“Yo tenía 16 años y ya estaba en el vestuario de Boca en donde estaba (Martín) Palermo, (Juan Román) Riquelme, (Roberto) Abbondanzieri, (Hugo) Ibarra, (Sebastián) Battaglia, Clemente Rodríguez y así toda la cantidad de jugadores que pudieron haber pasado durante seis años, que yo estuve en el plantel profesional”. Si bien no es uno de los nombres más conocidos que hayan vestido la camiseta azul y oro, Exequiel Benavídez le debe todo al club. Hoy, a sus 35 años, ya alejado de las canchas, sigue vinculado y trata de ayudar a su manera.
De Santiago del Estero, su provincia natal, al vestuario de Boca con todas las figuras mencionadas, a muy temprana edad, casi como un caso similar al de Exequiel Changuito Zeballos, con quien tiene buena relación. Sabe que su paso por la institución xeneize no fue lo que soñaba cuando veía a su equipo levantar la Copa Libertadores o la Intercontinental en los mejores años de Carlos Bianchi. Aún así, es un agradecido.
“Boca para mí es todo. Me formó como persona, me formó como jugador y, más allá de que no tuve la continuidad que me hubiese gustado tener, no sólo me ayudó para mi carrera. Fue un curso realmente acelerado a lo que debe ser una persona y un futbolista profesional“, le comentó a BOLAVIP sobre lo que pudo haber sido y no fue, pero que le permitió llegar a este lugar que hoy disfruta.
Lo que pudo haber sido es lo que muchos sueñan cuando llegan a la Primera del club del que es hincha. Aquel joven santiagueño que viajó a torneos internacionales tanto con el Xeneize como con la Selección Argentina juvenil bien pudo dar el salto rápido a un equipo de Europa. “En un momento, surgió la posibilidad de jugar en Liverpool“, reveló.
Benavídez, en las juveniles de Boca y una foto con Maradona (Instagram @exe.benavidez).
Para poner en contexto, las juveniles de Boca suelen ir a torneos internacionales como invitados, algo que sobre todo se dio durante la primera década de este siglo por el gran éxito del ciclo Carlos Bianchi a nivel mundial. Benavídez, en un torneo en España, llamó la atención de grandes como Real Madrid y Liverpool, que pidieron prioridad para comprarlos. Sólo el conjunto inglés se interesó de lleno, pero al final, la operación se frustró.
“En ese momento, se tomó la decisión de que vaya Emiliano Insúa (misma camada que Benavídez y hoy recientemente retirado tras su paso por Racing). Se fue a Liverpool y en el medio había vuelto (Gabriel) Paletta (también retirado) para jugar con Boca“, explicó. Son cosas que a un joven lo marcan.
“Si en ese momento, me hubiera ido yo, además de Insúa y otro compañero más por quien pidieron prioridad, quizás mi carrera hubiera cambiado. Con el diario del lunes, me hubiera cambiado muchas cosas irme a temprana edad“, se lamenta.
En tiempos en los que se cuestiona precisamente que los jóvenes se vayan a tan temprana edad a Europa, sobre todo por los casos de Claudio Echeverri a Manchester City o Valentín Barco a Brighton, el caso de Exequiel Benavídez es un ejemplo de lo que pudo haber sido. Hoy, precisamente, luego de dejar su carrera como futbolista profesional, maneja una agencia de representación y entiende perfectamente lo que significan este tipo de cosas para un jugador con gran potencial.
-¿Pensás que jóvenes como Claudio Echeverri o Valentín Barco tomaron una buena decisión al irse a temprana edad a Europa?
-Eso lo va a determinar el tiempo. Ver si Barco o Echeverri tomaron una buena decisión, el tiempo lo determinará. Va a ser lo que hagan con su carrera, la adaptación que tengan y cómo lo hagan. las situaciones de cada futbolista y de cada persona son totalmente diferentes. No puedo decir si está bien o mal. No estoy en la cabeza de Barco, no estoy en la cabeza de Echeverri. Hubo muchos casos de ambas maneras. Hubo el caso de alguno que no se fue, se quedó, le fue muy bien y fue vendido al doble; y estuvo el caso del que no se fue en ese momento, se quedó y no lo quisieron ningún otro equipo. Entonces, es relativo.
