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ENTREVISTA EXCLUSIVA

Nicolás Tagliani: de tirarle centros a Palermo y jugar con Scaloni al paravalancha de Boca

Debutó en un Estudiantes de figuras y recorrió el mundo con la pelota, pero su verdadera pasión siempre fue la hinchada de Boca. Scaloni, Palermo, el Xeneize y hasta ¡Gallardo! en esta imperdible charla con BOLAVIP.

Nicolás Tagliani: de tirarle centros a Palermo y jugar con Scaloni al paravalancha de Boca
Nicolás Tagliani: de tirarle centros a Palermo y jugar con Scaloni al paravalancha de Boca

Para entenderlo, basta con conocer una de sus miles de anécdotas. Esa que cuenta que, a sus dos años, se cayó por un balcón y casi se muere. El recuerdo se le grabó tan a flor de piel que nunca más sintió miedo. Y así vive su vida, la que fue adentro de la cancha como jugador y la del paravalanchas como hincha de Boca. Nicolás Tagliani se dividió en dos: el futbolista profesional y el hincha fanático del Xeneize que viaja a todos lados y alienta de principio a fin.

Una pelota roja y blanca pintada en la cabeza fue su marca distintiva allá por los 90s, cuando todavía teñirse el pelo era para los rebeldes. Es que, claro, había que sobresalir en un equipo con tanta figura naciente: en aquel Estudiantes en el que debutó, post ascenso del 95, compartía plantel con Martín Palermo, Lionel Scaloni, Bernardo Romeo, entre otros.

Pero al mismo tiempo que buscaba consagrarse con la pelota, la tribuna lo llamaba. Lo seducía. Lo invitaba a ese otro mundo del tablón y el aguante, en tiempos picantes. De corridas y peleas. “La pasión mía arranca entregando pelotas en Estudiantes. No sé cuánto tendría, ocho o diez años, no me acuerdo. Cae la barra de El Abuelo. Un partido suspendido Boca – Estudiantes. Cae la barra del Abuelo gritando “Quiero ver a la 12”, con las sombrillas, los bombos, banderas. Me saqué la pechera, nunca más entregué pelotas y me fui a la hinchada de Boca. Y ahí arrancó”, rememoró en una extensa charla con BOLAVIP.

El famoso peinado de la pelota roja y blanca en su cabeza.

El famoso peinado de la pelota roja y blanca en su cabeza.

Y no paró nunca. Ni siendo jugador. Ni después de su retiro. Al contrario: ahora puede dar rienda suelta a su pasión sin tener problemas con sus entrenadores de turno. Sin tener que ocultar sus heridas. Sin necesidad de ocultar sus tatuajes azul y oro: ni el escudo en su pecho, ni el chancho en su mano ni el Maradona xeneize que luce en su pierna.

En tiempos en los que llegar a la Primera de Boca era casi imposible (de hecho, de su categoría sólo lo logró Rodolfo Arruabarrena), Silvio Marzolini, quien estaba en aquel entonces encargado de su categoría en La Candela, le recomendó a Daniel Tagliani, exjugador, que llevara a su hijo -delantero, zurdo- a otro equipo. Y se fue a La Plata.

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“Nací en Estudiantes. Hice Pre Novena en La Candela, en Boca, pero me buscó el papá de Sebastián Verón para que vaya a Estudiantes y si, tenía un corazón Boca/Estudiantes. Pero hice todas las Inferiores allá, de Novena a Primera, y sí era hincha de Estudiantes. Pero cuando vi la hinchada de Boca… Uno se enamora del hincha. Eso es Boca“, confiesa en diálogo con BOLAVIP.

Abre las puertas del quincho de su casa en Adrogué, ahí donde se junta con parte de su banda antes de cada partido. Hay un escudo gigante en forma de escudo azul y oro que decora el techo de madera. El toma agua de un vaso decorado con dibujos xeneizes mientras desde la pared principal asoman las fotos del fútbol: de su papá y suyas. Y una heladera que vivió infinidad de asados con fotos decoloridas por el sol que lo muestran con sus diferentes camisetas.

