En clubes de la talla de River está lleno de casos de pibes con enormes condiciones que no tuvieron la suerte de triunfar en Primera. El puesto de arquero es ingrato. Por lo general, hay un dueño del arco y los demás esperan sus oportunidades. Nicolás Francese lo sabe a la perfección porque lo vivió en carne propia en el Millonario: tuvo por delante a un ídolo del club como Marcelo Barovero y le tocó competir contra Augusto Batalla, la gran promesa del momento, de quien además es amigo personal.

En diálogo con BOLAVIP, Francese contó cómo pasó de entrenar con la Primera, viajar a algunas pretemporadas, atajar en Reserva al día de hoy donde es un exitoso emprendedor en el mundo de la tecnología y también crece día a día en el mundo de la música electrónica como DJ. Además, una traición que lo llevó a tomar la decisión de largar el fútbol con apenas 23 años, algo de lo que no se arrepiente en absoluto.

-¿Cómo fueron tus inicios en el fútbol?

-Arranqué a jugar cuando era muy chico, a eso de los 7 u 8 años. A esa edad arranqué en una escuelita y después fui mutando y después me fui a probar a Quilmes, uno de los clubes más importantes de Mar del Plata. Ahí había como dos categorías, una escuelita y Liga, yo arranqué en la escuelita y una vez me vieron atajar, les gusté y me ofrecieron pasar a Liga como arquero y dije que sí porque a esa edad uno quiere estar con los amigos y ellos estaban en Liga.

Nico Francese con sus amigos y la bandera de Quilmes de Mar del Plata. (Foto: @nico.francese).

Luego de destacarse en Quilmes de Mar del Plara, a Nico Francese le llegó la oportunidad de probarse en varios equipos importantes de Buenos Aires, pero se decantó por River.

-¿Cómo se da tu llegada a River?

-A eso de los 12 o 13 años me llegó una propuesta de irme a probar a River e Independiente, finalmente no se dio, pero en mi cabeza ya se me plantó la idea de hacer carrera a futuro. Ese fue un punto de inflexión, me empecé a entrenar mucho más que antes, hacía ejercicios específicos de arquero, le metía más al gimnasio. Mi idea era poder formarme cuando tenga otras oportunidades para ir a Buenos Aires. Mi viejo y la gente del club me dio una mano. Me probé en Lanús, Tigre, Racing y también a River.

-¿Por qué elegiste River?

-En Lanús me dijeron que estaba a la par de los arqueros de la categoría y que no valía la pena pagar otra pensión, en Tigre quedaba muy lejos, en Racing quedé, pero me decanté por River porque la escuela y la pensión estaban dentro del club, era algo que me gustaba a mí y también dejaba más tranquila a mi familia.

-Compartiste Inferiores con jugadores que hoy se destacan en clubes importantes y algunos también en la Selección Argentina, ¿quién te deslumbraba de pibe?

-Sí, compartí con muchos y había varios la verdad. En mi categoría estaban Juan Kaprof, Tomás Martínez y Gio Simeone y esos tres eran muy buenos. De otras categorías, la verdad que hay infinitos, pero Guido Rodríguez siempre fue espectacular, Juan Rodríguez que ahora está en Talleres también. De los más chicos, yo no llegué a compartir a Julián Álvarez o Enzo Fernández, pero unas categorías más arriba estaban Driussi y Batalla, que competí por un puesto toda la vida. Si me tengo que quedar con uno, elijo a Guido Rodríguez.

-¿A nivel amistad, con quién sos más cercano?

-Con todos los de la pensión era como una hermandad. Te llevabas mucho más con ellos porque no solo compartías entrenamientos, sino las cosas cotidianas. Estábamos alejados de nuestras familias y de la pensión me quedaron un montón de amigos. Si te tengo que nombrar algunos, Salvador Sánchez que está jugando en Chile, el Chino Martínez Quarta, que también es de Mar del Plata, Montiel y varios más. Los momentos más graciosos eran cuando nos peleábamos jodiendo de habitación a habitación, me acuerdo que una vez nos fuimos a pelear contra la habitación de Boyé y me tocó contra él… la fuerza que tenía, me hizo una toma y me dejó doliendo el cuello hasta hoy, ja.

Joaco Serrago, Nico Francese y Lucas Martínez Quarta. (Foto: @nico.francese).