Su paso por Boca y quién fue el ídolo que lo ayudó en el vestuario
-¿Cómo recordás tu paso por Boca?
-Estuve cinco o seis años con diferentes planteles, desde que estuvo el Coco (Basile) a (Julio César) Falcioni, pasaron muchos técnicos. Yo siempre digo que el haber formado parte de todos esos planteles, más allá de que no tuve la continuidad que a mí me hubiera gustado tener, me sentí a la altura. Competía con jugadores que, en ese momento, eran ídolos, algo que hoy no pasa en Boca. Hoy el jugador de Boca que llega o el juvenil, se ve reflejado en el correr de los partidos, compite de igual a igual. Ahora, juega mal uno, está el otro. Hasta le pasa a (Edinson) Cavani que le toca salir y está otro jugador. Yo no lo pongo hoy a Cavani a la altura de lo que era Palermo en ese momento. Palermo era un histórico, tenía su espalda, ya había ganado Libertadores, era el goleador. Lo mismo Riquelme, lo mismo Ibarra, lo mismo Battaglia, lo mismo Abbondanzieri, (Rolando) Schiavi, Clemente Rodríguez, Rodrigo Palacio y así te puedo nombrar miles de jugadores de esa época. Antes, no podía competir de igual a igual con Battaglia. Ahí estaba la dificultad de poder ganarse un lugar en Boca, en ser titular.
Benavídez, en una práctica con Palacio y, de fondo, Palermo (Instagram @exe.benavidez).
-¿Cómo fue entrar a ese vestuario repleto de figuras? ¿Quién te ayudó?
-Éramos muchos jóvenes en el plantel. Yo era uno de los primeros que había subido de esa camada. Teníamos un acercamiento muy bueno, obviamente con la distancia de las personalidades, las diferencias, más allá de tener el apoyo y las charlas. Yo recuerdo muchas charlas con la mayoría de los grandes: con Martín (Palermo) con el Pato (Abbondanzieri), (Agustín) Orión en su momento, con Román (Riquleme), con (Hugo) Ibarra, con Clemente (Rodríguez), con (Sebastián) Battaglia. Si me das uno a decir de quién me hablaba más, yo recuerdo mucho que Ibarra no sólo me hablaba, sino que también tenía ese carácter de padrino y de padre. Te hablaba siempre, yo lo seguía cuando veía que él iba al gimnasio antes de los entrenamientos. Muchas veces me acercaba a donde yo vivía. Fue Ibarra en sí, el que por así decirlo, el que más me hablaba a mí.
-¿Se veía en Ibarra esa condición de técnico que después tuvo en Boca?
-Siempre uno como compañero, más o menos, se va dando cuenta, quién tiene esa capacidad para ser director técnico. Después en el fútbol pasan muchísimas cosas. Es una de las cosas por la que yo no me incliné a ser director técnico (Aclaración: cuenta con la licencia A Pro de CONMEBOL para dirigir), pese a que me siento capacitado. ¿A qué voy con todo esto sobre Ibarra? El fútbol es muy ingrato. Yo tuve muchos directores técnicos que tenían una capacidad tremenda, pero, lamentablemente, a veces, el fútbol no funciona como uno quiere, sea por algo interno o por algo externo, las cosas no se dan. Soy un convencido de que, más allá del conocimiento que uno puede llegar a tener, que el conocimiento los podemos tener todos, el que hace la diferencia para mí es el que tiene la comunicación y las formas de tratar con los jugadores para poder potenciarlos. Creo que ahí es en donde uno hace la diferencia.