Fue a ver Colo-Colo Boca, aquel partido en que un perro mordió a Carlos Fernando Navarro Montoya. En un Boca-Vélez le dieron un ladrillazo y casi no la cuenta. Entre las anécdotas que más le fascinan contar está aquella con Roberto Cabañas que quedó inmortalizada en una revista de Boca: el 20 de diciembre de 1992, cuando Boca logró salir campeón con el Maestro Tabárez como DT, él acompañó al paraguayo a cumplir su promesa de cruzar la cancha de rodillas.

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Tagliani lo abraza a Cabañas en el 92. Foto archivo.

Tagliani lo abraza a Cabañas en el 92. Foto archivo.

“Yo crucé con Cabañas arrodillado. Todos los periodistas me decían ‘pendejo, rajá, rajá’, salí en todos lados. Y al otro día en el laburo a mi viejo le llevan la revista Boca, un sentimiento y le dijeron ‘ahí está Nicolás’. Mi papá no sabía todo eso, yo era tranquilo supuestamente… Y no”.

Su papá y su fanatismo le pasaron factura a Tagliani. Daniel, el famoso “primer stopper” que tuvo el fútbol argentino, de paso por All Boys, Banfield, Vélez, Ferro y Estudiantes, fue parte de la Selección que se clasificó al Mundial 74, aquel equipo fantasma que se entrenó en La Quiaca y luego venció a Bolivia 1-0. Aquellos que lo habían enfrentado se lo hicieron saber a Nicolás.

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Daniel Tagliani, el tercero de arriba, con Kempes y Poy en la Selección del 73.

Daniel Tagliani, el tercero de arriba, con Kempes y Poy en la Selección del 73.

-¿Te pasaron factura?

-A mí me pasaron factura todos los técnicos, por eso me pasaron factura. También por ser hijo de un ex. Mucho, muchos técnicos que eran de Estudiantes, que habían jugado en contra de mi viejo. Siempre me pasaron facturas, siempre me comí banco por un fulanito de mi viejo.

Estudiantes y sus inicios

-Hay una foto en la que estás con algunos muchachitos que llegaron a algo…

-Me parece que hay un campeón del mundo ahí. Y bueno, ahí hay un par de personajes lindos, ahí está el Pelado Romeo, Berni; Scaloni, creo que todos lo conocen. Tengo un par de anécdotas que no se pueden contar. Ahí está el Titán. Para mí, lo más grande que hay, amigo mío. Cuando yo empecé a jugar en Primera, él ya estaba. Con El Loco hicimos una relación muy, muy buena, muy sana.

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-¿Pensaste que Martín Palermo podría llegar a ser el máximo anotador de la historia de Boca?

-Ni loco. Es loco, porque cuando viene (Miguel Angel) Russo y (Eduardo) Manera a Estudiantes, a mí me querían mandar a San Martín de Tucumán y a él también, a préstamo a los dos. En la última comida que tuvimos en la concentración con el Loco, supuestamente se iba a River. River le daba diez palos y Boca le daba uno. En Boca fracasaban todos; River era el equipo sensación en esa época… El Loco dijo ‘yo me voy a Boca’, así, corta. Y nosotros le dijimos, todo bien, pero Tchami, Guerra, todos los que habían pasado, los nueve, eran un desastre. Fracasaban todos, no fracasaron, pero eran un Cavani hoy. El pibe la rompió en Europa, viene a Boca, parece que no sabe patear una pelota. La camiseta de Boca no es para cualquiera. Y este animal… Yo creo que es lo más grande que tuvo Boca, que yo vi en la tierra, desde que tengo uso de razón. Yo no vi un nueve como él, nunca. Carisma, se peleó con la barra. Después se amigó la barra, goleador de Boca, persona 100 puntos. No, nunca vi algo como ese flaco. Es un pibe que nació con la con la varita, nacen pocos con esa varita.

Palermo, en aquel momento en Aldosivi, y Tagliani. Foto IG.

Palermo, en aquel momento en Aldosivi, y Tagliani. Foto IG.

-Vos que lo viste en Inferiores, ¿qué le habías visto ya?

