Leandro Paredes viene principalmente a Boca Juniors para calmarle las fieras a Riquelme, para apaciguar el malhumor de los hinchas Xeneizes y para sacar a Román del lugar de un presidente perdedor que todavía no ganó ningún título importante. Esto es así.
A ver, si Riquelme hubiese estado realmente convencido, lo traía en enero y hasta le salía más barato, pero todavía se sentía todopoderoso. Después de las puteadas contra Alianza Lima, Lanús e Independiente tiene que darle algo a la gente para que no se le pudra el rancho en la Bombonera.
Dicho esto, Paredes es un gran refuerzo. Le va a dar a Boca liderazgo, un poco de mística de La Scaloneta, clima positivo y orden en el vestuario. Además, el Xeneize va a tener un 5 de juego que yo creo que no tiene desde la mejor época de Fernando Gago, allá por 2005/2006.
Paredes también le va a dar a Boca pelota parada, goles de tiro libre y muy buen remate de media distancia. Eso sí: está obligado a ser campeón. Lo que todavía no logró Edinson Cavani en dos años, Paredes tiene que hacerlo rápido. Y seguramente, en el fútbol argentino, los técnicos rivales se la van a complicar. Tanto a él como a Ángel Di María, porque es un fútbol muy sucio, embarrado y difícil de jugar. Pero él es un crack y la tiene que romper.
