Mario Götze cumplió el sueño de cualquier futbolista que comenzó a patear una pelota por diversión a temprana edad. Un 13 de julio de 2014, en el mítico Maracaná, el mediocampista anotó en el suplementario el único gol de la final del Mundial de Brasil entre Alemania y Argentina, dándole a los teutones su cuarta estrella. Él sabía que, pase lo que pase después, ya estaba en la historia de los suyos.

Sin embargo, es muy probable que ni él ni los aficionados del fútbol pudieran haber pronosticado la caída de la carrera de Götze. Un año antes, previo a la histórica final de la Champions League 2013 entre su Borussia Dortmund contra Bayern Múnich en Wembley, la por entonces joya alemana había decidido cambiar de vereda para irse con los bávaros. Esto le costó ni más ni menos que la paz para transitar sus últimos días en BVB.

“Nunca olvidaré cómo un día vinieron 60 aficionados a nuestro entrenamiento sólo para insultarme. Yo tenía 20 años y decidí irme al Bayern por motivos racionales”, relató el nacido en Memmingen en una entrevista con Zeit. Silbidos en el Signal Iduna Park, letreros con su cabeza por doquier… un presente aterrador alrededor de una decisión que prometía impulsar su carrera. “Sólo después de haber tomado mucha distancia pude apreciar y entender estas reacciones”, aseguró.

El gol de su vida, el inicio de la debacle de Götze

Mario Götze anotó el único gol de la final de Brasil 2014 entre Argentina y Alemania. (Foto: IMAGO)

Mario Götze anotó el único gol de la final de Brasil 2014 entre Argentina y Alemania. (Foto: IMAGO)

Tras firmar con el Bayern, a Götze le esperaba el capítulo más emocionante de su carrera. Mario lo recuerda como un episodio liberador, pero hoy elije no pensar en lo que ocurrió: “Para mí, es un tema del pasado”. Luego, hizo una fuerte confesión sobre aquel gol contra Argentina que le cambió la vida: “Si pudiera imaginar mi carrera de nuevo, preferiría marcar ese gol con 35 años en mi último torneo y después decir: ‘Eso es todo, voy a parar”.

Aún estando en la cima del fútbol alemán, Götze no se ganó la posibilidad de ser titular en el Bayern y reveló que la presión jugó un papel clave en su mentalidad. “Si no jugaba dos partidos de titular, para mí era el fin del mundo. Después de quedarme en el banquillo, conducía a mi casa y me ponía a correr durante dos horas”. Desde entonces, su paso por el gigante bávaro fue de mayor a menor y se terminó yendo por la puerta de atrás, con la experiencia de haber sido dirigido por Pep Guardiola.

Sobre el entrenador catalán, Götze dejó una anécdota que retrata cómo se vive la presión también como DT. “Su tensión era enorme. Se notaba una clara diferencia en su comportamiento dependiendo de si estábamos a punto de jugar un partido de la Bundesliga o de la Champions. Eran dos personas diferentes”, contó. Pep se fue de Múnich sin haber ganado la Orejona, un currículum que le valió críticas despiadadas.

El problema de salud que tuvo que superar

A principios de 2017, a Mario Götze le detectaron un trastorno en su metabolismo: “Fue una señal de que le había exigido demasiado a mi cuerpo. No dejé que respirara, lo exigía como si fuera un robot y no podía funcionar”. Con el paso del tiempo, reflexionó: “Si tan solo hubiera bajado mis propios estándares en el inicio de mi carrera, me hubiera permitido descansos, aceptando esa etapa de debilidad”.

“En un momento específico, puede ser perjudicial pensar demasiado en la crítica. Pero en términos de la vida en general, te lleva más lejos”, aseguró el futbolista que hoy está encontrando su mejor fútbol en años con la camiseta del Frankfurt. Quizás este deporte le deba una etapa en la que pueda disfrutar de lo que fue, es y será.