Las bases de un proyecto futbolero saludable y perdurable anclan en raíces esenciales: contexto actual + antecedentes inmediatos, materia prima a administrar, y objetivos lógicos a cumplir. Muchas veces, la clase dirigente se sumerge en la ansiedad y provoca que no exista la indispensable comunión entre las raíces, lo cual deriva en que todo comience a marchitarse internamente y se construya un círculo vicioso con cambios de nombres, pero no de cuadros de situación. Eso suele darse cuando se establecen aspiraciones desmedidas para los recursos y el talento a disposición.

En otras oportunidades, tomar a esas “raíces” como compartimientos estancos desemboca en histeria popular, fomentada por el desequilibrio mediático, ese que utiliza a su antojo los resultados sin apoyarse en el análisis. Así, conseguir el éxito antes de lo previsto conlleva fascinación, y creer que debe llegar antes de tiempo acarrea decepción. Ambos estados (extremos) se convierten en caricaturas y magnifican lo mismo: confusión... Confusión que no sería tal de respetarse y agruparse las “raíces” mencionadas.

Cuando la felicidad deportiva se presenta antes de lo pensado, no son pocos los que interpretan que ese suceso es, en realidad, la lógica que debiera dominar. Se maximiza entonces el riesgo de caer en trampas que uno mismo se fabrica, con el ego como huella previa a casi cualquier precipicio. Eso se vuelve más peligroso en el fútbol, cuando a la misma mesa se sientan jugadores, dirigentes, entrenadores e incluso prensa e hinchas. El mensaje que suele masticarse más fácil es que toda responsablidad anterior se vincula pura y exclusivamente al DT de turno, ese que hizo un mal uso de herramientas que, “como queda demostrado, siempre sirvieron”. Por ende, no se reconoce en justa proporción el mérito del entrenador actual, ni hablar si tiene algún tropezón posterior...

En algunos escenarios, existe una razón de la senda gloriosa que está muy por encima de las demás, y cuyos aportes no pueden desvanecerse aunque la última imagen no sea la deseada. Ricardo Gareca es el retrato de uno de esos casos. Durante la semana pasada, se cumplieron 7 años de su presentación como entrenador de Perú. El trabajo del argentino YA es extraordinario: no puede estar sujeto a una nueva clasificación mundialista y es necesario remarcarlo y fundamentarlo antes de que finalicen las Eliminatorias. Lo de Tigre es un capolavoro, y realizarlo en la selección peruana multiplica el valor. Ya veremos...

Gareca restauró y revolucionó el fútbol peruano. Lo restauró porque lo reconcilió con sus virtudes y las revitalizó. Y lo revolucionó porque le agregó matices indispensables para los tiempos modernos de la redonda. Su legado, de ser bien aprovechado, ofrecerá múltiples efectos favorables. Existe una “manera Gareca” de hacer las cosas, de defenderlas y de comunicarlas.

Antes de que Gareca aterrizara en Lima, Perú no participaba en la fase final de una Copa del Mundo desde España 1982. Arañó la clasificación para México 1986, pero fue precisamente Tigre quien le canceló la visa tras estampar un agónico 2-2 en el estadio Monumental de River. Desde entonces, Perú parecía una selección embalsamada, nostálgica, desalineada de los ritmos que sugería el juego y despistada en cuanto a los avances en scouting de rivales y variantes estratégicas. Los imparciales recordábamos viejas glorias, nos entusiasmábamos esporádicamente ante la aparición de muy buenos jugadores como Solano, Del Solar o Palacios, pero todo se volvía un espejismo cuando el nivel de competencia imponía el salto de calidad. No había cohesión, ni espirítu colectivo, ni rebeldía bien aplicada. Y el libro de indisciplina desbordaba de firmas.

Pasaron 36 años (sí, 36 años) para que Perú regresara a una Copa del Mundo. Y Richard fue fundamental no solo porque su libreta táctica no ofrece casamiento con un solo dibujo, sino porque marcó reglas claras de convivencia y competencia.

Paremos la pelota y prestemos atención, por favor.

