El mundo todavía no terminaba de digerir la noticia de la muerte de Diego Maradona cuando comenzó a circular el rumor sobre una capilla ardiente que se iba a montar en la Casa Rosada para que todos los argentinos pudieran despedirse de su máximo ídolo. Una noticia que generó la movilización de varios fanáticos en la noche del 25 de noviembre.

Conforme pasaron las horas, entre la familia y el Gobierno terminaron de coordinar y se confirmó que durante la madrugada se llevaría a cabo un velatorio intimo mientras que los fanáticos podrían acercarse a partir de las 6 de la mañana hasta las 16 horas, cuando Maradona sería llevado al Jardín Bella Vista.

Durante la madrugada de aquel 26 de noviembre se pudieron despedir de Maradona sus amigos más cercanos, su familia y varios de los compañeros que tuvieron el gusto de conocerlo y compartir el césped y el fútbol con Diego. Personalidades como Burruchaga, Mascherano o Tevez dieron el presente para acompañar a la familia.

Mientras tanto, miles de fanáticos llegaban desde todas partes del país para despedir a Diego. Con emoción y tristeza, se fueron ubicando en la fila que la organización del velorio dispuso. El amor del pueblo por Maradona era tan grande que a las 6 AM ya había cerca de diez cuadras esperando.

Pese a algunos desmanes lógicos de la gente que quería entrar, que ya no aguantaba el nudo en la garganta y quería dar su último adiós, las puertas se abrieron. A paso lento y aprovechando cada segundo, los hinchas pudieron despedir a Maradona que se encontraba en un féretro cubierto por la mítica 10 que defendió con alma y vida en la Selección.

A medida que la gente regalaba unas postales históricas; abrazos entre hinchas de River y Boca, cantos y corazones rotos, seguían llegando distintas figuras como Marcelo Gallardo, el plantel de Gimnasia (su último equipo) y hasta el presidente de la República Argentina: Alberto Fernández.

Las horas pasaban, la tristeza no se iba y llegaban hinchas en manadas increíbles. Más de 20 cuadras cubrieron las calles porteñas, desde la Rosada hasta la 9 Julio. Una locura que solo puede generar Diego y que, en primera medida, obligó a la familia a extender el velatorio hasta las 19. Sin embargo, la noticia no llegó a los fanáticos.

Desesperados porque se aproximaban las 16, hora original para el cierre, los hinchas comenzaron a meterse de prepo en la Casa Rosada, empezaron las corridas y la policía no supo contener sin utilizar la violencia. Por suerte la cordura llegó rápido, pero ya era tarde para recuperar el entusiasmo de la familia. No daban más, querían terminar todo cuanto antes.

Así fue como, ante miles de personas que rodearon la Casa Rosada, el cortejo fúnebre partió para Bella Vista con una de las peregrinaciones más grandes de la historia. Autos, motos, gente corriendo...todos atrás de su ídolo. Por suerte para muchos que no habían ido a la Rosada se conoció el camino a realizar y la gente comenzó a agolparse en las calles.

En cada esquina, en la autopista y en todos los puentes de la misma se podían observar a cientos, o miles de personas, que solo podían decir "chau Diego, gracias"...pero que para ellos era un montón. La emoción golpeaba a todos; a los fanáticos, a los maradonianos y hasta a los no tan fieles a Diego.

Como pudo, e increíblemente sin accidentes (seguramente Diego manejó todo desde arriba), el recorrido terminó en una Bella Vista totalmente revolucionada. Los hinchas se trepaban a los techos, las casas abrían sus puertas para que subieran a la terraza, todos amontonados pero felices de poder despedir al ídolo máximo.

Finalmente, al Jardín Bella Vista sólo pudo entrar un grupo muy cercano a Diego porque no hay que olvidarse de un detalle; todo esto ocurrió en medio de una pandemia. Habrán notado que nunca se mencionó este contexto en la crónica, pero es porque ese día no hubo pandemia, no hubo COVID, no...nada de eso. Maradona era más grande que todo.

Hoy, a un año de fallecimiento, el mundo se llena de homenajes para Diego Maradona y solo algunos podrán visitarlo en el Jardín, pero es muy probable que esté donde este, Diego estará mirando todo, apreciando todo y sonriendo con esa risa que enamoró a todo un planeta.