El domingo 28 de octubre de 2012, River Plate y Boca Juniors se encontraron frente a frente en el Estadio Monumental de Núñez bajo la órbita de la duodécima fecha del Torneo Inicial de ese año. Pero claro, no era un partido más ya que se trataba del primer cruce entre el Millonario y el Xeneize después del retorno del primero a la máxima categoría.
Y todo comenzó de la mejor manera para los por entonces dirigidos por Matías Almeyda, que se pusieron en ventaja casi desde el vestuario gracias a un tanto de tiro libre de Leonardo Ponzio que encontró la complicidad de Agustín Orión. Luego, ya en la etapa complementaria, Rodrigo Mora amplió distancias para los anfitriones.
Sin embargo, cuando la historia parecía liquidada, Leandro González Pirez cometió un penal un tanto infantil y Santiago Silva descontó para los de Julio Falcioni. Luego, en tiempo de descuento, Walter Erviti quedó mano a mano con Marcelo Barovero y estampó el 2-2 definitivo que fue muy destejado por los hinchas de Boca.
Pero aquel Superclásico quedó marcado por la aparición inesperada de un inflable que acaparó la atención de propios y extraños. Se trató de un chancho al que los propios hinchas de River llamaron “Riquelme” en alusión al máximo ídolo histórico del rival de toda la vida. Cabe destacar que el porcino tenía pintada la camiseta de Boca.
El inflable de cara a los hinchas de Boca.
Todo comenzó cuando un grupo de hinchas de River, no pertenecientes a la barrabrava, tuvo la idea de imitar algo que había sucedido en un recital de Roger Waters a principios de ese mismo año. ¿Qué había sucedido? Soltaron un chancho inflable que sobrevolaba con inscripciones políticas. Claro está, en este caso fue diferente.
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Los hinchas Millonarios en cuestión iban siempre a la tribuna Centenario. Un día antes del Superclásico infiltraron al “Chancho Riquelme” a quien, la misma jornada del partido, inflaron a escondidas para luego soltarlo ante la atónita mirada de todos los presentes y también de los espectadores que seguían el juego por televisión.
Lógicamente, ante esta situación, la voz del Estadio Monumental pidió que el chancho sea retirado para que pueda continuar el desarrollo del partido. Posteriormente entraron en acción los efectivos policiales que terminaron secuestrando el inflable que, por unos momentos, se transformó en el protagonista principal de la historia.
Así fue como el chancho terminó en la Comisaría 51 del barrio porteño de Belgrano. Sí, estuvo “detenido” durante un largo tiempo debido a que nadie atinó a reclamar por él temiendo alguna multa o complicación judicial por ser responsable del ingreso del inflable y de la provocación que tuvo lugar durante el Superclásico.
En definitiva, el “Chancho Riquelme” pasó, en cuestión de horas, de obtener toda la atención durante el que es para muchos el partido de fútbol más atractivo del planeta a verse secuestrado y terminar pasando sus últimos días desinflado y bajo custodia policial. Sí, nunca más se supo de su vida y eso que ya pasó más de una década…