La anécdota con Riquelme y el día en que Carlos Bueno casi lo golpeó
Juan Román Riquelme hoy está en un rol que no es el que Exequiel Benavídez conoció. El santiagueño supo compartir cancha con el ’10’ (jugaron juntos cinco partidos en Boca, además de los entrenamientos) y si bien asegura que “sigue siendo la misma persona de siempre”, opina sobre lo que es como dirigente y los recuerdos que le dejó como jugador.
-¿Cómo lo ves al Riquelme dirigente en comparación al que fue jugador?
-Lo conozco de haberlo tenido de compañero y haber compartido varios años con él. No lo veo muy cambiado. La verdad, no soy quién para decir si está capacitado o no, como se comenta. El fútbol, lamentablemente, es de resultados. Si te lo pongo en general, y te saco Boca, vos al hincha le podés hacer lo que vos quieras institucionalmente, podés tener de la mejor manera al club, ahora si los resultados no se dan, el hincha no va a estar contento y no va a estar conforme. Es una posición muy difícil en la que está hoy, no es fácil manejar un club, pero quizás, si Boca hubiera salido campeón de la Libertadores, hoy el margen para todos, hubiera sido más amplio.
Benavídez, marcando a Riquelme en una práctica de Boca (Instagram @exe.benavidez).
Para describir al Riquelme jugador, Benavídez siempre recuerda una anécdota que tuvo con él en un entrenamiento y que contó en alguna oportunidad en una entrevista en Cómo Te Va por Radio Colonia hace algunos años. El recuerdo refleja perfectamente lo que significó para él compartir vestuario con Román y la calidad que mostraba dentro de un campo de juego.
-Recuerdo una anécdota que contaste alguna vez sobre Riquelme. Durante un entrenamiento te dijo: “Vos me la vas a sacar cuando yo quiera”. ¿Fue realmente así?
-Siempre la cuento a modo de una experiencia que me tocó vivir con él en donde te describe la capacidad de futbolista que era. Me dijo eso y lo que me dijo era cierto. Yo se la iba a sacar si él quería, porque era así. Manejaba el fútbol como quería y con las cualidades que él tenía dentro de la cancha hacía lo que quería, es así. Fue en un trabajo táctico en donde yo, como un jovencito ilusionado y contento que estaba marcando al ídolo que siempre miraba en la tele, lo corría para todos lados, cuando un táctico obviamente es algo más tranquilo, más leve. Lo corría para todos lados, obviamente, sin intenciones de sacarlo, en esa labor que tenía, que era más sparring y hacer sombra para estar siempre cerca porque era así la realidad: uno quería estar cerca de Román y competir contra ese tipo de jugador. En el vestuario, me llamó la atención al decirme ‘por qué, sabiendo que era un táctico, estaba de esa manera’. Yo a modo de broma, de chiste, le dije ‘no te la iba a sacar’. Y ahí fue que me dijo ‘¡Pará! Vos me lo vas a sacar si yo quiero’. Y quedó ahí viste, uno por dentro ya sabía que se la iba a sacar cuando él quiera porque porque la realidad. Eso describe las cualidades, la confianza y seguridad del Riquelme futbolista.
-¿Con algún otro jugador tuviste alguna situación similar o recordás alguna anécdota durante algún entrenamiento?.
-Recuerdo una de cuando recién estaba tocando Primera División. Era un chico que no era Battaglia (risas), por así decirlo, de recuperar muchas pelotas, pero cuando yo recuperaba, mi forma era tirándome al piso porque no era rápido, calculaba y me tiraba al piso. En ese momento estaba Carlos Bueno, el uruguayo, que llevaba la pelota atacando a mi arco, en este caso. Yo corriendo de atrás, me tiro al piso y lo trabo. Él, justo, como que quiere hacer el toque para llevársela y yo justo lo trabo, y como que cayó casi de boca más o menos. Se paró el uruguayo, era bravo (más risas), se paró y me quiso encarar como para pegarme un cachetazo diciendo ‘pendejo, qué estás haciendo’ (más risas). Ahí fue Palermo quien me defendió. Es una anécdota que también me quedó presente porque fue muy de joven. Cuando era joven, uno muchas veces peca de muchas cosas o hace cosas que quizás está bien, pero el grande te las marca. Uno de joven quiere demostrar, te dan la posibilidad y quiere demostrar, comerse vivo a todos.