Luego de realizar su camino por las Inferiores, en 2014, Nico Francese tuvo la oportunidad de entrenar con la Primera División, que por entonces tenía como DT a uno de los más ganadores de la historia del club: Ramón Ángel Díaz.

-¿Cómo fueron tus primeros entrenamientos con la Primera de River?

-Fue muy loco, yo antes de ir a entrenar con Primera me estaba por ir porque estaba medio tapado. Dos días antes de arrancar la pretemporada me llama Tato Montes, que en ese momento era el entrenador de arqueros de Primera y me dijo que me sumaba. Claramente me quedé en River y en esa pretemporada, que fue con Ramón Díaz, estábamos: Barovero, Chichizola, Nico Rodríguez y yo. Fue una locura compartir con ellos. Barovero era una persona que en el entrenamiento físico no se destacaba, pero era la persona más inteligente para jugar al fútbol, era muy capaz, muchísima lectura de juego, mucha experiencia y por eso terminó siendo lo que fue. Chichizola era un arquero de la con*** de la lora, se destacaba en todo, tenía unas condiciones espectaculares y Nico Rodríguez lo mismo. A todos nos faltaba la cabeza y la experiencia de Barovero.

-¿Qué aprendiste de Barovero?

-Era una persona que no se dejaba llegar por el contexto, ni cuando era el mejor ni cuando era el peor. Era el menos estereotipo de futbolista. Todos caen súper vestidos, con la camioneta último modelo y él caía con una camioneta familiar, vestido súper normal y con su mate. Y así era, capaz caía el día después de atajarle el penal a Gigliotti por la Sudamericana, que todo el mundo estaba adorándolo y él no cambiaba su forma de ser. Era muy estable, era lo que más aprendí de él. Era muy buen compañero, siempre tiraba para adelante, nunca una palabra negativa y con los más pibes tuvo miles de gestos, nos preguntaba cómo nos iba en los partidos, nos daba consejos.

Trapito y Nico Francese. (Foto: @nico.francese).

En 2015, Pablo Aimar decidió volver a River. Por aquel entonces no se encontraba en su plenitud física. Así y todo, para Nico Francese fue un privilegio poder verlo jugar y también pasar tiempo en las concentraciones.

-También compartiste con Pablo Aimar, ¿cómo fue ser compañero de él?

-Cuando me preguntan cuál fue el mejor compañero que tuve en River siempre digo que fue Aimar y eso que lo vi en un pie. Él se infiltraba para entrenar, así que imagínate para jugar, era un esfuerzo muy grande y no tenía la necesidad de hacerlo y es muy valorable. Era muy bueno, muy sencillo y humilde. No tenía problema si lo citaban, si no lo citaban, si iba al banco. Él estaba para sumar el tiempo que estuvo y la verdad por lo que lo vi jugar, nunca vi algo así y ahí entendí por qué es el ídolo de Messi. Tiene una visión de juego que no había visto nunca, un pase y un control que marca la diferencia. Nunca vi un jugador así.

En 2015, Nico Francese compartió plantel con Pablo Aimar. (Foto: @nico.francese).

-¿Tenés alguna anécdota con él?

-Sí, hay una muy graciosa. Estábamos en una concentración, él se sirvió una copa de vino y se le cayó encima mío. Me pidió perdón de mil maneras y yo por dentro estaba feliz de que a Pablo Aimar se le haya caído una copa de vino, ja. Era una anécdota para contar de por vida.

-¿Cómo era la convivencia de los arqueros de River?

-Teníamos todos un rol muy marcado y eso ayuda. Barovero era titular indiscutido, Chiarini estaba por si a Barovero le pasaba algo, Batalla ya trabajaba para ser el sucesor y yo tenía que estar aprendiendo. Está bien que sea así porque si traes arqueros de renombre puede haber temas de ego, algo que no nos pasaba a nosotros.

A comienzos de 2015, Nicolás Francese formó parte del plantel de Primera que tenía como DT a Marcelo Gallardo. Por entonces, los arqueros del Millonario eran Marcelo Barovero, Julio Chiarini, Augusto Batalla y él.

-¿Cómo fue cuando llegó Gallardo? ¿Era muy exigente?

-Yo no estuve el primer semestre con Primera porque él solo trabajó con tres arqueros y me sumé para el segundo semestre. Lo que vi en él fueron varias cosas: mucha exigencia y era una persona que mantenía a todo el equipo motivado porque vos sabías que, si estabas bien, estabas. Nadie era indispensable y eso hacía que nadie se relaje, porque si pasaba eso le sacaba. Tenía muy buen análisis de juego, era muy pícaro y me acuerdo de una charla antes de jugar en la Bombonera un Superclásico en 2015, no me acuerdo si el del torneo local o el de la Libertadores.

