Jorge Alberto González Barillas, popularmente conocido como el Mágico, fue el encargado de recibir a Lionel Messi en el campo de juego del Estadio Cuscatlán, donde una multitud de salvadoreños fue a presenciar el amistoso entre su selección y el Inter Miami. El Mágico saludó a Messi y estuvo un rato con él.
La historia del Mágico González es impresionante y digna de contar. Surgió de ANTEL, pasó a Independiente Fútbol Club y luego a Deportivo FAS, en 1982 jugó el Mundial de España con su selección y ahí fue visto por varios clubes importantes. Tenía todo cerrado con PSG, pero decidió dar marcha atrás porque no conocía ni la ciudad ni el idioma y por eso optó por ir a Cádiz, allí es ídolo máximo y hasta los días que corren se puede ver por la ciudad merchandising del Mágico.
Fue elogiado por Diego Armando Maradona, dirigido por el Bambino Veira y se convirtió en un ícono absoluto del fútbol centroamericano. Es considerado el jugador más importante de dicha región y quedó en la memoria popular tanto por su calidad dentro de la cancha como por sus conductas fuera de la misma, en la que la noche lo pudo.
El Mágico, la debilidad de Maradona
“Hubo otro jugador tan o más grande que Pelé y que yo: Jorge González, un fenómeno. Él es mejor porque yo vengo del planeta tierra y él viene de otra galaxia”, afirmó hace años Diego Armando Maradona. Cabe recordar que cuando Pelusa llegó a Barcelona, el Mágico se unió al plantel Blaugrana para realizar una gira por Estados Unidos, pero que por su poco profesionalismo no terminó siendo contratado por el elenco catalán.
Bambino Veira lo tuvo en Cádiz
Héctor Rodolfo Veira fue entrenador del Cádiz en la temporada 89/90 y, fiel a su estilo, recordó una divertida anécdota con el crack salvadoreño: “Si el entrenamiento lo ponía a las 10, él venía a las 11. Si lo ponía a las 11, aparecía a las 12. Le regalé un despertador así de grande del Pato Donald. Lo puse a sonar en el entrenamiento y hacía ‘¡pan-pan-pan!’ como si fuera la guerra de Irak. Le dije: ‘Mirá, Mágico, si no te levantás con esto no te levantás con nada”.
“Al día siguiente, el entrenamiento era a las 11 de la mañana y llegó a las 12.30… Y decidí alquilar un grupo flamenco entero y se lo mandé a la puerta a la mañana siguiente. Se le pusieron a cantarle bien alto: ‘¡Mágicooo, veeen a entrenaaar!’. Dando palmas y todo. En eso abrió la puerta. ‘Me levanto, pero porque me gusta la música’, dijo”, completó el Bambino.
La autodefinición más acertada
“Reconozco que no soy un santo, que me gusta la noche y que las ganas de juerga no me las quita ni mi madre. Sé que soy un irresponsable y un mal profesional, y puede que esté desaprovechando la oportunidad de mi vida. Lo sé, pero tengo una tontería en el coco: no me gusta tomarme el fútbol como un trabajo. Si lo hiciera no sería yo. Sólo juego por divertirme”, dijo en su momento el Mágico sobre sí mismo.