Carlos Bueno, delantero uruguayo que jugó en Boca (IMAGO / Cordon Press/Miguelez Sports).
El día que sobrevivió al terremoto de Iquique en 2014
Luego de Boca, Benavídez tuvo una carrera en donde pudo jugar en clubes del continente americano. Uno de los destinos en donde se vio su mejor forma futbolística fue Deportes Iquique de Chile. Llegó a ser campeón de la Copa Chile en 2014, todo un hito para la institución. Sin embargo, también coincidió con uno de los peores momentos que vivió en su vida.
En marzo de 2014, Iquique sufrió uno de los terremotos más devastadores. El epicentro fue a unos 74 kilómetros al norte de dicha ciudad sobre el mar de Chile, lo que también provocó una alerta de tsunami. La ciudad sufrió las consecuencias con importantes destrozos, sobre todo también por las réplicas que le siguieron. Afortunadamente, no hubo víctimas fatales, pero el mal momento afectó al santiagueño.
-¿Cómo fue ese mal momento que pasaste en Deportes Iquique?
–Fue terrible. Fue un año que tuvimos cosas buenas y malas porque salimos campeones con un equipo que era de mitad de tabla en Chile y nos tocó vivir uno de los terremotos más grandes de la historia de Chile y el epicentro fue en la ciudad donde yo estaba. Aparte vivía en un edificio, en el piso 22, que era una península, que yo sacaba la cabeza por mi balcón, y veía el mar. Recuerdo que ese día habíamos metido una carne al horno para comer con el (Rodrigo) Rengo Díaz (en su departamento en el piso 18), (Santiago) el Colorado Romero, que es un uruguayo y otro argentino más (pudo ser Walter Mazzolatti, Mauricio Yedro o Javier Báez). Cuando volví al piso 18 de buscar sal, empezó a temblar, llegué a la casa justo antes de que empiece el sacudón fuerte. La verdad es algo que no se lo deseo nadie porque nunca tuve tanto miedo. Era una película de terror, se movía todo, se caía todo, se cortaba la luz, se prendía, se cortaba, se prendía hasta que se cortó. Al minuto empezó a sonar la sirena de alerta de tsunami. Recuerdo que uno de los chicos no me acuerdo cuál exacto, estaba lesionado y en ese momento, en esa alerta de tsunami, se había curado, no sé cómo, pero bajaba escalones, de a siete escalones saltaba. Y tuvimos que correr hasta una zona segura. Después tuve que vivir durante dos o tres días las réplicas. La ciudad parecía una zona de guerra porque estaban llenos de la fuerza policial, naval, los militares, te limitaban a la zona que podías pasar. Fue una experiencia bastante fea que no se la deseo a nadie.
-¿Eso llevó a que dejes Chile, pese a salir campeón?
–Sí, fue algo que me hizo tomar la decisión de irme. Había tenido un año excelente. Me había sentado con el presidente de Deportes Iquique, me había ofrecido renovar y le pedí pensarlo. Me habían surgido propuestas para irme a otros lugares y me llevó a tomar la decisión de no seguir allá.
Benavídez, en el piso peleando por la pelota en un partido con Iquique (IMAGO / Photosport).
En Ecuador, fue compañero de Pervis Estupiñán y en Colombia, de Jhon Arias
-Luego, jugaste en Ecuador, en Liga de Quito y hasta en una posición que no era habitual tuya, ¿no?
