“Yo tuve un encuentro con Jesús tras tomar 18 caipirinhas y 14 cervezas“. Así, sin rodeos, lo cuenta Cicinho. Un momento que, sin saberlo, se convirtió en una presagio que marcaría las dos caras de la moneda: el alcohol, que lo acompañó durante buena parte de su carrera, y la fe, que años más tarde se transformaría en su salvación. En el medio, uno de los laterales más prometedores del fútbol brasileño y que llegó a vestir la camiseta del Real Madrid con Los Galácticos.
El lateral brasileño dio sus primeros pasos en el Botafogo. Rápidamente llamó la atención en Atlético Mineiro y, sobre todo, en Sao Paulo, donde se consolidó como un defensor veloz, con gran proyección ofensiva y buena técnica. Allí tocó el cielo con las manos: alzó la Copa Libertadores e Intercontinental 2005. Ese rendimiento lo llevó a la Selección de Brasil, con la que disputó la Copa Confederaciones de ese año y el Mundial de Alemania 2006. Su carrera parecía ir en línea ascendente, hasta que el Real Madrid tocó a su puerta.
El Merengue lo fichó con la expectativa de que se convirtiera en el dueño del lateral derecho durante varios años. Sin embargo, Cicinho confesó tiempo después que su llegada a España lo llevó a perder el control. “Cuando llegué al Real Madrid se me fue todo de las manos. Ahí bebía mucho, pero no solo por la noche. Algún periodista me veía bebiendo, pero la buena racha que vivía el equipo maquillaba la situación”, admitió en una entrevista con Fox Sports.
Aunque los excesos en la capital española no hicieron más que cuantificarse: su relación con el alcohol databa desde sus 13 años y pararía cerca de dos décadas más tarde. “Me dijeron que la cerveza era buena y empecé a beber. Paré con 30. Llegué a beber más o menos diez cajas de cerveza por día. Hasta el fichaje por el Atlético Mineiro, solo bebía cerveza porque no tenía dinero, luego pasé a beber de todo. Y también fumaba”, confesó. Incluso, reveló que la desorientación lo impulsó a a gastar 25 mil euros en una tienda de ropa de lujo que frecuentaba su compañero David Beckham.
Momento de reconvertirse
El paso de Cicinho paso por Real Madrid, marcado por lesiones, rendimientos irregulares y entrenamientos ebrio dejó una sensación amarga en todos. El brasileño lo resumió con crudeza: “Me arrepiento de haber salido del Madrid, tendría que haber sido más profesional”. Tras su salida anticipada dos años después, pasó por la Roma. Allí estuvo cinco años, sin nunca asentarse. Sin embargo, en Italia llegó el giro que cambiaría su vida.
Allí conoció a Marry, su actual esposa y pieza clave en su proceso de rehabilitación. Se conocieron en 2012 y, según relató el propio Cicinho, fue ella quien lo acercó al camino que tomaría en el futuro: “Marri me mostró los principios que tenía, que estaban orientados a la palabra de Dios, y fue así como conseguí mi rehabilitación. Ya no tengo problemas con el alcohol y el cigarro. Vivo los principios que Dios me pide”.
La palabra de Dios como guía
En paralelo a aquel cambio personal, el lateral pasó los últimos años de su carrera con pasos por Villareal, Turquía y el fútbol brasileño, en el humilde Brasiliense, donde colgó los botines en 2018. El siguiente paso ya lo tenía en claro. “Es triste ver a grandes jugadores con el poder de influir por el lado bueno, y que lo hacen por el lado malo con una sola idea en mente“, había sentenciado tiempo atrás. ¿Qué hizo? Se mudó a un pequeño pueblo llamado São Luís do Monte Belo. Allí dirigió campus de fútbol para niños y comenzó a predicar en iglesias, contando su experiencia y cómo la fe lo había ayudado a superar sus problemas.
Durante ese tiempo, Cicinho se convirtió en un predicador itinerante, visitando comunidades y compartiendo mensajes motivacionales con personas que atravesaban adicciones y dificultades similares a las que él vivió. En el pasado habían quedado los 20 años sufriendo el alcohol.
Hoy, con 45 años, Cicinho se reinventó. El último paso fue los medios de comunicación, el lugar que le permitió amistarse nuevamente con su otra pasión: el fútbol. Desde 2021 que forma parte de programas televisivos como panelista y comentarista. Su capacidad de oratoria lo llevó al punto de ser considerado una palabra de peso dentro de Brasil, mientras también se caracteriza por su carisma: se animó incluso a interpretar un personaje de predicador en tono de comedia.