-Vos le tirabas centro, te ponía en el arco una remera acá, una remera acá, se paraba afuera del área grande y con la cabeza… Tenía una pierna en la cabeza, le tirabas un centro y te mataba. Martín en Estudiantes no era hábil. En Boca aprendió mucho. Obviamente lo fueron puliendo los técnicos, pero Boca le dio una calidez de jugador terrible. El Loco tenía alma de goleador, estaba en el área y se daba vuelta y las clavaba. Y tuvo la suerte de todo goleador que siempre que la tocaba, la clavaba. Y lo que hizo en Boca, que lo tuvo hijo a River toda la vida. O sea, no lo hizo nadie.

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-Con River comenzó cuando estaba en Estudiantes, aquel 4-1 y el festejo a lo Buda.

-Esa locura para del Sopa Aguilar, era buda, nos hacía hacer reiki, yoga para los que éramos nerviosos. Nos hacían jugar al golf para tranquilizarnos. Y ese partido dijo el Sopa, que hacía esas boludeces, si ganamos -que nadie pensó que le íbamos a hacer cuatro goles a River- íbamos al córner así como los budas.

El debut en Estudiantes

Tras el ascenso de 1995 y la salida de la dupla Russo/Manera en medio de una pésima campaña ya en Primera, quien se hizo cargo del equipo fue el Profe Córdoba, el expreparador físico del equipo. Y fue entonces que Tagliani, que había bajado a Reserva, tuvo la chance de debutar en Primera. “‘Conmigo vos jugás, pero vas a jugar como carrilero. No podés jugar de delantero’. Palermo creo que me tiene que dar la mitad de lo que ganó, je. Yo desbordaba y le tiraba el centro atrás, el Loco hacía así (hace el gesto) y la metía”.

Bossio, Palermo, Scaloni, Romeo y un Tagliani con la cabeza pintada. Foto web.

Bossio, Palermo, Scaloni, Romeo y un Tagliani con la cabeza pintada. Foto web.

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-¿Fuiste el primer Guillermo de Palermo?

-Y más o menos, si. En Boca le vieron el juego y le buscaron los jugadores como para hacer eso. Hoy Boca tendría que buscar un nueve más o menos como él y hacer lo mismo. Pero bueno, hoy no se puede.

-El Profe te quedó marcado

-El tipo en la primera charla de técnico todavía tenía un Escarabajo. Nos dijo: ustedes los más jóvenes ante todo la humildad, porque el fútbol es así. Hay que ser humilde, hay que empezar de abajo. Ese fue el primer día que fue técnico. Al tercer día cae con un BMW 318. Al tercer día que nos dijo lo de la humildad, vino con cadenas de oro por todos lados, cinco aros acá, cinco allá.

Más allá de la anécdota, reconoce que aquella primera pretemporada, para el equipo que pasó de pelear el descenso a ser tercero con Lanús, fue inolvidable. “Nos hacía correr… A las 6 pesas, a las 6.30 tomábamos un yogur, a las 7 y media, 30 kilómetros. Volvíamos, comíamos, descansábamos y a la tarde de vuelta, triple turno todos los días. Lunes, martes, nos daba el miércoles. 35 días, tengo una foto en mi cama, como en la cárcel tachando los días. Yo bajé como ocho kilos, era un fideo”, relata. Aquella pretemporada la compartió tambien con Leonel Scaloni, parte de ese equipo tan recordado del Pincha.

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-¿Te imaginabas a Scaloni, el técnico de la Selección Argentina campeona en Qatar?

-Ni en pedo, ni en pedo. Con Leo y con el hermano Mauro, cuando llegan de Newell’s, eran dos paisanos de Pujato que no los conocía nadie. Era un toro, porque Leo jugaba muy bien, un carrilero por derecha que te mataba, era una bestia. Eran dos pibes fierreros. Corríamos carreras con los autos, teníamos autos de mierda y corríamos carreras con los autos, éramos tarados en esa época, ja. Qué te vas a imaginar que el tipo iba a ser campeón del mundo. Tenía mucha carisma porque era muy, muy centrado en lo que hacía. Era muy tranquilo, no era como yo. El terminaba un domingo y se iba a su pueblo. Yo terminaba y me iba a Mar del Plata con los pibes. Este loco no, este loco fue muy centrado, siempre muy correcto. Hablaba mucho con los técnicos.