-Me había ido a Suecia, estaba en un club allá y no había firmado por algunos acuerdos de cláusulas que no se daban. Me llamó (Claudio) el Bichi Borghi, que estaba en Liga de Quito, y me propuso jugar Libertadores en un club que, la verdad es de primer nivel, de primera línea en América, club espectacular, que no tiene nada que envidiarle a nadie, y me gustó la idea, Me volví y jugué en Liga: jugué de volante, jugué de volante central, me tocó hacerlo de líbero en algunos partidos, me tocó hacerlo de defensor central también. La verdad que fue un año que me tocó tener bastante continuidad y me vi a la altura. Lamentablemente, no fue un año como todos queríamos, pero, desde mi punto de vista, fue bastante positivo.
–Coincidiste con un joven Pervis Estupiñán, que hoy es compañero de Valentín Barco…
Me tocó estar mucho tiempo en Ecuador (dos años) y te puedo decir que los jugadores ecuatorianos y también los colombianos tienen muchas más cualidades que el futbolista argentino. Son más rápidos, son más ágiles, más hábiles. No sé si más técnicos, pero tienen muy buena técnica. Tienen una genética de una velocidad física tremenda, cosa que, si yo quiero ser veloz, no voy a poder serlo. Es una cualidad difícil de tener y que para este deporte es bastante importante. El déficit que ellos tenían, el colombiano y el ecuatoriano, a comparación del argentino, que es en donde nosotros nos sobreponemos ante eso y por eso somos competitivos siempre en todo, es que tácticamente ellos no tienen una buena formación, no tienen un proceso de formativa como el que tenemos nosotros y la gran mayoría de los jugadores llegan con un déficit táctico tremendo que en el fútbol son detalles que marcan mucha diferencia. Eso es lo que yo veía en Pervis (Estupiñán) en ese momento, que era un chico joven pero que, obviamente como te digo, las cualidades ya las tenía, ya las veías y es ahí en donde yo digo que él compitió en Primera División, en Liga, le fue bien y terminó pegando el salto. Pero así como te digo lo otro, te digo esto. No me sorprende que él esté allá jugando a ese nivel porque cualidades físicas y técnicas las tenía después todo lo otro, uno lo va agregando, lo va perfeccionando y no es culpa de él, es del sistema que tiene Ecuador, en este caso, y en Colombia. Un proceso de formativa que, desde mi parecer, de mi gusto, siempre que tuve la posibilidad de hablar con gente de allá, sería diferente a nivel internacional para competir si el proceso de formación lo cambiarían y lo harían como lo tenemos nosotros.
Exequiel Benavídez, en su paso por Liga de Quito (IMAGO / Xinhua).
-También coincidiste con Jhon Arias…
-También igual. Lo tuve de compañero a Jhon Arias (en Patriotas de Colombia), que está saliendo campeón de todo con Fluminense. Es un chico que lo vi prácticamente desde muy chico, creciendo y aprendiendo en todo sentido. Es lo que te digo, cualidades le sobraban: técnica, velocidad. Le sobraban. Pero, después, le agregó lo otro y hoy es lo que es, sin duda.
La decisión de retirarse: “Ya no lo disfrutaba”
Exequiel Benavídez no juega desde el año 2023 en donde decidió enfocarse directamente en su nueva función, liderando una agencia de representación. Su formación académica (hizo coaching empresarial y deportivo en Colombia y la carrera de Política y Gestión Deportiva en la Universidad de San Martín) le permitieron tomar otro rumbo fuera de las canchas.
-¿Por qué decidiste alejarte de las canchas?
