Mientras trabajan bajo tierra para reparar una tubería, los plomeros de Brooklyn Mario (Chris Pratt;Jurassic World y La Gran Aventura LEGO) y su hermano Luigi (Charlie Day; Pacific Rim) son transportados por una tubería misteriosa y vagan por un mundo nuevo y mágico. Pero después de separarse, Mario se embarcará en una épica aventura para encontrar a Luigi. Super Mario Bros. La Película es una hazaña protagonizada por los plomeros más destacados de la cultura popular de las últimas cuatro décadas.
La exitosa franquicia de Nintendo llega a los cines del mundo con la misión de borrar la horrible huella que dejó en los fanáticos la adaptación en acción real que se hizo en 1993. En esos tiempos, lo que se plasmó en la pantalla poco y nada tenía que ver con el espíritu colorido y aventurero de la saga de hermanos fontaneros, y por lo mismo se ganó el repudio tanto del público general, como de la crítica y los gamers.
¿Cómo es Super Mario Bros. La Película?
La esencia del estreno animado que convoca ahora logra revertir hasta cierto punto ese poco auspicioso panorama. Si bien la entrega protagonizada por Bob Hoskins y John Leguizamo era una oscura trama de ciencia ficción con estética postapocalíptica enfocada más hacia un público adulto; el nuevo trabajo de Illumination Studios tienen una orientación completamente diferente, apuntando derechamente a un target familiar y sobre todo a los más pequeños de la casa.
Es por esto último que no hay que buscar una trama compleja, de grandes giros o intrincadas emociones; se trata de una historia en línea recta hasta el final. Simple, por momentos débil, lo justo para sustentar toda la gloria visual de la propuesta.
De hecho su punto de partida en el mundo humano es bastante absurdo e incluso levemente incómodo, por lo caricaturesco del perfil de los personajes que interactúan con los hermanos en primer lugar. Afortunadamente, ese tono soso se deja de lado por un humor más simpaticón cuando los hermanos cruzan al Reino Champiñón. Curiosamente, la faceta más fantasiosa de la historia, parece más sólida y contundente, que la realidad mundana que es el punto de partida. Es que no hay mucha humanidad en la creación de los protagonistas, su examen es muy superficial.
Los personajes tienen poco espacio para evolucionar en sus personalidades, casi no crecen en el viaje y van dejando varias temáticas desaprovechadas, por un guión al que precisamente no le interesa profundizar en el potencial psicológico de lo que tiene entre manos sino que pisar el acelerador al espectáculo, que no deja de ser entretenido y alucinante de ver, pero que en el desarrollo se va quedando sin sustento.
El enfoque extremadamente infantil de la historia tiene como objetivo conquistar a las nuevas audiencias, mientras que la búsqueda de atención de los mayores radica en la nostalgia de una narrativa cargada de fan services. Algunos están mejor logrados que otros, pero ciertamente el enganche se hace por los diseños de personajes, especialmente por los sonidos que estos emiten y una banda sonora original de Brian Tyler que realmente es de lo mejor de la película, echando mano a los clásicos temas de los videojuegos en algunos pasajes sin perder su novedad.
Tema aparte son las canciones licenciadas ocupadas múltiples veces en otras producciones, porque piensas en Kill Bill, piensas en Guardianes de la Galaxia, piensas hasta en Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos. En el fondo, una paupérrima selección, que inevitablemente te sacan de la acción. Un abuso de hits ochenteros innecesario, existiendo tanto éxito popular nuevo con el que se puede conquistar el oído.
Más allá de eso, la franquicia Super Mario Bros. inevitablemente es un fenómeno reconocible en la cultura popular. Incluso sin ser gamer reconoces lo que tienes en frente, entiendes su icónica sonoridad y los ojos están familiarizados con este o aquel otro personaje, por lo que son reconocibles de inmediato; quizás no tanto para los niños de ahora pero sí para quienes crecieron jugando con estos mundos.
No hay que confundirse, la película igualmente es un vehículo publicitario, ya no sólo para vender juguetes y merchandising relacionado, sino que también para promocionar los parques temáticos inaugurados recientemente en Universal Studios Japan yUniversal Studios Hollywood. Algo que sin duda le resta peso al cariño por los personajes y tiñe con tintes de desalmada corporatividad la apelación a la emotividad de los fans espectadores.
Ahora, si hay algo en lo que no se queda corta la película es en su desarrollo visual y estético. El colorido diseño de la fuente original se replica prácticamente a cabalidad, mientras que las formas se pulen con texturas de admirable acabado hasta en los más mínimos detalles. Y aunque repentinamente algunas secuencias parecen inconexas o del todo introducidas por la necesidad de referenciar obligatoriamente hasta los videojuegos más recientes de la saga, se pueden disfrutar en su naturaleza individual: ahí están el combate con Donkey Kong, la carrera a toda marcha por la pista de arco iris con referencias a Mad Max o una secuencia de terror con Luigi.
Pero sin duda lo que se roba el show es la personalidad de Bowser, quien levanta red flags por docenas al querer forzar un matrimonio so pena de destrucción del universo con una Princesa Peach que, muy actualizada culturalmente, ya no es la damisela en peligro. El villano, en su perversidad, es un carismático romántico empedernido, que se ensalza en baladas para una obtusa pretendiente y se revuelca en el anhelo de un amor imposible, canalizando sus frustraciones en el martirio de sus secuaces y quienes se interpongan en su camino. Su apariciones son prácticamente lo único que no se lleva crítica alguna, llenan toda la pantalla en cada uno de sus gloriosos momentos.
Super Mario Bros. La Película pende de un hilo en el desarrollo de su trama, descansa netamente en el ataque de nostalgia de los adultos para que los niños acudan a verla y su naturaleza comercial le quita brillo al potencial que podría haber tenido. Pero sin ser trascendental, es un viaje entretenido por los 90 minutos que se extiende, nada más. Definitivamente, la hazaña de los hermanos fontaneros se defiende en lo visual y musical, pero queda al debe con su narrativa.