Nahuel Gallardo y Nicolás Francese. (Foto: @nico.francese).

-¿Qué dijo en esa charla?

-Él dio indicaciones muy claras, por ejemplo, que había que tapar solo a tres defensores para la salida porque eran los que mejor lo hacían. Por otro lado, Gago no la podía tocar, no podía recibir nunca para salir. Y después vos veías el partido y el defensor que no lo marcaban no sabía qué hacer con la pelota y la revoleaba. Nada era al azar y en esos detalles hacía la diferencia. Otra cosa que tenía él por 2014 o 2015 era el análisis de video, algo que en ese momento era novedoso y armaba cápsulas personalizadas para cada jugador y eso hacía que después en el partido no te sorprendan muchas cosas, fue de gran ayuda.

-¿Qué pasó cuando se fue Barovero, tenías chances de pelearla en Primera?

-Éramos tres arqueros los que estábamos. Batalla iba a ser titular y detrás estábamos Velazco y yo que somos de la misma categoría. Tuve la mala suerte que en un momento tuve una tendinitis en el tendón de Aquiles. Tuve la mala suerte que también en Reserva en ese momento estaba Luigi Villalba, que yo no tenía mucho feeling, él prefería a Velazco y en esa última pulseada me la gana él. Obviamente los que venían atrás tenían que ser más chicos, con más proyección. Ahí es cuando me termino de relegar del plano, se hizo el embudo y me tuve que ir.

Chiarini, Barovero y Francese. (Foto: @nico.francese).

-¿Por qué crees que a Batalla no le fue como se pensaba que le iba a ir?

-Creo que él fue preso del marketing, creo que Augusto es un gran aquero y además es un gran amigo. Es una excelente persona e inclusive hoy sigo hablando con él. Son cosas que uno va entendiendo cuando uno es más grande. En ese momento se hablaba del Real Madrid, de 20 millones de dólares, de la Selección Argentina y pararse en el arco de River no es nada fácil. Capaz a él le pesó toda la situación, llegó a recibir amenazas de muerte a los 20 o 21 años, era muy difícil. Él arrancó con un peso per se, de tener una responsabilidad y creo que le jugó en contra.

A mediados de 2016, Nicolás Francese salió de River y pasó a Fénix, que por entonces tenía como entrenador a Marcelo Escudero.

-¿Cómo te pegó salir de River y pasar a Fénix? ¿Lo viviste como una oportunidad para tener continuidad?

-Para mí fue una oportunidad. Hacía seis meses que ni siquiera atajaba en Reserva y el jugador de fútbol quiere jugar. Terminé de tomar la decisión cuando no se dio la posibilidad de hacer la pretemporada con Primera y ahí llegó la oportunidad de Fénix, que me llamó el Pichi Escudero. Fue difícil porque tuve que rescindir de River y pasar a ganar menos en Fénix, intenté salir a préstamo y que River se haga cargo de parte del sueldo, pero al final no se dio. Igual recibió algo de plata por el contrato y en Fénix me duplicaron el sueldo que habían ofrecido en un principio.

-¿Cómo fue el paso por Fénix?

-Ahí caí en otra realidad. Uno en River estaba acostumbrado a muchas cosas como por ejemplo buenos vestuarios, tener tu ropa, tu jabón, todo ordenado y en la B Metropolitana la realidad es otra, a veces parecía casi amateur y el golpe se sintió. En lo deportivo estuve muy bien, atajé muchos partidos, no me hicieron muchos goles. Contra Atlanta tuve un muy buen partido y cuando terminó el torneo me vinieron a buscar.

Francese atajó un año en Fénix, (Foto: @nico.francese).

-¿Y qué pasó?

-En los primeros días del mercado me llamaron y me dijeron que me querían. Me preguntaron cuánto quería ganar, me acuerdo que hablé con el presidente, con el entrenador y con el mánager y me dijeron que iba a jugar, que ya estaba asegurado. Pero Atlanta se portó muy mal conmigo, en ese momento me llamaron varios clubes y yo decidí por Atlanta, pero al final no me llevan. Nunca supe el motivo, hasta el último día me iba a Atlanta y terminé sin club. Después de haber jugado un año en la B Metro, gané experiencia y traté de escalar y me termino quedando sin club y fue súper injusto. Fueron seis meses muy duros, estuve dos semanas sin salir de mi casa.

