Un domingo inolvidable (para Miranda, el equipo y los hinchas)

Por Pablo Aravena

Si de algo puede enorgullecerse el entrenador de Universidad de Chile, Sebastián Miranda, es de haber probado, en pocos partidos, que es capaz de mover las piezas y hacer crecer a sus jugadores.

El partido de ida de los cuartos de final de la Copa Chile marcó un pleno para el DT azul.

Si hace un mes Universidad Católica arrasó con el pusilánime equipo dirigido por el uruguayo Diego López, en Santa Laura hubo otro guion.

La U apostó con valentía. Salió a enfrentar sus peores miedos y lo hizo mirando al frente, levantando la cabeza y embistiendo a quien fuera que portara una camiseta con la franja azul.

Porque si algo podrán atesorar los hinchas azulesen esta dura temporada será la tarde del domingo 25 de septiembre.

Pablo Aravena y la columna azul más ganadora del año

La U apostó a presionar arriba, a no darle espacios a los carrileros del rival -especialmente el derecho- y a luchar como si en cada balón se fuera la vida. Literalmente.
Y esa valentía, apoyada por un gol inolvidable de Cristian Palacios, ayudó a todos. Partiendo por el sobrio duelo del arquero Martín Parra, quien debutó a lo grande y sin mostrar un toque de inseguridad.

Atrás, la dupla Domínguez-Casanova otorga un plus en la marca y en la salida. Sobre todo porque aporta un ítem que no asomaba hace rato: tranquilidad. Para saber cuándo recuperar el balón, pero también para definir, habitualmente con certeza, cuándo salir jugando y cuándo reventar el balón. Y, como no sucedía hace rato, los laterales clausuraron sus bandas (gran partido de Andía y Castro).

En la mitad de la cancha, todos mejoraron. Ojeda y Poblete se adueñaron de esa zona, mientras Gallegos aportó en la refriega y Assadi mantuvo su toque de clase y seguridad -y atosigó a Saavedra hasta hacerlo perder importancia-.

Todo mejoró. Quizá si la falta de contundencia de Ronnie Fernández aún sigue en la zona de críticas.

Pero del resto, todo bien.

Y todo eso, en un escenario como no se veía hace tiempo. Un estadio con quince mil personas, pasión a full y festejos desmedidos.

Así de bueno fue el lance ante la UC. El miércoles puede pasar de todo. Incluso quedar eliminados. Nada está resuelto. Pero no será grave (salvo un descalabro histórico). Hoy la U tiene otras prioridades: lo esencial es salvarse del descenso y evitar vergüenzas mayores. Jugando como el domingo, el éxito está más cerca.

Para Miranda, el clásico universitario no marcó un triunfo más (el cuarto en seis partidos dirigidos durante la temporada) sino que timbró su sello ante un rival histórico (es el primer clásico ganado en la temporada), igualó la mejor racha del año (dos triunfos seguidos, tal como en la primera y segunda fecha con Santiago Escobar) y llenó de esperanzas un panorama lleno de nubarrones.

Por eso la alegría final. La U se empieza a poner de pie. Y como mejor lo sabe, con la pasión a full.