-Como Gallardo, que siempre se dijo que como jugador ya mostraba esas cosas…

-Yo no lo puedo ni ver a Gallardo, jugué siempre en contra porque era un año menos que yo. Gallardo tuvo la suerte de tener un presidente muy pillo, muy vivo. Que fue el que le hizo ganar todo. Gallardo no ganó nada, si no tenía al uruguayo (Enzo Francescoli) al lado de él… Fijate ahora en Arabia no le gana a nadie. O sea, es dos más dos la vida del futbolista. Gallardo tuvo la suerte de tener un D’Onofrio que fue un crack.

El Pincha del 97 que hizo una campaña inolvidable. Foto Museo de Estudiantes.

El Pincha del 97 que hizo una campaña inolvidable. Foto Museo de Estudiantes.

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-Siempre que aparecen videos de Scaloni cuando eras más joven se ve que era jodón.

-Era un cago de la risa. Es más, él y Mauro, venían los dos o no iban. No me olvido más. El uruguayo Leo Ramos a Maurito le puso Paquetito, al hermano. Firmaba Leo y firmaba Mauro. El padre era muy inteligente, un crack. Los dos pibes o ninguno. Y bueno, cuando se van a España también. Firmó Leo y firmó Mauro. A los cinco días lo mandaron a Segunda. Mauro era muy buena persona, pero no estaba tan dotado para jugar a la pelota. Yo con ellos dos me llevaba muy bien, muy bien. Creo que vinieron a comer también a casa.

La pica con los Melli Schelotto

“En los clásicos me cagaba a piñas siempre. Me pegaba Guillermo y yo iba y lo sacudía a Gustavo. En un clásico hago un gol. Leo Ramos tira el centro y yo la peino de cabeza al otro palo. En un córner anterior viene Guillermo y ¡pum! Me pega una piña, me rompió el labio. Era muy pillo para jugar, muy inteligente. En otro córner fui y lo sacudí en la costilla. Pero a Gustavo, me equivoqué, si eran los dos iguales. Y me dice ‘A mí me pegaste, pelotudo. Fue mi hermano el que te pego’, me dice. Nos iban ganando. Y nos verdugueaban. Y empatamos 2 a 2, y zafamos. Ahí me hice un poco conocido, después de hacer un gol a Gimnasia, yo creo que estuve un año y medio comiendo gratis en todos lados en La Plata”, contó sobre aquel clásico del 97.

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Sus peleas con los dirigentes

Si algo marcó la carrera de Tagliani fueron sus peleas con los dirigentes. Después de salir de Estudiantes y llegar a Quilmes, en el Nacional B, nunca más volvió a jugar en un equipo de Primera de Argentina. Anduvo por Sudamérica y el mundo intentando hacer pie. Pero sobre todo, que le cumplieran las promesas.

-¿Qué pasó con vos y los dirigentes?

-En esa época el fútbol estaba en una decadencia dirigencial. Yo agarro la peor época del fútbol. Hoy estaría en otra situación, sería más cauteloso. En esa época, no me pagaban, yo golpeaba ‘bueno, me tenés que pagar’. Yo trabajo, yo tengo que cobrar todos los meses y no cobraba y al segundo mes que no cobraba lo agarraba del cogote. Pero porque necesitaba la plata.

En Cobreloa, su segundo club en Chile, le tocó enfrentar a Boca en la fase de grupos de la Copa Libertadores. Fueron dos derrotas: una, hace mea culpa, fue por tener que marcar al Patrón Bermúdez. “Cacho Malbernat (el DT) me da para marcarlo a él en un córner. Viene el córner, el tipo mira al referí, al línea así. Yo lo agarro la camiseta, es un poquito más alto que yo. Me dice ‘qué hacés, loco’, y me pone los tapones de aguja, me rompió el botín, me arrancó la uña del dedo gordo. Me sacó del partido. Yo me agacho y el tipo hace así ¡pum! Me la clavó en el ángulo: 1 a 0 Boca. Nos ganaron. Con gol de él”.

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Hizo seis goles en aquella Copa (en ocho partidos) y terminó enfrentado con los dirigentes que no aceptaron venderlo a México tras quedar eliminados. “Hoy un jugador hace dos goles en una Copa, lo venden en un minuto, lo venden a cualquier lado”, dice con resquemor. En aquellos años, para conocer a un jugador, el DVD con imágenes viajaba a todas partes del mundo. Y es por eso que Tagliani siempre consiguió club pese a sus peleas.