La situación vivida con Atlanta fue un golpe muy duro para Nicolás Francese, que a sus 22 años tuvo que aprender a reinventarse y se terminó dando cuenta que los sueños estaban por otro lado y no en el fútbol.

-¿Qué hiciste después?

-Cuando estuve mal, tuve que emprender un plan de acción. Excursionistas me dejó entrenar con ellos en ese tiempo, los fines de semana jugaba Intercountries y en la semana tuve que ponerme a ver qué carajo hacía de mi vida para ganar guita. En ese momento entrené a un grupo de amigas y con eso sobreviví, además de algunos ahorros y la ayuda de mis viejos. Pero vos imaginame a mí, yendo a los bosques de Palermo con un bolsito a entrenar gente, yo me preguntaba qué carajo estaba haciendo ahí. No es por desmerecer, yo no quería ser profe de educación física. Fueron seis meses muy duros desde lo mental, por suerte mis amigos me bancaron en Buenos Aires.

-¿Y el fútbol volvió a aparecer?

-Sí, llegó diciembre y tenía propuestas de afuera, no tenía nada de Buenos Aires, entonces me volvía a Mar del Plata para ver qué onda. No lo había hecho antes porque sabía que, si estaba en mi ciudad, con mis amigos y mi familia, después iba a ser muy difícil volver. A los seis meses me llaman para ir a la Segunda de Paraguay y el sueldo no era malo, pero me di cuenta que yo ahí ya internamente había tomado la decisión de dejar, porque cuando me llamaron no me puse a saltar en una pata. Yo venía haciendo un replanteo y entonces no acepté esa propuesta y decidí dejar.

Para Nicolás Francese siempre estuvo claro que la formación era importante para dar pasos diferentes en la vida. Había intentado estudiar en la universidad mientras estuvo en Buenos Aires, aunque por tiempos se le complicó.

-¿Y después qué vino en tu vida?

-Siempre me gustó emprender. Fui buen alumno, tenía buenas capacidades para el estudio y había intentado estudiar en la facultad en Buenos Aires la carrera de contador, pero se me complicaba por los horarios. Encontré otra pasión que sentí que iba a ser menos injusta. Además, empecé a preguntarme qué pasaba si vivía otra vez una situación como la de Atlanta y me quedaba sin club más de grande, con pareja, con hijos… Entonces me di cuenta que quizás lo mío no era el fútbol y ahí tomé la decisión de cortar. Empecé a estudiar en Mar del Plata. Pasaron seis meses y me llamaron de clubes importantes, pero yo ya había puesto mi primer local, estaba saliendo con una chica, no tenía problemas ni presiones, entonces dije que no. Creo que fue la mejor decisión que tomé.

-Contame tu pasión por la pesca, se te vio con varios pescados importantes…

-Es algo heredado de mi viejo y mi familia, ellos son muy pescadores. Mi familia compitió en sudamericanos. Desde muy chico siempre fui con mi viejo, es un momento en el que conecto, tengo mucha paz y me tomo ese tiempo para mí. Soy un fanático de la pesca, me voy al sur cuando puedo. Es un espacio que encontré para mí.

Francese disfruta de la pesca en la Patagonia. (Foto: @nico.francese).

-¿Cómo surge tu faceta como emprendedor?

-Pasé por varios rubros, arranqué en barberías. Tenía algo de plata ahorrada y un amigo tenía una barbería, en Buenos Aires eran furor y en Mar del Plata había pocas. Puse cuatro locales más y después los vendí. Después puse una academia digital de barbería, ahí arrancó lo que es mi carrera en el mundo de la tecnología. En pandemia estudié mucho y ahí tuve mi primer trabajo en relación de dependencia, ahí laburé con Guido Grimbaum, que es el creador de Zonaprop, Zonajobs, etc. Un equipo de tremenda categoría y ahí aprendí infinito y me metí más de lleno en el mundo de tecnología. Yo había estudiado Administración y algo me sirvió y ahí arranqué en un rol que se llama Producto, que básicamente lo que hace es pensar y ayuda a llevar a cabo las funcionalidades de un producto digital. Renuncié a ese trabajo y me largué con Zales Machine, que es la empresa que tengo ahora que brinda soluciones para el mundo digital. Es complejo, es un nicho, trabajamos para empresas de más de 50 o 100 empleados. Obviamente costó un montón y hoy estoy contento con lo que hago.

