Hace exactamente un año, Héctor Almandoz se había dicho que tenía que bajar un cambio. La acumulación de estrés dirigiendo a Deportes Copiapó, equipo al que había logrado ascender a la máxima categoría del fútbol chileno, obligó a una internación de urgencia tras un partido ante Audax Italiano. “Fibrilación auricular”, había explicado para descartar que se hubiese tratado de un preinfarto.
Desde mayo, sin embargo, el campeón mundial con Vélez en 1994 , de la mano de Carlos Bianchi y poniendo de rodillas en Japón a un Milan que parecía invencible, asumió un nuevo desafío en Curicó Unido , uno de los dos únicos clubes que continúan perteneciendo a los socios entre las dos categorías de élite del fútbol en Chile. Por su modo de vivirlo, igual que en sus tiempos de férreo defensor, pero también por algunas circunstancias inesperadas con las que se topó, bajar ese cambio le fue imposible.
Sufrió ataques de pánico, recurrió a la ayuda profesional que había ignorado en tiempos de sentirse Superman y se arremangó como toda su vida para buscar un segundo ascenso en tierras chilenas, para soñar también con volver más pronto que tarde al lugar donde todo comenzó.
-¿Pudiste bajar el cambio?
-La verdad que de a poquito. Cuando volví estaba muy bien, pero después me había agarrado un poquito el cagazo de lo ataques de pánico y toda esa mierda, que lo pude resolver con un gran amigo psicólogo. Con una psiquiatra conocida también. Me pude controlar muy bien, me fui sintiendo bárbaro y en cada entrenamiento me fui soltando. Gracias a Dios me siento bárbaro. Me han tocado partidos bravos y yo vivo el fútbol de una manera en la que se me hace difícil bajar un cambio y no mentalizarme a vivirlo como lo vivo . Es mi forma de ser, mi forma de vivir el día a día. Termino ronco, porque los entrenamientos son fundamentales y quiero que salgan como si fueran el partido. Es la forma en que me gusta liderar. Pero hoy me siento bárbaro. Muy agradecido al cardiólogo que tuve en Copiapó, que me atendió un fenómeno. Tendremos que ir manejándolo. Después, solo Diosito sabe . Yo lo vivo de una manera y seguiremos así.
-Mencionás los ataques de pánico, que es algo de lo que no se hablaba en tus tiempos de futbolistas. ¿Vos lo hablás con tus jugadores? ¿Les recomendás la ayuda profesional para lidiar con las presiones y exigencias que hay en el fútbol?
-Lo hablo mucho con el cuerpo técnicno, también con los jugadores. No es que yo no creía en el psicólogo. Hoy también hay más coaching, psicólogos que te hablan más de la parte deportiva y también ayuda mucho al futbolista a enderezar la cabeza, a tratar de llevarla de la mejor manera posible. Lo aconsejo porque se vive con una intensidad el día a día en que el liderazgo es importante, manejarlo, prepararse. Hay mucha gente preparada para dar una mano. Con el psicólogo sigo hablando, con la psiquiatra tengo buena relación y seguimos charlando. La verdad que todo eso me ayudó. Uno a veces no creía, porque cree que es Sansón, Batman, Superman, que nunca le va a pasar nada. Pero esa intensidad con la que uno vive, a veces le pasa la cuenta. Para mí hoy poder decirlo es muy importante.
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-Y en Curicó enseguida tuviste que arremangarte…
-Llegamos cuando las cosas no fluían y los resultados no se encontraban. Nos habían sacado tres puntos, por un lío administrativo. Acá hay tolerancia cero. Yo agarré con ese garronazo. Los muchachos entienden la situación, fue doloroso el tema, pero lo más importante es que nosotros en este campeonato tenemos que ir en busca de 30 puntos, que es lo que nos propusimos, lo que hablamos con todo el plantel. Veo una actitud en el día a día, en los entrenamientos, que para mí es muy importante porque se nota gran capacidad mental. Apuntamos lo más arriba posible y es el compromiso que tomamos todos.
-¿Y pudiste sumar refuerzos para esta segunda vuelta?
-No, por el problema de una inhibición que tiene el club con Necaxa de México. Se está buscando la solución, no está fácil la situación, pero sostengo lo que le manifesté al directorio y a los futbolistas, que lo más importante es lo que tenemos. Yo tengo que potenciar y mentalizar a estos jugadores. También mentalizarme yo, mi cuerpo técnico, a que no vamos a poder traer. Después, si se puede, bárbaro. Y si no, seguiré viendo jugadores en juveniles, que es parte de mi crianza y que Curicó trabaja muy bien y hace una gran inversión en eso para que haya muy buen material. Hay que ponernos en la cabeza sumar 30 puntos en la segunda rueda para pelear bien arriba.
-¿El fútbol chileno es hoy reflejo de una Selección que no encuentra el camino? ¿Hay malestar por la eliminación temprana en la Copa América?
-Obviamente el chileno es exigente, porque se convencieron de que lo pueden lograr al haber ganado esas dos Copas América y haber tenido una Generación Dorada muy importante. Eso lo veo hoy. No creo que el fútbol chileno haya bajado, pero sí que hay que trabajar un poquito más la base, con los chicos, que es algo que siempre hablo con ellos. Son pocos los clubes que trabajan bien con juveniles. Ellos también lo saben y están tratando de modificarlo, de ir mejorando. No tengo dudas que material hay.
-Conocés mucho a Gareca, trabajaste con él. ¿Crees que lo puede revertir?