En Italia, hasta le hundió el auto al presidente del último club en el que jugó, en la Cuarta División. En Tavolara, una isla paradisíaca en la costa norte de Cerdeña. “Cuando te vas a jugar afuera, arreglás casa, auto y a veces hasta comida y una plata. Yo había arreglado todo eso, hacía goles, pero el equipo andaba para la mierda. Y el tipo no me daba el auto, hasta que le rompí tanto las bolas que me lo dio. El Fiat 500, se lo había hecho para la Mamma. El tipo era un mafioso conocido”, cuenta.

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Su paso por Alianza Lima.

Su paso por Alianza Lima.

“Me vine a Chile. Tenía que desaparecer porque si no me mataba, quería que le devolviera el auto. Le dije ‘cuando llego al aeropuerto te devuelvo el auto’. Cuando me voy al aeropuerto, le dije que viajaba dos días después, y me fui a un muelle. Había un muelle divino y le metí una piedra al acelerador y le tiré el auto de la Mamma. Le dije ‘Presidente, la máquina de la Mamma está en el medio del Mare, nos vemos en Disney’. Y ahí me vine para acá”.

Tiene mil historias más. Que a su hija la bautizó en el Vaticano y la otra nació en Grecia, que se peleó con un DT porque le hacía controles antidoping por sus tatuajes (“Yo tomaba Coca Cola y comía fideos, era lo único que hacía”), que decoró un vestuario con el contenido de un matafuegos porque le desaparecieron la ropa interior que usaba como cábala, que confundió al entrenador del equipo con un taxista y hasta fue recibido por la barra de Alianza Lima con un arma en la cabeza…

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Gol de Tagliani para Alianza Lima en un clásico ante Universitario:

“Cuando llegué se me plantaron cuatro de la barra en el medio de la cancha. Les dije ‘¿quiénes son ustedes para mandarse adentro de la cancha?’. Y uno se me hizo el loco y me puso una nueve milímetros en la cabeza. ‘Yo soy el que manda acá, el Comando Sur’. Estaba con cuatro, agarré a dos. Nos matamos ahí en el medio de la cancha. Dije acá o me hago caudillo o me matan. Y al otro día el tipo la entendió toda y me dijo ‘loco, acá no te va a faltar nunca nada, lo que hiciste vos acá no hizo nadie’”.

Tagliani versión hincha

La foto que compartió la Conmebol en la final de Río. Foto Conmebol.

La foto que compartió la Conmebol en la final de Río. Foto Conmebol.

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-¿Con qué te identificas más: con el que juega a la pelota o el que se agarra de las banderas de la tribuna de Boca?

-Lo de estar en la hinchada de Boca es algo… Es un sentimiento. Todo jugador anhela estar ahí, en la barra. Cavenaghi en River estuvo con los Borrachos. El chico, este campeón del mundo, estuvo con los Borrachos también alentando a Argentina o alentando a River, Palacios.

-¿Cómo arranca tu rutina de ir a la cancha de Boca?

-Yo tengo un amigo, Ezequiel, que quiso llegar a ser profesional y no pudo. Empecé a ver que iba mucho, estaba siempre ahí y le dije. Me fui metiendo, me fui codeando. Empecé a hablar de fútbol con el uno, dos o tres de la barra y, bueno, después obviamente te inspeccionan, todos te miran. Vieron que yo iba para adelante. Estoy hace cuatro o cinco años. Yo no soy barra ni nada, yo soy hincha de Boca y ellos la tienen re clara.

Estás ahí desde temprano, con las banderas…

-A mi me gusta el folclore, ese folclore y hacer la previa, ir a comer, se hace comida, asado, guiso. Es como una familia. Es una familia, es el folclore del fútbol. Lo que mueve Boca yo creo que no lo mueve nadie en el mundo. En el mundo del fútbol, Boca es lo más grande. Es la envidia del mundo. El extranjero que viene, no va a ver a River, ni en pedo, ni sabe lo que es River.

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Su versión hincha.

Su versión hincha.

-¿Qué lugar ocupa en tu vida?