Francese tuvo algunas barberías en Mar del Plata, ciudad en la que nació y se crió. (Foto: @nico.francese).

En la actualidad, Nico Francese es un apasionado por el mundo digital, allí encontró un lugar que lo llena.

-¿Te ayudó en algo el fútbol para tu faceta como emprendedor o empresario?

-Sí, el fútbol me enseñó el sacrificio, la disciplina, la constancia y uno lo puede aportar a cualquier cosa que hace en la vida. Hay cosas lindas en el fútbol, como cuando atajaste bien y el equipo ganó, cuando salís a la cancha y hay gente, eso es difícil de comparar con otra cosa. Eran momentos muy efímeros a costa de un montón de cosas que pasaban por atrás. Por eso terminé dejando.

-¿Cómo es tu vínculo con el fútbol hoy en día?

-Miro partidos muy puntuales, Champions, la Selección y algún partido de Libertadores. Nunca fui un enfermo de mirar fútbol, era más de ver videos de arqueros que ver un partido de fútbol en sí. Hoy por hoy tampoco juego más al fútbol, ni siquiera en joda, medio que ya me limé la cabeza.

Además del mundo digital, a Nicolás Francese lo apasiona la música electrónica, no solamente para escucharla y disfrutarla en fiestas, sino también para tocar.

-¿Cómo es entraste en el mundo de la música electrónica?

-Lo de DJ arrancó cuando yo dejé de jugar al fútbol empecé a ir a fiestas electrónicas. Mis amigos también van, más allá de todo el prejuicio social que haya, creo que es un lugar que está copado, obviamente dentro de sus límites. Nosotros somos todos pibes que tenemos un propósito en la vida y que decide disfrutar de este tipo de eventos. Empecé yendo de a poco y uno empieza a entender más de la música y empieza a interesarse un poco más. Empecé a escuchar mucha música en mi casa, al principio no entendía, hasta que vas descubriendo que hay géneros, vas viendo cuál te gusta más y así surgió esa pasión.

-Y ahora sos DJ

-Sí, ja. Empezamos a ir a fiestas electrónicas en Buenos Aires y un amigo era DJ y tenía una consola. Otro amigo tocaba y en estos eventos hacíamos previas y nos poníamos a boludear con la música y un día me puse ahí en la consola y empecé a preguntar y descubrí que hay toda una lógica, no es solo poner música, sino que todo tiene un sentido. Empecé a estudiar, hice algunos cursos, me capacité y con un amigo decidimos tocar juntos y nos gusta hacerlo así, ahí arrancamos. Primero fue en un lugar muy conocido de Mardel que es El Calamar Loco y después empezaron a llamarnos de otros lados, como en Bruto o en Jones, también tocamos en Áfrika en Buenos Aires.

-¿Cuál es el objetivo con la música?

-Arrancó siendo un hobby y hoy tomó otra forma. Igual con mi amigo tenemos otros trabajos y lo dejamos crecer naturalmente. No queremos que esto se convierta en un peso, quiero seguir disfrutando de esto, más allá que esto en un futuro se convierta en un trabajo. El punto de comparativa que encuentro con el fútbol, ahora que lo pienso mientras hablo con vos, es que se da que en ambos casos hay público viéndote. De cara al futuro nos gustaría producir, que es mucho más complejo, pero queremos empezar y sabemos que es el próximo paso. Ambos lo vemos a mediano plazo, pero queremos que evolucione de forma natural.

Nico Francese en su faceta de DJ con el duo Nick and Masola. (Foto: @nickandmasola).

Nicolás Francese supo tener el sueño de ser futbolista, estuvo en una de las mejores escuelas del fútbol argentino como lo es River, compartió con grandes como Aimar o Gallardo, pero una decepción tan grande como quedarse sin club por la falta de palabra que tuvo Atlanta con él lo hizo mirar la vida de otro lado. A los 22 años dejó el fútbol para cumplir otras metas: emprender y tener su propia empresa, pero además ahora logra compatibilizarlo con otra pasión, que es la música electrónica. Francese es el claro ejemplo de la evolución, de la reinvención y también un pibe que siempre tuvo claro que el fútbol no lo era todo, sino que había otros sueños por cumplir.