Oppenheimer es un thriller épico que sumerge al público en la paradoja trepidante del hombre enigmático que debe arriesgarse a destruir el mundo para salvarlo. Una exploración sobre el físico J. Robert Oppenheimer y su papel como desarrollador de la bomba atómica. Basada en el libro American Prometheus: The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer, de Kai Bird y Martin J. Sherwin.
La búsqueda de un poder inusitado y ciertamente jamás proyectado es la justificación perfecta para que Christopher Nolan entregue su visión sobre el padre de la bomba atómica.
En una colosal obra de tres horas, el director conjuga lo mejor de su mirada grandilocuente sobre el mundo. Y hace que el más mínimo diálogo se sienta de proporciones épicas.
¿Cómo es Oppenheimer, de Christopher Nolan?
Se trata de una tarea titánica que juega con las capacidades sensoriales de quién admira el trabajo. La película se vuelve un reto para el espectador. Es tremendamente demandante para quien observa. La necesidad de atención y comprensión es vital para sumergirse en la intensidad de la trama. Estimular el pensamiento y la reflexión parecen su intención ni tan oculta.
Ésta es difícilmente una película de acción. Gran parte de la producción se eleva principalmente por su nutrida cantidad de diálogos, que no hacen más que presionar sobre la ansiedad del que mira. Mientras Nolan te alimenta con primeros primerísimos planos de rostros que transmiten sentimientos ambiguos. La certeza del conocimiento y la inseguridad de la exploración. La excitación del descubrimiento y la incertidumbre de sus consecuencias.
Cillian Murphy interpreta a un hombre lleno de grises. Alabado por su devastador logro y perseguido por sus afiliaciones políticas después. El sabor del triunfo en la carrera armamentista y la amargura de ser descartado como un objeto defectuoso, cuando buscó cercar los alcances del poder nuclear que había desatado.
Densa e potente
La película es densa. Si bien te dan a conocer nociones superficiales sobre la física cuántica involucrada en el asunto, son múltiples las líneas argumentales que se van estableciendo. El contexto histórico de la Segunda Guerra Mundial, el espía comprometiendo la continuidad del Proyecto Manhattan, las aristas políticas del desarrollo científico, la caza de brujas contra quienes defienden sus ideales, las tercas mujeres, y el profundo cuestionamiento del protagonista; son caldo de cultivo para una sensación de paranoia e inquietud constante. Todo parece conspiración. Es un juego de confianzas en un interminable tira y afloja.
Con ello se genera una atmósfera tremendamente inquietante, entre lo expositivo, la estimulación auditiva y la percepción visual. Nolan lo sabe, lo busca. El fuego de su criatura no está en las explosiones, sino que en la intimidad de los intercambios verbales en espacios reducidos, agobiantes. Cuando efectivamente te tiene más sumergido en rostros que se ahogan en preocupaciones.
Con Oppenheimer hay candidata segura y avasalladora para los Oscar 2024. Una experiencia potente. Muy probablemente lo que muchos NO se esperan. La película es gigantesca. Es muy Christopher Nolan. Un mirada de autor que cada vez se va echando más de menos en el cine actual.