La historia de Mariel Velay Fossat podría ser parecida a la de Franco Florio. Pero al revés. Algo así como la némesis. Mientras uno, Florio, dejó el rugby para convertirse en velocista; el otro, Velay Fossat, abandonó los hábitos del atletismo para empezar a correr con una pelota ovalada entre sus manos.

Nacida hace 16 años en Trenque Lauquen, los pagos del olímpico argentino Germán Lauro, Velay Fossat se inició en el deporte a través del atletismo. Con la lógica jugar a correr, saltar y lanzar. Así fueron sus días desde chica hasta que no hace mucho, en septiembre de 2021, decidió parar un poco y tomarse un descanso. Esos días sirvieron para repensar qué quería hacer. O, mejor dicho, qué le gustaba hacer. “Entrenaba mucho, entonces resolví tomarme una semana para pensar bien qué hacer. En esa pausa con decidí hacer con el deporte, una amiga me mandó un mensaje preguntándome si quería jugar con ellas al rugby en Olavarría. Acepté, aunque mi idea era seguir con el atletismo. Sin embargo, después de jugar por primera vez, me enamoré del rugby”, le contó al sitio web de la Unión Argentina de Rugby (UAR). Y añadió: “Al fin de semana siguiente, tenía una competencia atlética nacional en el Chaco, pero después de jugar con Las Panteras (así se llama el equipo femenino del Club Argentino de Trenque Lauquen), todas mis ideas cambiaron. Dejé todo y decidí enfocarme en el rugby, porque sinceramente me atrapó”.

Se sabe o suele ser una recomendación de los mejores entrenadores y profesores de educación física: “Los chicos tienen que pasar por varias experiencias en el deporte. Esa es la mejor manera de que asimilen lo que hacen y puedan disfrutarlo. Soy de los que piensa que no hay mejor consejo a un padre: los nenes y nenas deben experimentar, explorar diferentes tipos de deporte para, en algún momento y si así lo sienten, dedicarse a ese deporte que los atrapó. Pero si no prueban, no hay manera de que puedan tener una real idea sobre qué deporte abrazar. Más adelante, con más años, tendrán tiempo de decidir si quieren o no dedicarse al deporte de alto rendimiento”, contó a BolaVip Fernando Díaz Sánchez, entrenador de atletismo. Y agregó: “El deporte es cultural. En algún momento tiene que llegar a ser una carrera en la vida de los chicos, como un tutor que los va guiando en valores, en respeto a uno mismo y al otro, en esperar un turno, en esperar al compañero. En el deporte no se pierde, te puede ir mejor o peor. Estando ahí, siempre estás ganando. Y el caso de Mariel Velay Fossat puede servir para entender eso, lo importante de hacer deporte”.

Las jugadoras del Campus (UAR)

Las jugadoras del Campus (UAR)

Bajo esa premisa podría inscribirse o explicarse el paso que dio Velay Fossat. En pocos meses mostró sus dotes como velocista para apoyar la ovalada en el in-goal. Con sus compañeras accedieron rápidamente a la final del Nacional de Clubes Juvenil, organizado en el Club Los Miuras de Junín, en el que Mariel apoyó todos los tries de su equipo, incluidos los dos de la final ante Bagüales de Jesús María. Tras esa rápida introducción a su nuevo deporte, se sumó a la Unión del Oeste de la Provincia de Buenos Aires (UROBA), en la prueba Juvenil del Seven de la República organizado en Paraná (Entre Ríos), torneo en el que finalizaron en el tercer puesto.

Mariel Velay Fossat, en el medio, en una prueba de velocidad en la pista Justo Román, de Mar del Plata

Mariel Velay Fossat, en el medio, en una prueba de velocidad en la pista Justo Román, de Mar del Plata

En sus palabras, el rugby la cautivó por su espíritu de unión, el compañerismo y la ilusión compartida con sus compañeras. “Entrar y dejar todo es una sensación única. Es algo que nunca había encontrado en el atletismo. Es esa emoción de trabajar en equipo, dejando todo”, contó la jugadora.

Sus cualidades técnicas y su velocidad, en el atletismo, la llevaron a correr pruebas de 80 a 400 metros. Sus marcas, prometedoras para su edad, indicaban una gran proyección. Sus mejores registros son 10,11 segundos (en 80 metros), 12,40s (100m), 26,20s (200m) y 1m02s (400m). Todo ello logró trasladarlo de la pista al campo de juego. Del tartán a una cancha de rugby. “La manera de correr; la zancada larga, la explosividad al correr, la reacción y el cambio de paso. En verdad, para la posición de wing en la que me desempeño, me vino muy bien”, reconoció.

Hace unos días fue parte del campus en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard) y en Casa Pumas, convocada por la entrenadora Gisela Acuña para participar con el preseleccionado nacional juvenil. Todo, con miras a Juegos Suramericanos de la Juventud Rosario 2022. “Fue una experiencia única. El alto rendimiento es una locura; compartir la misma pasión con otras chicas, y entrenar todas juntas buscando el mismo objetivo fue hermoso. Aprendí muchísimas cosas nuevas e hice lindas amistades”, admitió. Y continuó: “Veo venir un gran año. Esto es nuevo para mí, ya que hace apenas unos meses que entré al mundo del rugby. Por eso, estoy con muchísimas ganas de aprender y de mejorar. Voy a trabajar duro para que, si las cosas no se dan este año, se den el año que viene. Voy a dejar todo en cada partido con mi club, para tratar de llegar lo más lejos posible”.

Nada más y nada menos que la pasión, es probable, indiquen si los días de Mariel Velay Fossat continúan o no en el rugby. Y ahí, en ese espacio, sólo ella manda.