-Sufrí una lesión cuando estaba en Boca en 2010, más o menos. Fue una luxación de hombro. Me recupero, hice el proceso que me tenían que hacer, sin operación. La verdad que tuve una recuperación muy buena, fue un poco extensa, pero fue muy buena. Fue la lesión más grave que tuve: me habrá tomado dos meses y medio volver a la competencia. Nunca más tuve problemas hasta que se me volvió a luxar cuando estaba en Colombia a mediados del 2019. Se me luxó otra vez y no me lo podían acomodar durante unas largas horas. La verdad yo venía compitiendo bien, venía con mucha continuidad, me sentía en plenitud y toman la decisión de querer operarme. Yo le digo al médico del club, ya estábamos en la clínica porque no me lo podían acomodar, ‘hagamos un intento más’, porque no me quiero operar. Porque si me operaba me iba a llevar unos meses largos. Bueno, me lo acomodó. Lo terminamos acomodando justo cuando entraba el anestesista, y al final no me operé. A partir de ahí, empecé a sufrir una luxación muy seguida. Me tiraba al piso y se me salía el hombro, forcejeaba y se me salía el hombro, y siempre me lo acomodaba y seguía jugando. Eso ya me llevó a limitarme en movimientos técnicos, en forcejeos, en tirarme al piso para recuperar la pelota. Limitó mi nivel futbolístico, no podía potenciarme nunca, siempre jugaba con ese temor que te hace prevenir cosas.
Acá fue el principio del fin para Benavídez en el campo de juego, pero si bien el aspecto físico le impedía jugar con normalidad, lo mental terminó por sacarlo definitivamente.
–Después fui teniendo un desgaste mental. Fui sufriendo el día a día porque realmente ya no lo disfrutaba. Ese desgaste mental me llevó a que tome la decisión de decir: ‘la verdad no la estoy pasando bien, no estoy disfrutando, la estoy padeciendo’. Pasó un tiempo que no me operé, me afirmé en la nueva función que empecé a tener y a cumplir objetivos que superaban las expectativas que tenía y me dije: ‘por acá es el camino’.
-¿Y cuál fue ese camino?
-Siempre también me gustó el tema de las relaciones, los vínculos, mantener contacto, charlar y aprender, sobre todo, preguntar para seguir aprendiendo y hubo mucha gente que me empezó a preguntar para que le recomendara diferentes perfiles de futbolistas que buscaba tal club. Yo recomendaba, les hacía el favor a esta gente y les hacía el favor a colegas, o a ex compañeros o compañeros. Así le surgían posibilidades y oportunidades para irse a otros equipos. Muchos de esos chicos que yo recomendé terminaban yendo a diferentes lugares y les iba bien. Cuando pasó el tiempo, ya era una función que yo la podía realizar de buena manera. Eso me hizo darme cuenta de que yo podía cumplir esa función y era una función en la que yo me sentía cómodo.
Parte de este nuevo camino que tomó este ex Boca tiene mucho que ver con el camino que tuvo, sobre todo, en los inicios de su carrera y es lo que quiere cambiar. “La idea mía es, habiendo transitado muchas cosas, tratar de estar en un lugar, poniéndome con la empatía del ex futbolista, en ayudar a que mis ex colegas puedan tomar mejores decisiones. Quiero acercarme y hacerle ver al futbolista actual que hay muchas cosas que todavía siguen atrasadas y que, lamentablemente, no se aplica en el fútbol“, comentó.
-¿Cómo por ejemplo?
–La educación académica. Pasa el tiempo y en el fútbol sobra el tiempo y no es bien utilizado. La formación académica te capacita, no sólo para tener una mejor educación y formarte de buena manera, sino para tomar decisiones fuera o en el fútbol, por ejemplo, en un momento para llegar a un acuerdo para irte a otro club. También te ayuda para estar dentro de la cancha, más ágil, más rápido mentalmente para tomar una decisión, y es que el fútbol son toma de decisiones, y tenés milésimas de segundo para tomar una buena decisión. Eso es lo que te marca la carrera. Yo tengo la experiencia de haber tomado muchas malas decisiones más allá de que tengo gratitud por la carrera que me tocó realizar, pero sé que si hubiera tenido gente que a mi me hablaba o me ayudaba a guiarme por un mejor camino a que tome mejores decisiones, yo estoy seguro que mi carrera hubiera sido diferente y para mejor.