, Boca Juniors, San Lorenzo de Almagro y compañía.

“Fue toda una caravana. Empezamos a transitar la Ruta 16, donde la gente de todos los pueblos empezó a salir a acompañarnos con los autos. Era algo interminable. En Pinedo era una marea de gente de toda la provincia. Creo que no pudimos llegar hasta el estadio con el micro, nos tuvieron que llevar en andas. Hasta hoy me emociona eso”, narró Argüello sobre el retorno, siendo recibidos como auténticos héroes.

Luego, ya en el Nacional, Unión recaló en el Grupo B, también integrado por San Lorenzo, Gimnasia y Esgrima de Mendoza y Temperley. Y lo cierto es que no fue menos que nadie. Inclusive, no clasificó a la siguiente instancia por tener menos goles a favor que el “Lobo” de Cuyo, donde militaba el “Búfalo” Funes. En definitiva, solamente perdió un partido de seis, pero dejó una imagen asombrosa, dentro y fuera de la cancha.

El debut fue contra Gimnasia en la cancha de Chaco For Ever. Y ahí arrancó lo más llamativo de todo: Pinedo tenía 7.900 habitantes, el estadio tenía capacidad para 16.000 espectadores y eran 18.000 las personas alentando a Unión. Una verdadera locura difícil de explicar. Pero una locura que se confirmó y se duplicó después, cuando el equipo tuvo que viajar a Buenos Aires.

Omar Pared, ídolo histórico de Unión de Pinedo.

Primero, contra Temperley, había más gente chaqueña que del “Gasolero”. Y luego llegó la frutilla del postre. Ante San Lorenzo, en cancha de Atlanta, Unión diagramó una verdadera revolución. Eran alrededor de 10.000 hinchas en la tribuna visitante. Sí, más de los que había en el pueblo. Algo nunca antes visto. Algo realmente difícil de repetir. Algo que puede traducirse como un equipo con la mayor convocatoria de la historia en promedio.

“En cancha de Atlanta la policía hizo un cordón para que nosotros nos bajemos del micro y pasemos a los vestuarios porque nos querían tocar. Estaba lleno de gorritos amarillos y negros. Fue una cosa muy linda. La propia hinchada de San Lorenzo nos cantaba en apoyo. Había salido en ‘El Gráfico’ dónde trabajábamos, cómo éramos. Había un cariño especial por la gente que trabajaba”, recordó Coria Gutiérrez.

“Había más hinchas en la tribuna que habitantes de General Pinedo. Yo hice el gol en la tribuna que estaban los chaqueños, creo que había 10.000″, indicó Argüello, autor del histórico empate 1-1 cuando transcurrían 42 minutos del segundo tiempo. Un verdadero golazo de vaselina por arriba del arquero para hacer estallar a la parcialidad visitante.

“A nosotros nos recibieron bien en todos lados. En Buenos Aires, en Mendoza. Éramos humildes. En el partido que jugamos contra Temperley nunca esperaba todo eso, tanta gente. Era la gente que había en Pinedo. Teníamos más hinchada que ellos. Luego nos quedamos allá toda la semana y jugamos contra San Lorenzo. La parte nuestra estaba repleta. No cabía un alfiler”, aportó Pared, que hizo todas las inferiores en el club, siendo uno de los máximos ídolos históricos.

Pero claro, en el verde césped, Unión también estuvo a la altura. Y dejó con la boca abierta a unos cuantos. “Nosotros éramos un equipo de fútbol que tenía muy buenos jugadores, era un gran grupo humano. No nos sentimos para nada superados ni en lo físico ni en lo futbolístico”, aportó Argüello, que años más tarde ascendió a Primera con Chaco For Ever.

Sin embargo, el también exjugador de Argentino de Firmat recalcó la abismal diferencia que existía entre el fútbol amateur y el profesional: “Era todo desconocido para nosotros. Las canchas. Fuimos al mundialista de Mendoza y nos acostábamos en el césped porque no podíamos creer el pasto que tenía una cancha profesional. Los vestuarios. Todo era algo nuevo”.