-Es algo que estuve hablando con El Flaco el otro día en el Aeropuerto. Con su cuerpo técnico ya lograron cambiarle la cara a la Selección de Chile. Desgraciadamente, en el poco tiempo que estuvo, porque una selección lleva un proceso, se fue en primera ronda de la Copa América. Pero se ve que están trabajando, con muchos chicos jóvenes que de a poco van a ir encontrando esa experiencia . Para mí hay muchos chilenos, muchos chicos muy importantes. Hay que darles lugar, prepararlos y hacerles sentir lo que es la Selección para defender a este país. En los amistosos habían demostrado algo importante que en Copa América no pudieron lograr. Obviamente que hoy en Chile no están contentos, pero tampoco hay tanta bronca porque creen en el trabajo de Ricardo, creen que hay una renovación que de a poco se va a ir dando . Y ya no es un club o dos, sino varios que están apostando a los juveniles. Ojalá sea un contagio para todos los clubes.
-¿Vos pensás en volver a Vélez, como entrenador?
-Me gustaría y sé que en elgún momento se va a dar. Es algo que siempre tengo en mi cabeza. Estuve hablando con Christian (Bassedas) con quien tenemos una excelente relación, una gran amistad, igual que con Turu (Flores). No digo que estuve cerca, pero hemos hablado. Ya llegará el momento. Yo me preparo para ese momento que me gustaría tener en mi vida, en mi carrera como entrenador. Acá estoy muy cómodo, me siento muy bien y me hice de un nombre. Me respetan mucho. Eso para mí es muy importante, pero nunca pierdo ese deseo de volver a casa. Tuve una propuesta muy importante de un equipo de Estados Unidos antes de llegar a Curicó, que no se dio porque no me llegó el visado. Apareció esta chance muy firme, que me gustó, y agarré. Siempre estoy abierto a trabajar afuera. Tengo una gran mujer que me acompaña a todos lados, mis hijas ya están grandes y las tengo repartidas. Tengo una familia hermosa, nietos que visito y me visitan. Y sobre todo una mujer, guerrera como yo, que me acompaña con toda esta locura que es el fútbol.
-Sos campeón mundial con Vélez y la posibilidad de conquistar ese título hoy se ve demasiado lejana para los clubes argentinos. ¿Por qué crees?
-El fútbol en el mundo se ha equiparado para bien. Hoy se trabaja muchísimo, hay nuevas metodologías, hay que saber llegarle al futbolista. Yo respeto cada forma, pero la intensidad, el carácter, el amor propio y el profesionalismo es clave para poder encontrar ese equipo que sea campeón del mundo como lo fuimos nosotros. En ese plantel teniamos una virtud que era la cabeza de cada uno, muy fuerte. Hoy son todos entrenadores, algunos trabajando, otros a los que no les toca. Tiene que ver con eso.
-¿Pero las diferencias económicas no son cada vez más grandes?
-Si hoy pensamos en Real Madrid, en Manchester City, en lo que valen sus futbolistas; nosotros jugamos contra el Milan, que tenía la Selección Italiana y valían doscientas millones de veces más que nosotros. Pero fuimos con la mentalidad, con un gran conductor que teníamos como Carlos Bianchi, y nos convencimos nosotros mismos para empujar y creer que se podía lograr. La clave está ahí. En la cabeza y en la fortaleza del grupo de jugadores. Hoy existe un ego que hay que tratar de manejar, porque los egos han crecido y a muchos no les gusta. A mí me gusta que el jugador se empodere, pero en el grupo, entre ellos. Hay que tratar de convencerlos y que ellos mismos se den cuenta que pueden lograr ser campeones del mundo.
-¿Cuánto significa en tu vida tener ese título?
-Yo, con mucha humildad, me siento orgulloso. Soy un exfutbolista que en ese recuerdo vuelve a sentirse futbolista. Lo que yo viví con Vélez no me lo voy a olvidar nunca en mi vida. Cuando yo no estoy muy bien, vuelvo a esos recuerdos y me contagia. Me llena de energía y de satisfacción. Me reencuentro con ese fuego sagrado que hay que tener para poder lograr algo tan grande.
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-Un futbolista que está en boca del fútbol argentino es Valentín Gómez, adquirido por el City Group y próximo a vincularse a River. Vos tuviste mucho que ver con su llegada a Vélez…
-Valentín es como mi hijo varón. Con su papá tenemos una amistad de hace muchos años. Yo hice lo que tenía que hacer, que fue meterlo en el mejor club de la Argentina como es Vélez Sarsfield. Sabía que lo iban a preparar, a mentalizar, que se iba a poder foguear y que además lo iban a cuidar. Es muy apasionado. Destaca como futbolista, pero también por la clase de persona que es hoy. Estoy contento por él y por su familia, porque son todos gente de fútbol, enfermos como yo. Siente el fútbol como lo siento yo. Que lo quieran River, Boca, que lo quiera el City Group, es una alegría muy grande. Hablo mucho con el papá, con él y te das cuenta que tiene los pies sobre la tierra. Es un chico muy humilde, que ha crecido muchísimo. Yo simplemente lo lleve a mi casa. Después fue todo mérito de él y de su familia.
-Por posición, ¿fue una aparición del estilo de la de Otamendi?
-De Nico también estuve muy encima. Siempre me pareció más parecido a mí, porque Valentín tiene una salida más linda, más clara, pero es un kamikaze, como también era yo. Los dos tienen esa característica de jugarse la vida con la que también me siento representado. Valentín tiene el futuro por delante. Nico es una alegría lo que ha logrado, la carrera que tuvo y tiene.