Está primero Boca y después mi nena, mi mamá y todo eso. Sí, saben que dejo todo y me voy. Boca el que lo entiende, cuando se te mete adentro de la sangre…

-¿Te hubiese gustado jugar en Boca?

-Estuve antes de ir a Estudiantes, estuve con Marzolini, en la Pre Novena. En esa época no surgía nadie. De 35 pibes firmaba uno, jugaban dos o tres partidos. Marzolini le dijo a mi viejo ‘llevatelo, es bueno, es zurdo. Es lo que más buscamos, pero no va a llegar a Primera’. Era muy difícil llegar en Boca. Estuve ahí, en famosa Candela. Iba todos los días a San Justo, un año estuve. Pero me hizo bien ir a Estudiantes.

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Boca hoy

La final de la Libertadores 2023 en Río va y viene en la charla. Fue con Isa, su hija más chica. Habla del resultado, de la gente, del partido, de lo mal que la pasaron en Brasil. “En el partido en Río yo tenía ganas de saltar a la cancha y darle un cazote al menos a dos o tres jugadores. ¿Por qué? Porque se cagan en la gente, se cagan en el bolsillo de la gente, en lo que siente el hincha. El hincha deja todo para qué: para alentar a esos pibes”.

“En Brasil. por dignidad, tirá la camiseta a la hinchada, dale la camiseta a la gente que vino, que se parió, que nos mataron a piñas en todos lados. Nos robaron todo. La pasamos recontra mal, fuimos a jugar una final de visitante. La dirigencia de Boca menos 10. Nos mandó al muere. Vos vas a jugar Boca – Fluminense en Río., Andá a jugar a Chile, a Paraguay, andá a jugar, no sé, a Corea, donde quieras que la gente de Boca va a ir. Fuimos regalados, nos mandaron al muere”, reclama.

Con Giunta en la popular.

Con Giunta en la popular.

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-¿Te hubiese gustado ver a Martín Palermo como DT?

-Con esta dirigencia, no. El la tiene re clara. No es para esta dirigencia. Todos los entrenadores que estuvieron en Boca hoy y que van a estar con esta dirigencia, se hace lo que ellos quieren. Tanto técnico como jugador que hoy esté en Boca no creo que le vaya bien, porque Boca hoy no tiene un esquema, no tiene un planteo de juego. Y si Martín venía hoy, no iban a traerle los jugadores que quería. O sea, van a venir siempre los jugadores que le gustan a los dirigentes.

-¿Y Cavani?

-Cavani, crack en la UEFA, la Champions… El pibe parece que no sabe jugar a la pelota. O sea, qué te paso. Merentiel que es uruguayo, que es más humilde, que es más tranquilo, otra característica de juego. Lo ves que se mata y el otro también se mata pero no le sale nada. Y no le va a salir nada porque está desesperado con hacer un gol. Para mí, conociendo a Boca, ya le pasó el tren a Cavani, no va a poder surgir en Boca. Es más, tendría que decir ‘gracias, nos vemos’ y darle chance a otro pibe, una chance a alguien más.

-¿Qué entrenador te hubiese gustado tener?

-Bianchi. Me hubiese encantado. Fue compañero de mi papá en Vélez. Y por lo que papá me contó de él y Martín (Palermo). Están todos enamorados del trato, de lo que aprendieron de lo que el tipo les inculcó y no sólo futbolísticamente, sino mentalmente. Martín capaz era re duro y aprendió una barbaridad.

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-¿Cuáles fueron tus ídolos en Boca?

-Está Diego, es el uno para mí. Cabañas. Giunta, el Loco Gatti, Jorge Comas, Comitas. Marangoni, yo estuve en la época que la hinchada cantaba “Marangoni y su ballet, olé, olé”, se caía la cancha. Marzolini, Toto Lorenzo. De las de las nuevas generaciones. Pasaron pibes buenos, Battaglia también. Seba, crack. Verón en la época que pasó, a mí me gustó porque anduvo bien. El Kily González también anduvo. No son ídolos, son jugadores que a mí me gustaban. Y Martín, a Martín lo tengo, es el prócer después de Maradona.

-¿Maradona es el ídolo máximo de Boca?

-Yo creo que sí. Y creo que es mundial. Lo que hizo, lo que generó, no lo generó nadie.