  1. Gareca no contó con una camada fenomenal como disfrutaron o disfrutan entrenadores de otras selecciones. Los datos a continuación no son ficción. La última vez que Perú estuvo entre los 4 mejores de un Sudamericano Sub 20 fue en 1975, cuando organizó el torneo y finalizó en esa posición... entre 6 participantes. Desde entonces, ni siquiera fue 4º y el campeonato registra otras 22 ediciones. Perú aterrizó una sola vez entre los 4 mejores de un Sudamericano Sub 17, cuando ocupó el 4º puesto en 2007. Gareca jamás pudo nutrirse de una cantera a la altura de lo que implicaba semejante desafío.
  2. Gareca no cuenta con una competencia local fuerte, todo lo contrario: es una de las más débiles del continente. Este año se cumplirán 25 años de la última vez que un equipo peruano llegó a la final de la Copa Libertadores (Sporting Cristal). Desde entonces, todos los países de la CONMEBOL, a excepción de Venezuela y Perú, se anotaron con al menos un representante en semifinales.
  3. Cienciano conquistó la Copa Sudamericana en 2003. Desde entonces, todos los países de CONMEBOL, a excepción de Venezuela y Perú, aportaron al menos un representante en semifinales del certamen. Pequeño gran detalle: Venezuela es la única selección de CONMEBOL que jamás se clasificó a la fase final de una Copa del Mundo.
  4. Perú no tiene jugadores en la Premier, ni en la Bundesliga, ni en la Serie A y cuenta con representación mínima en La Liga y la Ligue 1.
  5. Esto convierte a Perú en el país de CONMEBOL con menos futbolistas en las 5 ligas top de Europa si excluimos a Bolivia.
  6. Gareca llevó a Perú a una fase final de la Copa del Mundo después de 36 años. Sí, 36... Ninguno de los futbolistas convocados para Rusia 2018 había nacido la última vez que Perú había disputado la cita máxima (España 1982).
  7. De los 23 citados a Rusia 2018, André Carrillo era el único que militaba en una de las 5 ligas top de Europa. Había desembarcado a préstamo en Watford, donde tampoco era un titular fijo. Los otros 22 procedían de México (7), Perú (5), Brasil (3), Estados Unidos (2), Colombia (1), Portugal (1), Rusia (1), Países Bajos (1) y Dinamarca (1).
  8. Con Gareca al mando, Perú consiguió una victoria en una fase final de Copa del Mundo después de 40 años (Argentina 1978). Le tocó compartir zona con Francia, el futuro campeón, y cayó por la mínima. Tuvo a otro rival europeo en el grupo como Dinamarca. Perú cayó por la mínima y desperdició un penal ante una selección que obligó a ir a los penales a Croacia, subcampeón del torneo.
  9. Gareca condujo a Perú a la final de la Copa América en 2019 No disputaba el partido decisivo desde 1975...
  10. Con Gareca a cargo del pizarrón, Perú fue al menos semifinalista en 3 de las últimas 4 ediciones de la Copa América.

Ricardo Gareca consiguió todo esto sin una camada de lujo, con una competencia local floja y sin futbolistas que conocieran el sabor de una clasificación mundialista y pudieran trasladar esa experiencia a nuevos valores. El Tigre se metió en un pantano y rescató a un país que estaba atrapado en el ostracismo futbolero, con resultados muy flojos en todo escenario y sentido en los últimos 25 años.

Es indispensable remarcarlo para entender la categoría del trabajo del entrenador argentino. Gareca tuvo que construir más allá del pizarrón. Debió reestructurar organización, ordenar carácter, incorporar recursos a la naturaleza de los futbolistas y lograr que su Mano de Tigre produjera Ojo de Tigre. El DT citó a 63 jugadores para ese proceso rumbo a Rusia. Hizo un trabajo de hormiga. Y ese contexto no se ha modificado desde entonces. Ejemplo de ello es la necesidad de recurrir a Lapadula u Ormeño por el sistema de doble ciudadanía y refugiarse también en futbolistas veteranos que están quemando sus últimos cartuchos. El fútbol peruano le ha dado a Gareca mucho menos de lo que Gareca le ha dado al fútbol peruano.

Ricardo Gareca no es la única razón por la cual Perú, a dos fechas del final de las Eliminatorias, ocupa la zona de Repechaje y se esperanza con ser parte de Qatar 2022, pero sí es el motivo fundamental. La evaluación de su ciclo no puede estar atada a lo que suceda en el cierre del proceso clasificatorio. YA es brillante. Hay argumentos de sobra para respaldar el veredicto, quizás como con ningún proceso reciente de CONMEBOL. Ojo de Tigre. Mano de Tigre. Chapeau!