Estuvieron a la altura. Claro. Y así lo recalcó Pared: “Podríamos haber llegado más lejos. Teníamos equipo, teníamos condiciones. No era fácil. A cualquier equipo del interior le metían seis, siete u ocho goles. Pensaban que iba a pasar lo mismo con nosotros pero perdimos un solo partido. Y si pasábamos nos tocaba contra Argentinos Juniors, que después ganó la Copa Libertadores”.

El recordado partido ante San Lorenzo en cancha de Atlanta.

Lo cierto es que Unión solamente perdió en casa contra San Lorenzo. Y, en la última fecha, casi se lo gana a Gimnasia en Mendoza sobre el cierre. Pero el destino, en esa ocasión, no quiso que la hazaña sea todavía más grande. Que sea todavía más asombrosa. Que sea algo prácticamente imposible de graficar en torno a ese grupo de trabajadores que se ganaron el cariño de propios y extraños.

“Es difícil que vuelva a ver esto. Nosotros trabajábamos pero vivíamos pensando en fútbol. Se vivía en la semana y no se hablaba de otra cosa. Era vivir par eso. Yo debuté cuando tenía 14 años y cuando llegamos al Nacional no sabía ni cerca lo que era un viaje en avión”. La emoción se aprecia en las palabras de un Coria Gutiérrez que era uno de los más jóvenes en aquel entonces.

“Todo el equipo ha ido a entrenar en una camioneta F100. Éramos chacareros, amateurs. No nos hacían notas y cuando llegamos a Buenos Aires había una infinidad de periodistas que te ponían cables por todos lados. No lo podíamos creer. La gente del fútbol valoraba lo que habíamos hecho, hasta dónde habíamos llegado. Por eso el hincha de San Lorenzo nos apoyó”, recordó Argüello.

Sí, la humildad llegó. Y llegó lejos. “Yo laburaba y después iba a entrenar. Trabajaba en una panadería. Cuando empecé a jugar el Nacional recién dejé de trabajar y pidiendo permiso. Tal es así que era la primera vez que viajaba en avión y no me avisaron que la comida era gratis. Veía que se servían todos y yo tenía poca plata en el bolsillo. Por eso pedí solo un sanguchito y una gaseosa. Nadie me avisó y me quedé con hambre”, narró Pared.

Pero claro, la pregunta que se repite tiene que ver con si en un fútbol totalmente globalizado como el actual podría repetirse algo similar. Algo como lo acontecido hace 40 años gracias a un grupo de jugadores repletos de confianza y a un director técnico como Carlos Rojo que los encaminó hacia esa página curiosa y llamativa del fútbol argentino. Y ellos mismos, emocionados, son poco optimistas pero no pierden las esperanzas.

Un equipo que escribió una página muy llamativa en la historia del fútbol argentino.

“Por cómo están dadas las cosas, no creo que lo pueda llegar a ver ni yo ni las próximas generaciones”, sentenció Coria Gutiérrez. Y Argüello no fue mucho más positivo: “Yo soy escéptico. No creo que vaya a haber otra oportunidad no solo para Unión sino para el fútbol del interior. Tenés muchos campeonatos para llegar a Primera División. Tenés que ganar cuatro años seguidos todas las categorías. Hoy no hay un Nacional como había antes”.

Cabe destacar que, en la actualidad y después de encontrarse durante varios años sumergido en una profunda crisis y sin las participaciones habituales, Unión de General Pinedo se encuentra militando nuevamente en la Liga del Noroeste Chaqueño. Esa que, hace cuatro décadas, inició el camino que lo terminó depositando en el primer nivel local.

“El club desapareció muchos años y no participó más de la liga. Yo me fui a trabajar a otro pueblito, era joven y dejé el fútbol. Casi queda desafiliado. Un día nos encontramos con algunos muchachos y lo hicimos volver. Ahora hay que ayudar. Todos tienen que ayudar”, finalizó Pared, al borde de las lágrimas, entre los recuerdos del pasado y la ilusión sobre el futuro.