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Sin dudas, en la comparación, lo elige por sobre todo y todos. “Diego era tierra, era barro, era el fútbol. Messi es crack, pero Diego es el uno históricamente del mundo. Yo estuve en Italia cinco, seis años, y estaba con una camiseta de Boca del de Diego, con la diez. Y comía gratis en todos lados. Me regalaron de todo y tenía que ir a contar historias. Y en Napoli olvidate, me dicen ‘argentino, bruto, vení’. Y entraba en una casa y cinco horas hablando de Maradona, mira lo que hizo. Yo no lo vi nunca, Nunca”, cuenta sobre su paso por tierras italianas.

La Bombonera

“Yo creo que la Bombonera es el ícono mundial del corazón del hincha de Boca. O sea, no saques. Boca no puede salir del barrio de La Boca, no puede, no puede. La cancha de Boca tiene mucha, mucha vida y hay mucha guerra, mucha batalla ahí adentro. Mucha. La Bombonera tiene, tiene una historia que el que llega a Boca tiene que respetar todo eso. Yo creo que es el corazón del hincha de Boca”, le dice a BOLAVIP mientras mira una imagen suya en el templo.

Tuvo mil vidas Tagliani. Cuenta, que no lo dijo nunca, que es ahijado de Ubaldo Matildo Fillol, aunque no mantiene relación con quien fue un gran amigo de su papá. Que fue mascota en un partido del Flamengo cuando el Pato atajó en Brasil y que se perdió en el Maracaná. Pero quizá la más bizarra de todas tiene que ver con Gastón Gaudio y la final que le ganó cuando eran apenas unos pibes…

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“Fui tenista profesional, antes del fútbol, salí campeón de Juniors. A Gaudio le gané la final. Me la hizo parir, pero se la gané, le rompí el culo”. Cuenta que se enfrentaron en el Country Club Longchamps, el Gato jugaba en el Temperley Lawn Tennis. Primero discutieron por el banco, quién se podía sentar en el que tenía sombra: “Me agarró las cosas y me dijo ‘ándate para allá’. Y me puse a llorar.Y después en la cancha le rompí el culo”.

La historia podría haber quedado ahí, pero muchos años después, cuando el Loco vivía en Bariloche y daba clases de snowboard -en otras de sus tantas facetas- se cruzó otra vez con Gaudio. Y lo encaró: “Te voy a decir algo. Yo soy el que te pinté la cara en en el Lawn Tennis, ni te acordás. En la final de Juniors’. Ganar Juniors es como que te daba el pie a que vos sigas para adelante. Mi viejo nunca quiso, él quería que jugara a pelota. Es más, yo jugando al tenis creo que iba a ganar 10 veces más plata, porque era re bueno”, acota.

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Entre amigos, en un clima distendido, le recordó aquel partido: “Te carajié toda la vida. Si jugáramos saltaba la red y te cagaba a trompadas. ‘Sí, me acuerdo que te corrí de banco. Yo era un pelotudo’. Y le dije: ‘Viste, fuiste campeón de Roland Garros gracias a mi, hijo de puta’ Se cagaba de risa. ‘Sí, boludo, Yo te di la inyección. ¿Quién te rompió el culo de chiquito? Yo.’”.

Su particular visión sobre el éxito del Muñeco Gallardo

Como si no hubiera quedado claro su fanatismo por el Xeneize, Tagliani criticó duramente a Marcelo Gallardo, multicampeón con River y actualmente en el Al Ittihad de Arabia Saudita.

A Gallardo no lo puedo ni ver, siempre jugué en contra porque tiene un añomenos que yo. Tuvo la suerte de tener un presidente muy pillo, muy vivo, que fue el que le hizo ganar todo a Gallardo. Gallardo no ganó nada, disparó sin filtro.

“Fijate ahora está en Arabia y no le gana a nadie. Gallardo tuvo la suerte de tener un D’Onofrio que fue un crack”, completó.

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Nicolás Tagliani vive en Adrogué, también pasó por La Plata, por Chile, por Colombia, por Venezuela, Bolivia, Perú, Italia, Suiza y Grecia. Pero su corazón siempre estuvo en La Boca.

La entrevista completa a Nicolás Tagliani en BOLAVIP

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